Si la educación es una forma de preparación para la vida adulta, los padres no sólo son los primeros sino los profesores lógicos y naturales del niño. Por eso, es importante que te involucres en la educación de tus hijos desde el primer momento, más aún si tienen algún tipo de discapacidad. Es tu derecho, no lo desaproveches y, si es necesario, busca ayuda y prepárate para poder ofrecerle una mejor guía. Para empezar desde el hogar, aquí te damos algunos consejos sobre cómo educar a tu niño con discapacidad visual.
Si tienes un niño o niña con algún tipo de discapacidad, es normal que tengas sensaciones contradictorias, que pierdas la paciencia, que sientas rabia, miedo, tristeza e impotencia. Todo eso es natural, pero también es cierto que de ti depende mucho cuánto progresen estos niños en su desarrollo y cuán independientes logren ser cuando lleguen a una edad adulta.
Existen distintos tipos de discapacidad visual, que van desde no ver bien hasta no ver absolutamente nada. De acuerdo al tipo de impedimento que tenga tu niño o niña, hay distintas cosas que puedes hacer para ayudarlo a crecer y a desenvolverse en la sociedad de una manera más integrada y menos limitada.
Seguramente en tu comunidad existen organizaciones especializadas y grupos de padres y personas que están en tu misma situación. No sientas vergüenza en acudir a ellos y expresarles tus temores: no es fácil convivir con un niño que necesita una atención especial, y las mismas dudas que tú tienes con respecto a la crianza de tu niño o niña es posible que ya la hayan tenido otros padres que están o han estado en tu misma situación.
Responsabilidades: ¿sí o no?
Una de las preocupaciones principales con niños no videntes es, por ejemplo, si conviene o no delegarles responsabilidades en el hogar. ¿Por qué no? ¿No esperas que un niño te ayude a recoger los platos o que guarde todos sus juguetes antes de irse a dormir? ¿Entonces, porque no esperarías lo mismo de un niño que tiene problemas para ver?
Regla número uno: no lo subestimes. Con amor y paciencia exígele igual que a otro niño cualquiera, dentro de sus limitaciones. Si reduces tus expectativas y lo tratas como a un minusválido, le estás transmitiendo el mensaje de que no puede o que sus posibilidades son menores que las de otros niños, y ése es un mensaje muy negativo y perjudicial para su autoestima.
Por el contrario, evalúa qué cosas consideras que debería hacer un niño de la edad que tiene tu hijo o hija, y enséñale a cumplir con sus obligaciones, como lo harías con cualquier niño: vestirse solo, arreglar su cama, mantener el orden de su habitación, tú pones las reglas.
La única y la gran diferencia es que para alguien que tiene problemas visuales la vida se ve literalmente diferente y por eso necesitarás ayudarlo más que al resto, sobre todo al principio, hasta que aprenda a valerse por sí mismo. Trata de imaginar tú mismo cómo ve al mundo tu niño, pero no para lamentarte o sentirte limitado, sino para descubrir cómo puedes facilitarle cada tarea.
Recuerda que, además de la vista, tenemos otros cuatro sentidos que nos ayudan a orientarnos, a los que muchas veces no les prestamos atención porque con los ojos resolvemos la mayor parte de lo que necesitamos para actuar, pero que en el caso de las personas no videntes, se vuelven más afinados y perceptivos: los olores, los sabores y los sonidos pueden darles suficiente información para que puedan moverse sin problemas.
Al principio, será necesario que ambos trabajen en equipo hasta que el niño o niña pueda manejarse sólo. Por ejemplo: si quieres que te ayude a guardar cada cosa en su lugar, puedes indicarle dónde están y donde debería colocar los objetos (es importante que inicialmente sean de plástico u otros materiales inofensivos). Puedes guardar tú una parte y delegarle el resto. Ayúdalo con esta tarea guardando siempre las cosas en el mismo lugar.
Dependiendo del tipo de discapacidad visual, si logra distinguir algo, trata de que las paredes sean de colores claros, y utiliza objetos llamativos y contrastantes para que tu niño pueda distinguirlos. Por ejemplo, si quieres que te ayude a alimentar a la mascota, pon recipientes de colores vivos frente a una pared blanca y deja el alimento con su cuchara en un lugar visible.
Si puede ver muy poco o casi nada, entonces puedes ayudarle con diferentes texturas y ubicando botones o señales que le permitan distinguir al tacto, siguiendo con el ejemplo, cuál es el recipiente para colocar el alimento de la mascota y cuál el del agua.
Ten en cuenta que esto puede llevar un tiempo. Cuando estés seguro de que el niño ha aprendido una tarea, entonces es el momento de agregar otra responsabilidad. Por ejemplo: una vez que pueda darle el alimento a la mascota entonces puedes pedirle que también le de agua.
Por último, recuerda que las descripciones que puedas hacerle sobre el mundo que lo rodea le ayudarán a ubicarse, y le darán más vocabulario para que pueda expresarse con otras personas y para que aprenda a pedir lo que quiere.
Al mismo tiempo, tu hijo o hija estará aprendiendo a ser responsable y sabrá que, acorde a sus posibilidades, él o ella también puede valerse por sí mismo. En otras palabras, no sólo le estarás ayudando a independizarse, sino que además se sentirá útil y un participante activo en el hogar.
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