Si un bebé comienza a perder contacto visual con las personas a su alrededor, podría ser una señal temprana de autismo, de acuerdo a un estudio reciente. Aunque es difícil que los padres puedan detectar las señales por sí solos sin una evaluación profesional, es preciso que estén al tanto sobre todo si el bebé tiene un riesgo elevado de desarrollar autismo (como si tiene un hermano que ya lo padece). Debido a que las terapias para esta condición funcionan más eficientemente cuando el cerebro está en desarrollo, lo mejor es actuar a tiempo para que el niño reciba tratamiento lo más pronto posible.
El autismo es un trastorno neurológico y de desarrollo del cerebro complejo, incluido dentro de un grupo conocido como los trastornos del espectro autista (TEA). En la actualidad, afecta a 1 de cada 88 niños en Estados Unidos solamente (y a 1 de cada 54 varones), lo que hace que esta condición sea más común que los casos pediátricos de cáncer, diabetes y SIDA combinados. Los niños que sufren de autismo tienen problemas para comunicarse y relacionarse con los demás, y suelen presentar conductas repetitivas. Algunos tipos de autismo, como el síndrome de Asperger son leves, mientras otros son mucho más graves.
Hasta el presente, el origen del autismo no ha podido determinarse. Algunos estudios sugieren que pudiera ser genético, mientras otros señalan que es resultado de una lesión o una anormalidad cerebral durante el desarrollo del bebé en el útero o temprano en la infancia. Otros médicos estiman que puede deberse a niveles anormales de algunos químicos neurotransmisores (como la dopamina y la serotonina), que envían mensajes entre las células del cerebro y los nervios, e incluso a infecciones o efectos ambientales.
En todo caso, como se desconoce la causa exacta del autismo, no hay manera de tomar medidas para prevenirlo. Tampoco tiene cura, aunque puede mejorarse mediante el tratamiento adecuado a base de educación especial, terapia y ciertos medicamentos.
Se sabía que la falta de contacto visual era una señal clave del autismo, pero no estaba claro en qué momento comenzaba. El autismo por lo regular se diagnostica guiándose por una lista científica diseñada para niños de 16 a 30 meses, según Autism Speaks.
Los síntomas del autismo suelen notarse antes de los tres años, pero como en casi todas las enfermedades, mientras más pronto se empiece el tratamiento, mejores son los resultados. Y un estudio realizado en el Centro del Autismo Marcus del Children’s Healthcare en Atlanta revela que una señal importante del autismo puede empezar a notarse mucho antes, a veces a los dos meses de vida.
Los hallazgos del estudio se publicaron en la edición en línea del 6 de noviembre en la revista Nature, pero se necesitan hacer más estudios para confirmarlos.
Según Warren Jones, autor del estudio, las señales del autismo se pueden observar y medir en los primeros meses, y podrían estar asociadas con la gravedad de la enfermedad. Esto puede ser importante para tratarla, porque las terapias para el autismo funcionan mejor cuando el cerebro está todavía en desarrollo.
“Por primera vez tenemos indicaciones de que es posible identificar algunos de los signos del autismo en los primeros meses de vida. Esta ventana temprana sobre el desarrollo de la enfermedad podría ofrecer una oportunidad, que antes no sabíamos que teníamos, para una intervención temprana”, explica Jones.
De los 110 bebés que se inscribieron en el estudio, 59 se consideraban que estaban en un riesgo elevado para desarrollar autismo, porque tenían un hermano autista. Los otros 51 bebés se consideraban en un riesgo bajo. El seguimiento se les hizo hasta los tres años.
El estudio examinó los 110 bebés hasta los tres años, y descubrió que a los que más adelante se les diagnosticó autismo empezaron a mostrar una disminución constante para hacer contacto visual con otras personas a partir de los dos meses. Y esa falta de contacto visual o de fijar la vista es una señal de advertencia de que el niño puede padecer de autismo y de la secuela de trastornos que conlleva.
Cuando los niños tenían tres años, sólo a uno del grupo con riesgo bajo se le diagnosticó autismo. En el grupo con riesgo elevado se les diagnosticó autismo a 12 niños.
En el estudio, los investigadores utilizaron una tecnología de seguimiento en el ojo para medir la forma en que los bebés miran y responden a los estímulos sociales. Se halló que a partir de los dos meses, los bebés empezaron a mostraron una disminución constante en el contacto visual con otras personas, cuando observaban videos de interacción humana.
Aunque el contacto visual es clave para la interacción y el desarrollo social del niño, los investigadores advierten que es difícil que los padres puedan notarlo por sí solos a una edad tan temprana como los dos meses, y tampoco deben preocuparse si su bebé no mira a los ojos a cada momento.
El problema sólo puede detectarse mediante una tecnología especializada y mediciones repetidas. Si tu hijo tiene un riesgo elevado de padecer de autismo, o si te preocupa algún síntoma, habla con el pediatra lo antes posible. Recuerda que un diagnóstico temprano tiene implicaciones profundas en el tratamiento de los niños autistas.
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