Aunque la palabra suene difícil, retinoblastoma es el término que se usa para nombrar al cáncer de la retina, un tipo de tumor en el ojo que en general afecta a los niños. Si se detecta a tiempo, casi todos pueden curarse de esta enfermedad, aunque frecuentemente se pierde la visión del ojo afectado.
Magdalena aprovechó su visita de rutina para mostrarme una fotografía de su pequeña nieta, que lucía bella y sonriente, pero la imagen tenía un defecto y la niña aparecía con un ojo blanco. Su abuela estaba preocupada porque una amiga le había dicho que eso no era normal y que podía ser algo grave.
La abuela tenía razones para preocuparse. Muchas veces, en las fotografías tomadas con flash, las pupilas salen de color rojo y ese es un defecto normal de la imagen. Pero cuando las pupilas de un niño salen con un brillo blanco, o distorsionadas en fotos con flash, entonces puede ser señal del retinoblastoma, también conocido como cáncer o tumor de retina.
El retinoblastoma es un cáncer del ojo que se origina en la retina, que es el tejido nervioso sensible a la luz que está detrás del ojo y envía señales al cerebro, que las interpreta como las imágenes que vemos. Este tumor suele afectar a los niños antes de los cinco años de edad y, si bien es raro, es el tipo de cáncer del ojo más común en la niñez: se estima que afecta a más de 8 mil niños por año en todo el mundo. Este cáncer también puede aparecer en los adultos, aunque no es frecuente que esto ocurra.
Si bien se desconoce por qué se desarrolla esta enfermedad, se estima que alrededor del 40% de los casos de retinoblastoma son hereditarios. En estas ocasiones, suele afectar a niños menores de dos años de edad, en un solo ojo (unilateral) o en ambos (bilateral). Sin embargo, el retinoblastoma unilateral generalmente no es hereditario y también puede ocurrir en los niños más grandes (hasta los seis años).
La forma hereditaria del retinoblastoma también puede estar asociada con otras formas de cáncer, incluidos el cáncer de los tejidos blandos o cáncer de los huesos (también llamados sarcomas) o un tipo de cáncer de la piel muy grave llamado melanoma maligno.
¿Cómo puedes darte cuenta si tu niño tiene este problema en los ojos? Una de las señales son los ojos blancos en las fotografías (como ocurría con la nieta de Magdalena). Otros síntomas que ayudan a identificar el retinoblastoma son:
- Pupila blanca o con manchas blancas (una condición conocida como leucocoria que no siempre indica la presencia de retinoblastoma).
- Ojos que parecen estar mirando en diferentes direcciones.
- Enrojecimiento, hinchazón o dolor en el ojo.
- Tener un ojo desviado, que enfoca hacia la oreja o hacia la nariz, o bizcos (esto se conoce como estrabismo, y que habitualmente no es una condición cancerosa).
- Visión doble o deficiente.
- Iris que puede ser de diferente color en cada ojo.
Los recién nacidos con antecedentes familiares de retinoblastoma deberían ser examinados por un oftalmólogo (un médico especializado en la vista) antes de salir del hospital. Aunque en la mayoría de los casos, la enfermedad se detecta cuando los padres observan una anormalidad y llevan al niño para un control de la vista.
Es difícil prevenir este tipo de cáncer, pero como podría ser hereditario, una parte importante es informarse acerca de las posibilidades genéticas de desarrollar el cáncer y hacerse los exámenes correspondientes. Se recomienda que se examinen cada dos a cuatro meses a todos los niños cuyos padres hayan tenido retinoblastoma durante los primeros años de vida.
Una vez que se detecta un retinoblastoma, el tratamiento depende del tamaño y la ubicación del tumor. Los retinoblastomas pequeños se pueden tratar con cirugía láser o crioterapia (tratamiento con frío) y los más grandes o los que están localizados, con radiación.
Cuando el cáncer se extiende a otras partes del cuerpo es posible que se requiera quimioterapia, y cuando el tumor no responde a otros tratamientos o es demasiado grande, es necesario hacer una cirugía que se conoce como enucleación, que consiste en quitar el ojo.
La enucleación es un procedimiento habitual que muchas veces se practica como primer tratamiento y puede ayudar a evitar que el cáncer se traslade a otras partes del cuerpo. Generalmente, es posible colocarle al niño un ojo artificial en las siguientes tres a seis semanas de la cirugía, aunque lamentablemente no podrá recuperar la visión de ese ojo.
Es importante detectar el retinoblastoma lo antes posible, ya que casi todos los niños se pueden curar si el cáncer no se ha diseminado fuera del ojo. Por eso, si observas algún tipo de anormalidad en los ojos o en la visión de tus hijos, no te esperes y llévalo lo antes posible con un médico especializado en la vista o con su mismo pediatra, que podría referirlo a un oftalmólogo especializado en enfermedades de los ojos en los niños.
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