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Si una pareja se pone a dieta, pero sólo uno de ellos baja de peso, el otro puede sentir resentimiento… y eso crea a veces problemas en la relación. ¿Te ha pasado lo mismo?

Cuando Jorge y su esposa Mariana se dieron cuenta de que habían engordado demasiado, decidieron bajar de peso “en pareja”, para alentarse el uno al otro. Las cosas hubieran funcionado si no hubiera sido porque mientras él perdía cinco libras de peso (2.27 kg), ella perdía una… o ninguna. Mariana acusaba a Jorge de hacer trampa, y él replicaba cada vez más enojado. Sólo la intervención de un consejero evitó que las continuas y agrias discusiones, que solían terminar en gritos e insultos, destruyeran el matrimonio.

¿Un caso excepcional el de Jorge y Mariana? Nada de eso. No es tan raro que una relación amorosa cambie cuando uno de sus integrantes baja de peso y el otro no, y el cambio no siempre es para bien.

Un estudio reciente, coordinado por la Dra. Lynsey Romo, de North Carolina State University, y publicado en la revista Health Communication, demuestra que bajar de peso, aunque no siempre, a veces, sí genera conflictos y puede afectar negativamente una relación.

En el estudio participaron 21 parejas, en las que uno de los miembros había bajado un promedio de 60 libras (27 kg) en dos años o menos, Romo halló que en la mayoría de los casos, la relación había cambiado para mejorar. Muchas veces la pérdida de peso de uno motivó al otro a hacer lo mismo

En otros casos, sin embargo, algunos participantes se sintieron celosos o amenazados al ver la nueva figura de su pareja. Otros participantes, que no necesitaban bajar de peso y vieron que su pareja adelgazaba, resintieron el hecho de que ya no eran vistos como el modelo “saludable” de los dos.

Las parejas, que iban de los 20 a los 61 años, con una edad promedio de 38 años, bajaron de peso de forma diferente, mediante dietas, ejercicios o cirugía bariátrica. Todos respondieron en línea a las preguntas, cada participante por su cuenta.

Los mejores resultados en cuanto a la relación de pareja se produjeron cuando los dos querían hacer cambios para llevar un estilo de vida más saludable, y se animaban a bajar de peso uno a otro. Esas parejas se sintieron más unidas, tanto física como emocionalmente, después de perder peso, y la relación se volvió más positiva.

Pero si un participante (que no necesitaba o no quería bajar de peso) no apoyaba a su pareja, era acusado de poco solidario, y el efecto en la relación era negativo.

Otra cosa: aunque el miembro de la pareja que bajaba de peso solía tomar el rol de modelo a seguir para el otro, a veces se volvía regañón. En un caso, una mujer que había bajado 30 libras (13 kg)  sermoneaba continuamente a su esposo (que había subido de peso y no hacía nada para remediarlo) para que se esforzara tanto como ella por adelgazar, ya que la idea era mantenerse atractivos uno para el otro.

Los hallazgos de este estudio coincidieron con una investigación realizada por Charlotte Markey, profesora de Rutgers University, en Nueva Jersey, Estados Unidos, que revisó los resultados.

Según Markey, los miembros de una pareja comparan sus cuerpos uno con el otro. Si uno baja de peso, es lógico que el otro haga inventario. Si, por ejemplo, el hombre baja de peso y la mujer no (aunque lo necesite), ella se siente inadecuada.

¿Cómo puedes evitar que surjan los problemas? La palabra clave es comunicación. Lo primero es hablar con tu pareja antes de empezar el plan para adelgazar, de modo que conozca tus necesidades y esté consciente de su papel. ¿Y si el otro no necesita bajar de peso? Aun en ese caso, debe apoyarte con sus palabras y sus hechos. Después de todo, a nadie le hace daño comer más sanamente y hacer ejercicio. Porque lo importante no es sólo alcanzar las metas fijadas, sino lograr que los dos funcionen como un equipo para que la relación, en vez de deteriorarse, se fortalezca.

Imagen © iStockphoto.com / leremy

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