- Las festividades navideñas, cargadas de alegría para muchos, también despiertan emociones complejas en un segmento significativo de la población.
- Existen razones variadas detrás del empeoramiento emocional durante las fiestas decembrinas, desde la ausencia de seres queridos hasta el estrés asociado con expectativas sociales y económicas.
- Reducir las expectativas asociadas con la temporada navideña y ajustarlas a la realidad individual de cada persona son pasos esenciales que pueden ayudar a contrarrestar este empeoramiento.
La Navidad y otras celebraciones de la época, en su esencia, se caracterizan por ser un periodo de regocijo y dicha para la mayoría de las personas. No obstante, para muchas otras, estas fechas se tornan más desafiantes debido a diversas circunstancias. Principalmente, aquellos que enfrentan carencias psicológicas pueden sumergirse en una tristeza profunda, experimentar sentimientos de soledad y vacío, o tener dificultades para establecer conexiones significativas con los demás. Esta sensación puede desembocar en un rechazo hacia las festividades, generando un contraste marcado con el espíritu festivo que impera.
Cuando a esta negatividad se le añaden factores de riesgo adicionales, como tensiones familiares, el consumo excesivo de alcohol, una alimentación inadecuada, la soledad física y las preocupaciones económicas, las festividades que para la mayoría son entrañables se convierten en un terreno propicio para el aumento de las probabilidades de experimentar trastornos anímicos. “Estos desafíos adicionales pueden intensificar la carga emocional y contribuir a la vulnerabilidad psicológica durante una época que, en teoría, debería ser de alegría y celebración”, explica Rocío Roses, directora del Hospital de Día de Salud Mental Infantojuvenil y de Adultos del Hospital Universitario Sagrado Corazón de Barcelona.
En este contexto, la interacción entre factores emocionales, sociales y económicos durante la temporada navideña crea un panorama complejo que afecta de manera única a cada individuo. Las tensiones familiares pueden amplificar la sensación de soledad, el consumo excesivo de alcohol puede exacerbar los estados emocionales negativos, la nutrición inadecuada puede influir en el bienestar mental, y las preocupaciones económicas pueden generar un estrés adicional.
Diferentes tipos de personas
Esta psicóloga explica que la diversidad de respuestas emocionales durante la temporada navideña se manifiesta a través de tres perfiles distintos desde la perspectiva de la salud mental. “En primer lugar, nos encontramos con aquellos individuos que no presentan ninguna patología de salud mental y experimentan un marcado aumento en su estado de ánimo durante las festividades navideñas. En contraste, existe otro grupo conformado por personas que ya han recibido un diagnóstico establecido de trastorno depresivo mayor. Un tercer grupo de individuos, sin un trastorno mental previamente diagnosticado”.
El primer grupo experimenta un pronunciado aumento en su estado de ánimo durante las festividades navideñas. Para ellos, la temporada festiva se convierte en un periodo caracterizado por una elevación significativa de su bienestar emocional. Este fenómeno revela una conexión profunda y positiva con el espíritu festivo que permea el ambiente durante la Navidad. En este contexto, el aumento de su ánimo no solo se limita a una respuesta superficial ante las celebraciones, sino que implica una experimentación emocional, genuina y satisfactoria.
“Estos individuos pueden experimentar una sensación de alegría, camaradería y gratitud, alimentada por la presencia de tradiciones, la reunión con seres queridos y la participación en actividades festivas. La vivencia positiva de estas experiencias contribuye a fortalecer su bienestar psicológico y a consolidar una asociación positiva con la temporada navideña”, añade la experta.
Dentro del segundo grupo, se observa una complejidad única en la dinámica emocional durante las festividades navideñas, ya que estos individuos pueden experimentar tanto un empeoramiento como una mejora en su estado anímico. Por un lado, algunos pueden enfrentar desafíos adicionales durante la temporada navideña, viendo intensificados sus síntomas depresivos. La presión social, las expectativas no cumplidas y la comparación con la supuesta alegría general pueden contribuir a un aumento en la carga emocional y agravar la sintomatología depresiva. Para estos individuos, la Navidad puede representar un periodo desafiante, donde las festividades actúan como un catalizador de estrés adicional.
Por otro lado, existe un subconjunto de personas en este grupo que experimenta mejoras notables en su estado anímico durante la Navidad. Las interacciones sociales, el apoyo emocional de sus seres queridos y la participación en actividades festivas pueden tener un impacto positivo en su bienestar emocional. Para estos individuos, la Navidad se convierte en una oportunidad para experimentar momentos de conexión significativa y apoyo social, contrarrestando de alguna manera los desafíos que suelen acompañar al trastorno depresivo mayor.
El tercer grupo de individuos, sin un trastorno mental previamente diagnosticado, experimenta un síndrome o estado de ánimo negativo con respecto a la Navidad, conocido como el síndrome de la “Depresión Blanca” o “Blues de la Navidad”. Las personas afectadas por este síndrome pueden manifestar una gama de síntomas, como una profunda tristeza, deseos de llorar, nostalgia intensa, irritabilidad, mal humor, ansiedad y dificultades para conciliar el sueño. Este grupo revela que las reacciones emocionales durante la Navidad no siempre están vinculadas a trastornos mentales diagnosticados previamente, sino que pueden surgir de experiencias emocionales negativas asociadas específicamente a esta temporada festiva.
¿Por qué pasa todo esto?
La exacerbación de los estados de ánimo negativos durante la temporada navideña puede originarse por diversas razones complejas y multifacéticas. Una de las causas más significativas es la ausencia de seres queridos, un vacío emocional que puede ser particularmente acentuado durante las celebraciones, cuando la importancia de las conexiones familiares y afectivas se magnifica. Además, la sensación de distanciamiento respecto a personas significativas con las que se haya tenido algún conflicto puede generar tensiones emocionales adicionales, contribuyendo a la carga emocional negativa.
La añoranza de tiempos pasados también puede desencadenar sentimientos melancólicos, ya que la comparación entre las experiencias actuales y recuerdos de épocas más felices puede generar una sensación de pérdida. La soledad, a menudo agravada por el clima frío y la reducción de las horas de sol durante el invierno, puede intensificar la sensación de aislamiento y contribuir al deterioro del estado de ánimo.
El estrés asociado con los compromisos familiares, las expectativas sociales y las demandas festivas también se suma a la lista de desencadenantes. La presión para cumplir con las tradiciones, las expectativas de regalos y la organización de eventos pueden generar un aumento significativo en el nivel de estrés, afectando negativamente la salud mental.
El consumismo desmedido y la comercialización excesiva de la temporada pueden intensificar los sentimientos de insatisfacción y presión financiera, especialmente cuando las expectativas de regalos y celebraciones extravagantes no se alinean con la realidad económica de las personas. La discrepancia entre lo que se espera y lo que es posible alcanzar puede contribuir al deterioro del bienestar emocional.
Para contrarrestar estos desafíos emocionales, es crucial adoptar estrategias preventivas. “Reducir las expectativas asociadas con la temporada navideña y ajustarlas a la realidad individual de cada persona son pasos esenciales. Esto implica una reflexión realista sobre las capacidades y circunstancias personales, fomentando un enfoque más equilibrado y saludable hacia las festividades”, añade la experta.
Algunas recomendaciones para la Navidad
Rocío Rosés recuerda que no hay una forma correcta o incorrecta de vivir la Navidad y lanza una serie de recomendaciones de cómo afrontar las fechas navideñas:
- No se puede obligar a nadie a que le guste la Navidad. Debemos aceptar que para ellos son unas fechas más y no estigmatizarlos ni hacerlos sentir que van a contracorriente.
- Se debe decir que no a aquellos compromisos que no se quieran compartir para evitar el estrés social, no hay nada en malo en ello.
- Es importante centrarse en los seres queridos que aún están y valorar esta oportunidad de reunirse y no quedarse anclados en el recuerdo de aquellos que marcharon.
- No sentirse obligados a hacer regalos.
- Evitar que las personas mayores pasen las fiestas de Navidad en soledad.
Por Miguel Ramudo
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