Tan pronto como el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco, salieron a relucir todo tipo de detalles tanto de su obra religiosa como de su vida personal, salud incluida. A Bergoglio, de 79 años, le fue extirpado un pulmón a los 21 años y muchos se preguntan: ¿cómo hace todo lo que hace con un solo pulmón?
Cualquier detalle sobre el Papa se ha convertido en noticia de primera plana, incluidos los pormenores de su salud. A pocas horas de su elección, ya se sabía que había sido operado de un pulmón desde muy joven. Así pues, el primer papa del continente americano, el primer jesuita y el primer Francisco, se convirtió en el primer pontífice con un pulmón. Algo que no parece haber afectado en lo más mínimo su intensa labor pastoral y comunitaria hasta la fecha, ni tampoco su capacidad para enfrentar el enorme reto del papado.
Según confirmó Thomas Rosica, el segundo portavoz del Vaticano, la cirugía se realizó cuando Bergoglio tenía 21 años y solamente se extirpó “gran parte de un pulmón”, según aclara su biógrafo Sergio Rubin. Y aunque la causa exacta se desconoce, se especula que pudo haber sido una infección o incluso, tuberculosis. Hoy en día, habitualmente las infecciones del pulmón se tratan con antibióticos, pero en aquel momento la cirugía era la primera opción de tratamiento cuando el órgano se consideraba seriamente afectado. Lo que sí se sabe es que Bergoglio quedó completamente curado y todos los que lo conocen desde hace décadas lo han visto siempre con buena salud, y sin ningún impedimento aparente.
No obstante, el interés despertado en el tema deja algunas preguntas: ¿cómo se vive con un pulmón? ¿Qué calidad de vida tiene el paciente después de la cirugía? Para que entiendas mejor lo que sucede, vamos a hablar primero un poco sobre tus pulmones.
Los órganos más importantes de tu sistema respiratorio
Respirar es vital para la vida. Inhalamos y exhalamos el aire sin apenas darnos cuenta de la importante función que ocurre mientras nuestro pecho sube y baja rítmicamente. El intercambio gaseoso (es decir, el recibir oxígeno con la inhalación y expulsar dióxido de carbono cuando se exhala) es la función más importante de los pulmones, dos órganos esponjosos en forma de cono, situados a ambos lados de la caja torácica.
Los pulmones están divididos en secciones o lóbulos. El derecho tiene tres, es ligeramente mayor en tamaño y es también el responsable de la mayor parte de la función respiratoria (un 55%). El izquierdo tiene solamente dos lóbulos y es ligeramente menor que el derecho ya que debe compartir el espacio de la cavidad con el corazón. El espacio estrecho que queda entre la pared de la cavidad torácica y los pulmones se denomina el espacio pleural (la pleura es la membrana que recubre los pulmones). Si se acumulan aire o líquido en este espacio, ponen presión sobre los pulmones, que entonces tienen dificultades para expandirse y hace más difícil la respiración.
Cuando hay que extirpar un pulmón
El tipo de cirugía que se utiliza para extirpar un pulmón se denomina neumonectomía. Actualmente, la causa principal para realizar una neumonectomía sería un tumor maligno ocasionado por un cáncer del pulmón. A veces, sólo es necesario extirpar una sección o lóbulo (o más de uno), y en ese caso la cirugía recibe el nombre de lobectomía.
Hace algunos años, cuando todavía no existía el uso generalizado de los antibióticos, muchas de las infecciones de los pulmones, incluyendo la neumonía (pulmonía) y la tuberculosis, se trataban extirpando el pulmón dañado (neumonectomía), o porciones del mismo (lobectomía). Este fue el caso del Papa Francisco, aunque como ya dijimos, no sabemos exactamente qué infección provocó la extirpación o si ésta fue total o parcial.
¿Cómo afecta la neumonectomía la calidad de vida del paciente?
Al extirpar uno de los pulmones, se pensaría que la capacidad pulmonar del paciente se reduciría por lógica a la mitad, pero no es así. Como por lo general no utilizamos los pulmones a su capacidad total cuando respiramos normalmente, nos queda mucha reserva. Cuando se elimina uno, el pulmón restante tiende a expandirse y trabajar más para compensar la falta del otro.
Cuando el paciente que ha tenido una neumonectomía no padece ninguna otra condición de salud, puede recuperar en un periodo corto de tiempo la capacidad respiratoria que tenía antes de la cirugía hasta en un 80 por ciento. El proceso se agiliza con la terapia y el ejercicio físico adecuado. Por supuesto que el ejercicio muy intenso se le hará más difícil, sobre todo si vive en ciudades de gran altitud por encima del nivel del mar. Por ejemplo, al subir escaleras, le faltará el aire antes que a las personas que tengan sus dos pulmones, pero la diferencia entre ambas apenas se notará cuando se realizan actividades normales que no requieran un esfuerzo ni intenso ni prolongado.
Hay otros detalles a considerar. A veces, el pecho de los pacientes que han tenido una neumonectomía pierde la simetría y queda disparejo. Esto puede suceder por varias razones. Una, debido a que el nervio cercano al diafragma se dañe durante la cirugía lo que causa que el pecho suba y baje de forma desigual al respirar. La otra y más importante, es que al quitar el pulmón, queda un espacio vacío que tienden a ocupar el pulmón restante, otros órganos cercanos como el corazón y el hígado, así como algunos líquidos hasta que se llena la cavidad. El desplazamiento de los órganos puede causar una curvatura en la columna vertebral de unos 15 a 30 grados hacia el lado del pulmón extirpado (la curvatura se detecta con mayor facilidad si se observa al paciente de espaldas).
En ocasiones, el desplazamiento de los órganos puede traer como consecuencia que el pulmón restante se impacte contra la columna vertebral, y para solucionarlo, será necesario realizar otra cirugía para colocar los órganos en su lugar y rellenar los espacios vacíos con implantes (como los que se utilizan en la cirugía para los senos), buscando la simetría anatómica necesaria.
Si el pulmón extirpado es el izquierdo (más pequeño) el paciente tiene mayores probabilidades de recuperar su capacidad respiratoria. También tiende a sufrir menos de asimetría y de desplazamiento de órganos dentro de la cavidad torácica.
En la actualidad, la mayoría de los casos de neumonectomía se deben a tumores malignos relacionados con el cáncer del pulmón y muchos de los pacientes han sido fumadores. La capacidad de recuperación del pulmón restante se ve muy comprometida en estos casos, no por el procedimiento, sino por los estragos que ha causado el hábito de fumar en la salud general del paciente y en particular, la de sus pulmones.
Fumadores o no, los pacientes que han tenido una neumonectomía deben tener una serie de cuidados para proteger el buen funcionamiento del pulmón restante:
- No fumar, o dejar de fumar de inmediato si la persona es fumadora y evitar inhalar humo de segunda mano
- No exponerse a aire contaminado o con partículas grandes (como el caso de vivir cerca de cementeras o sitios de construcción)
- Cuidar la salud del corazón. Esto implica vigilar la presión arterial, el nivel de colesterol, comer con poca sal, y hacer ejercicios con regularidad
- Vacunarse cada año contra la gripe o influenza
- Evitar el contacto con personas que sufran enfermedades contagiosas
Es posible llevar una vida normal y productiva después de perder un pulmón. El Papa Francisco lo ha demostrado excelentemente. Pero indudablemente, lo ideal es cuidarlo los pulmones para evitar una cirugía extrema. El hábito de fumar, la causa principal del cáncer del pulmón, a su vez el motivo más importante para realizar una neumonectomía en la actualidad, sí puede evitarse. Aléjate del cigarrillo para que nunca tengas que pasar por la experiencia de vivir con un pulmón.
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