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  • Comer con una pantalla delante puede interferir con la sensación de saciedad y provocar que comamos más, además de favorecer los atragantamientos al no prestar atención.
  • Los momentos en los que la familia come junta deben aprovecharse para favorecer la comunicación entre todos los miembros y crear situaciones agradables.
  • Aunque solemos pensar en los niños, en los adultos tampoco es aconsejable comer con una pantalla delante, ya que dificulta que recordemos lo que hemos ingerido y aumenta más la sensación de hambre al poco tiempo.

Seguro que lo has visto muchas veces en un restaurante o incluso tú mismo lo has hecho con la mejor de las intenciones. A la hora de comer, hay niños y niñas que pueden llegar a ser bastante rebeldes, y los padres, en un intento de mantener a su criatura entretenida y conseguir que se coma su plato sin rechistar, les ponen una pantalla con sus dibujos preferidos. Se busca de esta manera que no atienda tanto a aquello que come y, de este modo, que coma más. Pero esto no tiene por qué ser siempre positivo.

“Hoy sabemos que el niño sano debe comer acorde a sus necesidades y no a las expectativas de un observador externo, y no debemos forzar a comer, usar distracciones ni fármacos que aumenten la ingesta de forma artificial”, explica la Dra. Marta Garín, pediatra de Atención Primaria en Málaga, España. La experta añade que la comida debe ser un acto consciente y, en algunos casos, dirigido incluso por el menor para que participe de esta actividad.

“Los momentos en los que la familia come junta deben aprovecharse para favorecer la comunicación entre todos los miembros y crear situaciones agradables, libres de pantallas, que el menor pueda vincular a las comidas”, sigue explicando la experta.

Peligros de usar pantallas durante la comida con niños

Y es que según las últimas evidencias científicas, cuando comemos frente a una pantalla no somos conscientes de la comida. Al no prestarle atención, es frecuente que no enviemos señales de saciedad al cerebro y esto se acaba traduciendo en que comemos más de lo que necesitamos. También hace que comamos más rápido, y se favorece de esta forma que traguemos más aire y tengamos, por tanto, peores digestiones. “Además, en niños pequeños, que se inician en la alimentación complementaria, esta falta de atención puede favorecer que se produzcan más episodios de atragantamiento”, añade la Dra. Garín.

Otro efecto importante de dejar que nuestros pequeños coman distraídos con una pantalla es que aumenta el riesgo de que posteriormente se produzcan atracones de comida. Tanto es así que un estudio relaciona el tiempo frente a la pantalla en niños de 9-11 años con una mayor prevalencia de este trastorno. Cada hora que se pasaba viendo televisión o películas estaba relacionado con un 39 % más de riesgo de sufrir luego un atracón.

Las pantallas tampoco son buenas para los adultos

Además de todo esto, los expertos señalan otras consecuencias de comer con una pantalla delante de nosotros, que no solo afectan a los más pequeños, sino también a los adultos y que desaconsejan este hábito tan común hoy en día. Así, por ejemplo, se ha visto que se buscan alimentos con más sal y azúcar, al no percibir los sabores igual que lo haríamos si prestásemos atención a la comida.

También es importante recalcar que la memoria y la atención tienen un papel clave en la regulación del apetito y de la cantidad de comida que consumimos. El hacerlo con una pantalla delante aumenta el consumo de alimentos, no solo durante la comida, sino también después de terminarla, probablemente debido a un deterioro de la memoria. De esta forma, un estudio comprobó que la gente que come prestando atención a una pantalla no recuerda con exactitud cuánto ha comido ni los ingredientes de su comida, y tras una hora de la ingesta, su sensación de hambre es mayor.

Por Miguel Ramudo
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Imagen: ©Shutterstock / Victor Maschek

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