- La FDA ya ha probado dos anticuerpos monoclonales, aducanumab y lecanemab, y está previsto que llegue un tercero, donanemab, que consiguen retrasar la progresión del Alzheimer
- Se está avanzando también en la investigación de biomarcadores que permitan con un simple análisis de sangre diagnosticar la enfermedad de Alzheimer
- Se estima que más de seis millones de estadounidenses de todas las edades tienen Alzheimer actualmente
La enfermedad de Alzheimer es una afección neurodegenerativa que, de manera sigilosa, arrebata lo más preciado de un individuo: sus recuerdos, su identidad y su capacidad de interactuar con el mundo que lo rodea. El Alzheimer no solo afecta a quienes lo padecen directamente, sino también a sus seres queridos y a toda la sociedad en su conjunto, convirtiéndose en un reto médico, social y económico de magnitudes colosales.
Se estima que más de seis millones de estadounidenses de todas las edades tienen Alzheimer y que cerca de 500.000 nuevos casos de esta enfermedad serán diagnosticados este año. Para el año 2050 se calcula que cerca de 14 millones de estadounidenses mayores de 65 años podrían vivir con la enfermedad. Actualmente, alrededor del 10 % de los estadounidenses mayores de 70 años tienen esta enfermedad, que es la principal causa de muerte en los Estados Unidos y que solo en 2020 ocasionó aproximadamente 134.242 muertes.
Durante años, el tratamiento del Alzheimer se limitó a intentar controlar los síntomas de la enfermedad. Pero a medida que la investigación avanzó y se descubrieron las bases fisiológicas detrás de esta terrible patología, empezaron a desarrollarse los primeros fármacos que iban a la raíz del problema. Unos fármacos que en su primera generación ya están llegando a la práctica clínica y que pueden suponer un verdadero cambio en el paradigma del tratamiento del Alzheimer.
Los nuevos fármacos aprobados para el tratamiento del Alzheimer, como aducanumab y lecanemab, se basan en la eliminación de la proteína beta-amiloide -una de las características distintivas de esta enfermedad- del cerebro para reducir el deterioro cognitivo y funcional en las personas que viven con Alzheimer temprano. En el 2021 la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos aprobó el uso de aducanumab y este mismo 2023 ha hecho lo propio con lecanemab.
“Se trata de los primeros tratamientos en la historia que modifican el curso de la enfermedad. Se ha podido ver como estos anticuerpos monoclonales son capaces de reducir la beta-amiloide y que esto se traduce en un beneficio clínico”, explica el Dr. Albert Lleó, director del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau de Barcelona, en España. “Se están produciendo muchos movimientos en este sentido y ahora se espera que se pueda aprobar un tercer fármaco, donanemab. Así que en breve no tendremos un tratamiento, sino tres”.
Controversias sobre su utilización
Aunque es una buena noticia la aprobación de estos tratamientos, queda todavía mucho camino por recorrer. Este tipo de fármacos ha demostrado que, mediante la eliminación de la proteína beta-amiloide, es posible reducir la progresión de la enfermedad. “Pero todavía no estamos hablando de tratamientos curativos. En una enfermedad donde se produce una pérdida neuronal hasta ahora no podemos hablar de recuperar el daño que ocasiona la enfermedad”, añade el experto.
También se ha generado cierta controversia sobre su beneficio real para los pacientes. Tanto es así que el primero de ellos, aducanumab, no ha recibido el visto bueno por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), aunque se espera que lecanemab si lo consiga. “El problema es que en el caso de lecanemab estamos hablando de una reducción de la progresión de la enfermedad a los 18 meses de un 27% y de un 35 % en el caso de donanemab, que es el otro fármaco que pronto se espera aprobar. Los expertos se plantean si esta reducción es suficiente teniendo en cuenta que se trata de tratamientos de un elevado coste y que su administración no es sencilla”, apunta el Dr. Lleó.
Pero a pesar de estas dudas, el experto no duda en resaltar la importancia que ha tenido la llegada de esta primera generación de anticuerpos para el Alzheimer. “Hasta ahora no había ningún tratamiento que atacase directamente la enfermedad, solo nos limitábamos a intentar controlar en la medida de lo posible los síntomas. Pero ahora ya disponemos de los primeros fármacos que actúan a nivel biológico en el Alzheimer”.
Los anticuerpos anti-amiloides no obstante no son la única vía que se está explorando actualmente. “Ahora mismo hay aproximadamente 170 estudios activos sobre el Alzheimer. Es cierto que los anti-amiloides están en la recta final, pero le siguen en la estela otros como los que actúan contra la proteína Tau, que también tiene un papel muy importante en el desarrollo de esta enfermedad, así como muchos otros medicamentos que se está estudiando cómo pueden impactar en el Alzheimer”.
El Dr. Albert Lleó señala que estamos todavía muy al inicio del tratamiento del alzhéimer y que falta mucho por saber, pero cree que una de las claves puede ser la combinación de diferentes fármacos que permitan una personalización de las terapias. “Muy posiblemente los anti-amiloides serán la base, pero luego se añadirán tratamientos en función del tipo de Alzheimer del paciente, ya que no es lo mismo una persona joven que con 50 años desarrolla la enfermedad y que puede tener condicionantes genéticos que otro de 80 años diabético con problemas vasculares”.
Avances en el diagnóstico
Aunque los tratamientos del Alzheimer han sido los que han visto como se ha producido una gran revolución en los últimos años, también ha habido importantes mejoras en el campo del diagnóstico y así lo destaca el experto neurólogo. “Se ha avanzado mucho en poder diagnosticar la enfermedad a través del líquido cefalorraquídeo, aunque este método tiene sus limitaciones debido a que es necesario realizar una punción lumbar y es un procedimiento muy invasivo”.
Para conseguir llegar a más pacientes se están desarrollando estrategias menos agresivas y una de las que está demostrando que puede obtener importantes resultados es el diagnóstico de la enfermedad a través de un análisis de sangre. “Esto nos permitiría hacer un diagnóstico más rápido y sencillo del que ahora mismo estamos haciendo, pero para eso es necesario que podamos avanzar en el desarrollo de biomarcadores”.
Y es que el poder identificar ahora a los pacientes de Alzheimer en una fase precoz de la enfermedad, cuando ya disponemos de los primeros fármacos que son capaces de retrasar su progresión, se ha vuelto un aspecto de gran trascendencia en la estrategia para combatir esta terrible enfermedad.
Por Miguel Ramudo
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