En países como México el agave es una planta muy común que se puede encontrar en muchos paisajes. Es parte de las vistas que regalan los desiertos del Norte de América y aunque comúnmente se ha usado para crear bebidas alcohólicas, como el famoso Tequila, desde hace siglos se han utilizado sus propiedades curativas y medicinales.
El agave generalmente se ha asociado a los paisajes mexicanos, donde las manos campesinas tocan constantemente las tierras secas para cosecharlos y, tras limpiar sus puntas, llevarse las piñas (el centro de la planta, en forma de bola) y finalmente procesarlas, por ejemplo, hacen diferentes tipos de bebidas, que extraen de diferentes tipos de agaves (el mezcal y el pulque).
Pero muchas partes de esta planta sirven, al tener hojas fuertes, duras y carnosas (es una suculenta), las fibras se usan para fabricar muebles o textiles y por supuesto con fines medicinales (como la sábila que es cercana aunque pertenece a otra familia, pero que también cura heridas o quemaduras en la piel, por ejemplo). No en vano ha sido una planta que crece tan arduamente en zonas con poca agua y es parte importante de una cultura tan abundante como la mexicana.
Pero el agave crece además en algunas partes de Estados Unidos y en Sudamérica (incluso en zonas tropicales) y dentro de esta familia, hay unas 160 a 200 especies diferentes.
Además del tequila, ¿qué otros usos tiene?
Antes de que quieras saltar de la emoción porque unos buenos tragos de tequila te podrán también curar de otros males tienes que saber primero que es muy diferente el proceso químico que lleva el crear una bebida alcohólica a encontrar propiedades medicinales en esa misma planta. Además, no todas la especies de agave se pueden usar para transformarse en alcohol.
De hecho, uno de los usos más difundidos que se le ha dado al agave es dentro de la rama de los endulzantes, intentando sustituir otros azúcares que son dañinos para la salud. Es común ver mieles de agave que pretenden usarse en el mercado como azúcares más sanos que los refinados de la caña, por ejemplo.
Este néctar de agave sí viene del mismo agave que produce el tequila (Agave azul o tequiliana) pero está altamente procesado y es casi dos veces más dulce que el azúcar regular. Tiene 60 calorías por cucharada en comparación con las 40 que tiene la misma cantidad de azúcar normal. O sea que o usas muy poco o no será un buen suplemento (ni más saludable) para endulzar los alimentos.
Y es que el proceso original era hirviendo la savia por muchas horas, que lo hacía más sano y tradicional, pero hay muchos que están muy procesados, con mucha fructosa que se deriva del almidón y necesitan muchos químicos para refinarlo y convertirlo en fructosa química. Así que si padeces diabetes, quieres reducir tu consumo de azúcar o bien, bajar de peso, no es una opción más saludable para endulzar y menos en grandes cantidades.
Demasiada azúcar, como sabemos, puede llevar a las caries, a la obesidad y a problemas que se derivan de esta como el síndrome metabólico, la diabetes y la hipertensión. Se recomienda usarla siempre con moderación.
De acuerdo a la Asociación Americana del Corazón, las mujeres deben limitar su consumo de azúcar agregado al equivalente a 100 calorías diarias provenientes del azúcar y los hombres máximo a 150 calorías . Esto equivale a aproximadamente 6 y 9 cucharaditas de azúcar de mesa por día, respectivamente.
¿Medicina? Qué dice la ciencia
Según un estudio que se publicó en la prensa mexicana en 2007, un grupo de químicos de la Universidad de Guadalajara descubrió que algunos compuestos que se derivan del agave azul son una forma más natural para que ciertos medicamentos lleguen hasta el colon.
Muchos medicamentos se desintegran en el estómago por los fuertes ácidos y no llegan al intestino, donde se espera que se absorban. Así que la idea es que haya un portador que resista estos ácidos y lleve la medicina hasta el colon, cosa que no había sido fácil encontrar.
Dentro de los compuestos del tequila, o de la fruta del agave azul, hay polisacáridos (o polímeros de la fructosa) que se llaman fructans, estos son capaces de resistir la destrucción en el estómago y llevar medicamentos intactos al colon, donde serían absorbidos y entonces podrían contribuir a los tratamientos para el síndrome del colon irritable, la colitis ulcerativa e incluso al cáncer.
Estos mismos fructans, podrían ayudar a que el cuerpo absorba también mucho más eficientemente el calcio, por ejemplo, lo que contribuiría a la lucha contra la osteoporosis, según un estudio publicado por la Sociedad Química Americana (ACS, por si siglas en inglés)
Por otra parte, un reporte en Medscape se refiere a la miel de agave como un buen remedio para la tos en los niños muy pequeños (generalmente menores a un año) y aunque en realidad lo usan como un placebo porque no han corroborado bien si en verdad tiene efectos medicinales en este grupo, es mejor que nada, según los expertos en la publicación JAMA Pediatrics. Aseguran que no tienen ningún otro tratamiento para combatir estos síntomas en los bebés y en los niños muy pequeños que sean una verdadera alternativa para reducir el uso innecesario de los antibióticos.
Si seguimos en el tema de los niños, se sabe que el riesgo mayor que tienen es el de desarrollar reacciones alérgicas por estar en contacto directo con este tipo de plantas, en cuyo caso tendrían una dermatitis o un heridas por lastimarse o tocar un agave (que es duro y tiene espinas). De ahí en fuera y del cuidado que deben tener los diabéticos con la miel de agave, generalmente es una planta segura, que causa pocas reacciones secundarias o interacciones con otras sustancias.
Sin embargo, todavía hace falta mucha investigación para conocer más de ella, porque fuera de los usos que tradicionalmente se le han dado como generadora de bebidas embriagantes o fibras para textiles, conocemos poco de este solitario habitante del desierto americano.
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