Miles de personas mueren o sufren quemaduras graves cada año debido a los incendios. Gran parte de los fuegos accidentales se originan en el hogar, y en muchos casos en el área de la cocina. Y como un accidente le puede suceder a cualquiera es hora de que protejas tu casa y tu familia, tomando algunas precauciones sencillas.
Mientras Carmen estaba calentando aceite para preparar un sofrito (para freír algo), sintió gritar a su niña de dos años en la sala de estar contigua a la cocina. Solo le llevó unos segundos comprobar que estaba bien, pero de vuelta a la cocina se encontró la sartén en llamas. Por suerte, Carmen actuó rápido y pudo controlarlas con la tapa de la sartén y una manta grande. Si se hubiera demorado un poco más, toda la cocina y la casa podrían haberse destruido, y peor aún, ella y la niña podrían haber sufrido quemaduras severas.
Descuidos como el de Carmen cuestan vidas y pérdidas materiales todos los días. Según datos del Home Safety Council (Consejo de Seguridad en el Hogar), los fuegos caseros accidentales son un peligro muy real. Cada año, aproximadamente unas 3,400 personas mueren en los Estados Unidos en fuegos caseros o a consecuencias de las quemaduras, haciendo del fuego la tercera causa de muerte accidental en los hogares. En Latinoamérica, los números son mayores. Ocho de cada diez muertes relacionadas con incendios ocurre en el hogar, precisamente en el lugar que asociamos con protección y seguridad. Pero por suerte, hay una serie de precauciones sencillas que tú y tu familia pueden tomar para evitar un fuego en el hogar.
En la cocina:
- Al cocinar, utiliza sólo los utensilios y los accesorios designados para ese propósito, y en la forma indicada por el fabricante.
- No dejes los alimentos al fuego desatendidos. Si se queman, pueden provocar un incendio.
- Sobre todo, no salgas de la cocina si estás friendo alimentos o cocinándolos a la parrilla. Si estás horneándolos o hirviéndolos, chequéalos regularmente.
- Trata de mantener a los niños pequeños alejados del área mientras cocinas. Si no te es posible, supervísalos todo el tiempo.
- Mantén fuera de las fuentes de calor los objetos inflamables, incluyendo agarraderas, paños y guantes de cocina, utensilios de madera y de papel y bolsas plásticas.
- Mantén limpios el horno, las hornillas y la superficie del fogón.
- Coloca el horno de microondas en una superficie adecuada, y nunca uses papel de aluminio ni objetos de metal para calentar los alimentos.
- Si ocurre un fuego en el interior del horno o del microondas, apágalo inmediatamente y desconéctalo si es posible. Deja la puerta cerrada hasta que las llamas se apaguen. Si la abres, el fuego puede propagarse.
- Si se enciende la grasa en una olla o sartén, ponle enseguida la tapa encima para extinguir las llamas y apaga la hornilla. Usa un guante de horno para sujetar la tapa para no quemarte las manos.
- Mientras cocinas, no uses ropa con mangas amplias y largas, que pueden enredarse con los mangos de las ollas o prenderse con el fuego.
Ten mucho cuidado con los cordones y electrodomésticos:
- Si usas cordones eléctricos de extensión, asegúrate de no recargar los circuitos.
- No coloques los cordones eléctricos debajo de las alfombras, sobre clavos o en áreas de mucho tráfico casero, y chequéalos regularmente. Si echan chispas, emiten un olor extraño o se ven rotos o raídos, desconéctalos inmediatamente y haz que los reemplace un profesional.
- Reemplaza cualquier herramienta o aparato eléctrico si se recalienta, si echa humo o si emite algún shock eléctrico. Y no los coloques en pisos o superficies mojados.
- Usa tomas “a prueba de niños”, y no permitas que tus hijos jueguen con enchufes, tomas, cordones y artefactos eléctricos (como calentadores, planchas, etc.).
- No coloques calentadores portátiles cerca de materiales inflamables, como muebles o cortinas. Debes dejar un espacio de unos tres pies.
- Si no es imprescindible que un aparato eléctrico se mantenga conectado todo el tiempo, desconéctalo cuando no esté en uso.
Ojo también con los cigarrillos y las velas:
- Coloca los fósforos o cerillas y los encendedores fuera del alcance de los niños.
- Guárdalos en sitios altos, preferiblemente en armarios cerrados. Y no dejes que los niños jueguen con ellos ni con las velas.
- Nunca fumes en la cama, ni dejes desatendidos en el cenicero los cigarrillos encendidos. Es más, mejor no fumes.
- No vacíes en el bote de basura cenizas ni cigarrillos encendidos.
- Mantén los ceniceros lejos de los muebles tapizados y de las cortinas.
- Si vas a encender velas, usa candeleros fuertes de metal, cristal o cerámica, situados fuera del alcance de los niños y de las mascotas. Coloca las velas de manera que no se volteen fácilmente, y no salgas jamás de la casa sin apagarlas.
- No alumbres el árbol de Navidad con velas encendidas.
Las alarmas y los extinguidores son una inversión en seguridad:
- Instala alarmas de incendios en todos los pisos de la casa, incluyendo el sótano si lo tienes, y sobre todo cerca de los dormitorios. Recuerda reemplazar las pilas una vez al año para que siempre estén funcionando bien.
- Prueba las alarmas una vez al mes para asegurarte de que funcionan apropiadamente.
- Instala en tu casa un extinguidor de incendios, pero recuerda que es necesario saber usarlo. Todos los adultos de la casa y los niños de edad suficiente deben aprender a usarlo.
- Diseña un plan para el escape de la familia en caso de que ocurra un incendio. Haz que los niños tomen parte activa en el plan, y practícalo cada seis meses, de día y de noche. Describe mínimo dos formas diferentes para escapar de cada habitación, y designa un sitio seguro frente a la casa para que todos se reúnan después de escapar del fuego. Si los niños tienen suficiente edad, es importante que les enseñes cómo escapar por sí solos en caso de que no puedas ayudarlos.
Muchos piensan que los incendios son inevitables. Pero no necesariamente es así. Tú mismo(a) puedes hacer mucho para evitarlos o para impedir que se propaguen. La clave es tener cuidado en muchas de tus actividades de la vida diaria para que no ocurran accidentes, como: vigilar regularmente las áreas y los objetos “peligrosos” y buscar soluciones con anticipación. Cualquier precaución es poca a la hora de hacer de tu hogar el lugar más seguro del mundo para ti y tu familia.
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