Es posible que, a la hora de medicar a tu hijo/a, debas convertirte en un experto o experta en comprensión y negociación y que utilices todas tus herramientas de persuasión y convencimiento para hacerle entender que de ese modo se sentirá mejor y su malestar pasará más rápido. Si ya has pasado por esto, aquí te damos algunas recomendaciones para que tu hijo/a tome su medicina sin que la devuelva en el intento.
“Medicar a Teo es casi imposible, cuando llega la hora de darle su medicina debo tirarme sobre él, taparle la nariz hasta que abra la boca y así, entre gritos y llantos, darle el jarabe”, me comentó angustiada la mamá de Teo, frustrada por los intentos fallidos de administrarle la medicina a su hijo de un modo menos violento, sin importar los sabores dulces y frutales que éstos tuvieran.
Ciertamente, las medicinas actuales para niños/as suelen tener sabores más agradables para que este tipo de situaciones no se presenten. Sin embargo, es común que muchos niños y niñas se resistan a tomarlas y la tarea se complique, más aún cuando no están en edad de comprender lo imprescindible que eso puede ser para que se curen y se sientan bien.
Si has pasado por esto, no te desanimes. Hay muchas cosas que puedes hacer para que la medicina tenga un sabor más agradable. Por ejemplo, estas son algunas sugerencias para lograr que tu hijo/a tome su remedio, sin que lo devuelva en el intento:
- Conserva la medicina en el refrigerador antes de dársela, ya que el frío disimula el sabor fuerte o desagradable del medicamento. Pero, como la refrigeración puede alterar la efectividad de ciertas drogas, es conveniente que lo consultes previamente con el médico o farmacéutico.
- Si el problema es el sabor, también puedes mezclar la medicina con un poco de jugo o alguna comida blanda, como budín, puré de manzanas o yogurt, aunque también conviene que le preguntes al médico o el farmacéutico si la efectividad del medicamento se verá afectada al mezclar el medicamento con comida o líquidos. Asegúrate de que la cantidad de alimento sea muy pequeña y de que el niño o la niña coma toda la porción, para que reciba la totalidad de la dosis. Si se trata de un bebé pequeño, no mezcles el medicamento en el biberón, ya que si no se lo termina podría no recibir la cantidad de medicina indicada.
- Si eliges utilizar una jeringa para darle la medicina a tu hijo/a, una buena técnica es ir administrando el medicamento poco a poco, en las zonas de la boca donde no hay papilas gustativas sensibles a los sabores amargos, como en la parte interior del cachete o la parte posterior de la lengua.
- Si nada de eso te funciona, algunas farmacias ofrecen saborizantes –de chocolate, cereza, uva y goma de mascar, por ejemplo- que pueden mezclarse con la medicina para facilitar que la tomen. En estos casos, sólo es necesaria una pequeña cantidad de saborizante para disfrazar el sabor del medicamento. Hay quienes opinan que esta mezcla puede disminuir la efectividad de la droga, por eso, antes de utilizar saborizantes también es conveniente consultarlo previamente con el farmacéutico o el médico.
- Si tu hijo/a tiene dificultad para tragar medicamentos en pastillas o en cápsulas, puedes aplastarlas (machacarlas) y mezclarlas con alimentos blandos, pero antes pregúntale al médico o farmacéutico si es conveniente, ya que es posible que al triturar el medicamento su efectividad se vea afectada.
Es importante que vayas educando a tu hijo/a sobre la necesidad de tomar medicamentos cuando se necesitan como lo indica el médico. Aunque no lo comprenda del todo, explícale cómo la medicina puede ayudarlo a sentirse mejor y a mantenerse saludable, y no le digas que es una golosina, ya que si le gusta el sabor podría querer consumirla en cualquier momento.
Y si a pesar de seguir estos consejos, tu pequeño/a no logra tragarse la medicina o la vomita, no le vuelvas a dar otra dosis, llama al médico lo antes posible, para que reemplace el medicamento y/o te indique qué hacer.
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