El cáncer del ovario es el que más muertes produce de todos los que afectan al sistema reproductivo femenino. Se estima que una de cada 57 mujeres en los Estados Unidos desarrollará este tipo de cáncer, que puede tratarse de manera eficaz si se detecta a tiempo. Pero desafortunadamente, la mayoría de las veces se detecta cuando ya se encuentra en una etapa avanzada. Cuanto más conozcan los médicos sobre su origen y cuanto antes pueda detectarse, más aumentan las posibilidades de supervivencia. Por eso cualquier avance en la detección de éste y cualquier otro tipo de cáncer es una victoria de la comunidad médica y un rayo de esperanza para las pacientes. Veamos las buenas noticias que aporta un estudio reciente.
Cada año,14,000 mujeres fallecen debido al cáncer de ovario en los Estados Unidos solamente. Esta tasa de mortalidad tan alta se debe en gran parte a que no da síntomas en la primera etapa y a la escasez de pruebas clínicas para detectarlo. Por esta razón a la mayoría de las pacientes se le detecta el cáncer de ovario en una etapa ya avanzada, como demuestran los resultados de una prueba realizada por el National Cancer Institute y que se presentaron en junio de este año 2011. Precisamente para poder detectar lo antes posible al cáncer de ovario, dicho instituto ha subvencionado una serie de estudios en varios centros y hospitales de los Estados Unidos.
Uno de ellos, realizado en el Bringham and Women’s Hospital, de Boston, Massachusetts, detectó que la mayoría de los cánceres del ovario de tipo seroso (un tipo de cáncer del ovario que es mortal), se originan en las fimbrias de las trompas de Falopio (que son las extremidades filamentosas al final de las mismas y que rozan los ovarios), en lugar de originarse en la superficie del ovario en sí.
El descubrimiento es significativo porque impulsa nuevos estudios que se centrarán en las trompas de Falopio y su relación con el cáncer del ovario y además porque los médicos podrán optar por eliminar ya sea las trompas en su totalidad o solamente las fimbrias como un tipo de cirugía preventiva para reducir los riesgos de las mujeres ya propensas a contraer un cáncer de tipo seroso.
Mientras continúan las investigaciones, conviene que sepas si tienes algún factor de riesgo que te predisponga a este tipo de cáncer. Estos son: 1) el haber tenido alguien cercano a la familia con este tipo de cáncer; 2) ser obesa y 3) recibir terapia de reemplazo hormonal.
Si tienes un alto riesgo de contraerlo, habla con tu doctor sobre las siguientes formas de prevenirlo:
- Tomar anticonceptivos orales, ligarte las trompas o que te hagan una histerectomía (quitarte el útero, la matriz)
- Cirugía (quitarte los ovarios sanos de forma preventiva).
¿Además de estos métodos, hay algo más que puede hacerse para prevenirlo? Por supuesto que sí. Lo mejor es mantener un estilo de vida saludable que te ayudará a prevenir muchas otras enfermedades, además del cáncer del ovario:
- El ejercicio es vital: 30 minutos de actividad física moderada te ayudarán a controlar además el colesterol, la diabetes, la obesidad y la hipertensión.
- Consume una dieta balanceada y sana: que incluya granos integrales, frutas y vegetales y evita el exceso de grasas saturadas, las grasas trans, el sodio y el azúcar.
- Mantén tu peso dentro de los límites establecidos para tu altura y estructura ósea. El exceso de peso te pone en mayor riesgo de tener colesterol alto, hipertensión, diabetes y de desarrollar un ataque cerebral.
- Si fumas, deja el cigarrillo de inmediato. Fumar produce cáncer en los pulmones y la boca, y aumenta significativamente las posibilidades de desarrollar cáncer del ovario.
Aún cuando se tomen todas las medidas y precauciones, es posible que se desarrolle un cáncer. Cuando el cáncer del ovario se descubre en una etapa temprana las posibilidades de recuperación son altas (un 93%), pero solamente si se detecta a tiempo, que sucede en un 20% de los casos. Para que estés preparada, éstas son las señales de aviso:
- Sensación de peso en la pelvis.
- Dolor en la parte baja del abdomen.
- Hemorragias vaginales.
- Aumento o pérdida de peso.
- Períodos menstruales anormales.
- Dolor de espalda sin explicación que empeora.
- Gases, náusea, vómitos o pérdida del apetito.
Ten en cuenta estas señales y consulta con un ginecólogo si tienes cualquier síntoma. Además, recuerda acudir periódicamente a los controles ginecológicos, para poder detectar cualquier anormalidad lo antes posible, no sólo en los ovarios sino también en los senos y en tu sistema reproductivo en general.
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