“¿Cuánto pesó tu bebé?” es la pregunta que seguramente te hicieron en coro tus amigas cuando nació tu hijo. O si aún no has tenido hijos, esa pregunta es la que seguramente le haces a las que ya son madres. Si nació rellenito, todas reirán de felicidad porque, desgraciadamente, en nuestra cultura un niño gordito es sinónimo de un niño sano.
¿No me crees? Pregúntale a tu mamá o a tu abuela. Pero no sólo los bebés que nacen más flaquitos cargan con el estigma de que son menos sanos. Para no ir muy lejos, piensa en lo que sucede en las reuniones familiares, que se tejen, por lo general alrededor de la comida. “¿No vas a comer más?” “¿Es que no te gustó como me quedaron las carnitas”? “¿Estás a dieta?”
Es hora de acabar con el mito de que el estar gordito es estar rozagante de salud. Sobre todo porque en nuestra comunidad las cifra de diabetes tipo 2 está aumentando de forma alarmante. Según un estudio reciente, seis de cada 10 niños latinos obesos tienen diabetes tipo 2. Con estas estadísticas me encuentro diariamente en el hospital y veo con preocupación que hay mucha desinformación respecto a esta enfermedad y acerca de cómo se puede prevenir.
“Sólo tengo un poquito de diabetes” me han dicho varios pacientes cuando llegan a mi consultorio. “A veces me sube el azúcar, pero no es nada”. Este es un error muy grave. Pero para entenderlo hay que saber que la diabetes no aparece de la noche a la mañana. No es que un día te despiertas y el sol te saluda “¡Buenos días, tienes diabetes!”. El desarrollo de esta enfermedad puede tomar varios años. Durante ese período, tu organismo aún no ha reunido todos los requisitos necesarios para que tu médico te diagnostique la enfermedad, pero tampoco funciona normalmente. A esto se le llama pre-diabetes.
En los Estados Unidos, alrededor de 30 millones de personas tienen pre-diabetes, pero la mayoría no lo sabe. Si eres hispano y tienes más de 45 años debes hacerte un examen de glucosa para salir de dudas. Si tienes menos de 45 años, debes hacerte el examen si tienes:
- Presión arterial alta
- HDL (colesterol bueno) bajo
- Triglicéridos altos
- Antecedentes familiares de diabetes y/o
- Diabetes durante el embarazo o si tuviste un bebé de 9 libras (4 kilos 100 gramos) o más al nacer
Este último punto es importante porque los niños gorditos seguramente serán adultos obesos, y eso, sumando a la predisposición genética de nosotros los latinos, es el caldo de cultivo para que se desarrolle la diabetes. La clave es prevenir: aprender a llevar una dieta sana desde la primera infancia y llevar una vida activa.
Pero si ya tienes diabetes, también quiero decirte que aunque es una enfermedad crónica y debes tener muchos cuidados, tampoco es el fin del mundo. Hoy en día, la ciencia ha avanzado mucho y gracias a eso las personas diabéticas pueden vivir vidas felices. Aprender a comer bien no tiene por qué ser una carga, y tampoco significa que no vas a comer nunca más lo que te gusta.
Hace pocos días estuve con una paciente que llegó muy deprimida a mi consultorio porque su dietista le había dado una lista de todo lo que no podía comer. En cambio, yo le hablé y le pregunté sobre lo que sí le gusta comer: tortillas, frijoles, aguacate. Le expliqué que puede seguir disfrutando de estas delicias si las come en porciones moderadas. Para cuando se acabó su visita, las dos estábamos muertas de hambre y ella se fue feliz. Reitero: la clave para llevar una vida sana con diabetes es asesorarte bien y ponerle muchas ganas. (Y no creas en todos los mitos…).
Actualización de un artículo originalmente publicado en People en Español
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