La familia reunida alrededor de la mesa para compartir los alimentos es una costumbre sana que se ha ido perdiendo por el ajetreo de la vida diaria. Si en tu casa unos lo hacen frente al televisor, o cada cual por su cuenta, haz un esfuerzo por recuperar esta hermosa tradición. Quizá te parezca una misión imposible, pero no te rindas: está en juego la unidad familiar y la salud, especialmente la de los niños.
Se sabe que las comidas familiares fomentan la comunicación y la unión familiar, ayudan a los hijos a desarrollarse bien mentalmente y de paso se les inculcan valores y buenos modales, pero varios estudios recientes indican que sentarse a comer con los hijos también beneficia su salud. Según una investigación publicada en el Journal of Epidemiology and Community Health, los niños que cenan regularmente con sus familias también tienden a consumir las cinco porciones de 2.8 onzas (80 gr) de frutas y verduras diarias recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Los resultados de este estudio ilustran un mensaje de salud positivo para los padres, que podrían mejorar sus propios hábitos dietéticos, y los de sus hijos”, indicó Meaghan Christian, de la Facultad de Ciencias Alimenticias y de Nutrición de la Universidad de Leeds en el Reino Unido y sus colegas, que son los responsables del estudio.
Para estudiar cómo las comidas familiares benefician a la salud, los investigadores observaron las dietas de más de 2,300 niños que tenían alrededor de 8 años.
En promedio, los niños del estudio comían unas 10 onzas (285 gr o 3.7 porciones) de frutas y verduras al día, pero los niños que comían a veces o regularmente con su familia, consumían más cantidad de estos alimentos.
En comparación con los niños que nunca comían con sus familias, los que a veces comían con sus familias consumían en promedio 3.4 onzas (100 gr) más frutas y verduras al día, mientras que los que comían regularmente con sus familias consumían en promedio 4.5 onzas (150 gr) más por día.
En otro estudio realizado en el 2010 por el Centro Nacional de Adicción y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia (CASA), se determinó que la comida en familia ayudan a los hijos (y a la familia en general) a obtener estos diez beneficios:
- Todos los miembros de la familia comen comidas más saludables.
- Los hijos son menos propensos a tener sobrepeso u obesidad.
- Los hijos tienen mayores probabilidades no fumar.
- Los chicos son menos propensos a no beber alcohol y a no usar drogas ilegales.
- Asumen con más facilidad sus tareas y responsabilidades en el hogar por pequeñas que sean (como poner o recoger la mesa, lavar los platos o sacar la basura).
- Por lo general obtienen mejores calificaciones en la escuela.
- La cena compartida ayuda a que padres e hijos hablen y se comuniquen más
- Es más probable que los hijos confíen en sus padres a la hora de tener que compartir algún problema grave.
- Los niños sienten que sus padres están orgullosos de ellos y disfrutan su compañía, lo que mejora su autoestima.
- Hay menos estrés y tensión en el hogar .
Con la variabilidad en los horarios, las responsabilidades y las exigencias diarias de los diferentes miembros de la familia, a veces es difícil coordinar y encontrar un horario que les convenga a todos ¡no hablemos en un día solamente! pero se puede lograr. Tu familia no es la única, pero no te rindas.
El Centro Nacional de Adicción y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia (CASA), tiene las siguientes sugerencias para facilitar las comidas familiares:
- Establece una meta razonable. Lo ideal sería todos los días, pero si sólo puedes dos veces a la semana, pues disfruta esas dos ocasiones.
- Mantenlas simples. Las comidas en familia no tienen que ser complicadas. Incorpora ensaladas y verduras en las comidas y algunos de los platillos favoritos de los chicos.
- Prepárate. Mantén los ingredientes para las comidas saludables a la mano, incluyendo muchas frutas y verduras. Planea las comidas y asegúrate de que al llegar a casa, las carnes estén descongeladas y dispongas de los ingredientes necesarios.
- Mantén los bocadillos, meriendas (o “tentempiés”) saludables: frutas frescas, nueces y queso bajo en grasa – cosas que los niños pueden picar después de la escuela, en lugar de papas fritas.
- Involucra a toda la familia. Deja que los niños ayuden a preparar la comida y a poner la mesa. Lo ideal es que todos colaboren de acuerdo a su edad y a su horario.
- Utiliza más la olla de cocción lenta (slow cooker). ¿Qué tal si dejas preparándose un cocido o un plato de carne antes de salir a trabajar por la mañana? Al volver a casa te recibirá el delicioso aroma de una comida casera.
- Hazlo agradable. Deja las discusiones serias para otro momento. Las comidas familiares son para comer, alentar, reconfortar y apoyar.
- Establece un buen estado de ánimo. Escuchen música relajante, coloca un jarrón con flores en la mesa, enciende velas… Crea un ambiente relajante.
Así mismo, no mantengas al televisor de fondo. Mejor apágalo para evitar distracciones, no respondas a llamadas telefónicas y desde luego, no permitas que nadie este enviando mensajes de texto mientras comen. El tiempo que pasan en familia es SAGRADO. Fomenta eso, y ayuda a que tus hijos lo valoren de esa manera.
También es importante que mantengas un horario regular para establecer una rutina. Mantén una alimentación variada, incluyendo alimentos de todos los grupos, introduciendo de vez en cuando algunos nuevos para ir aumentando lo que comen los niños. Es vital que prediques con el ejemplo: lo que tú preparas, sirves y comes forma un modelo para tus hijos. Ellos asimilan y copian lo que ven. Sirve lo mismo para todos, variando solamente las porciones y alternando los “platos favoritos” para ir complaciendo a todos en el transcurso de la semana.
Finalmente, si no puedes comer en familia todos los días, no te frustres. Lo importante es que trates de hacerlo la mayor cantidad de veces posible. Que no se pase una semana sin disfrutar de una comida en familia. ¡Todos se lo merecen!
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