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Si al tomar un vaso de leche o comer un trozo de queso notas que tu estómago se resiente, eso no quiere decir automáticamente que tengas intolerancia a la lactosa. Antes de auto diagnosticarte y de excluir definitivamente a todos los lácteos de tu dieta, infórmate mejor sobre la intolerancia a la lactosa, pues puede ser que ese no sea tu verdadero problema, o que lo que piensas que es la solución no sea la adecuada.

Cuando se tiene intolerancia a la lactosa, quiere decir que se tiene deficiencia de una enzima llamada lactasa que es necesaria para digerir la lactosa, también conocida como el azúcar de la leche.

Las personas generalmente nacemos con lactasa pues la necesitamos para alimentarnos de la leche materna. Con el tiempo casi todos perdemos cierta cantidad de esta enzima pues nuestra dieta es más variada, pero eso no quiere decir que desarrollamos intolerancia a la lactosa.  Se considera intolerancia a la lactosa cuando la persona carece de la cantidad suficiente de la enzima (lactasa) para digerir la lactosa cómodamente.

De acuerdo al Dr. Robert P. Heaney de la Universidad Creighton, la intolerancia a la lactosa es un tema que no se entiende correctamente. El piensa que con las dietas modernas, el eliminar los lácteos de la dieta, sin razón, puede tener como resultado mal nutrición y consecuencias de salud a largo plazo.

¿Cómo sabes si eres intolerante a la lactosa?

Hay dos formas muy de saberlo:

  1. Fíjate en tus síntomas. Generalmente cuando tienes intolerancia a la lactosa, al comer algún tipo de lácteo vas a sentir malestar y distensión (inflamación) estomacal, muchos gases, diarrea, náuseas. Como ves, no se trata simplemente de sentir un poco de pesadez en el estómago.
  2. Tu médico te puede hacer exámenes para establecer el diagnóstico.

¿Por qué es importante tener un diagnóstico correcto?

Entiendo que si sientes que los lácteos te están cayendo mal, quieras evitarlos de inmediato. Pero el problema si no los consumes es que dejas de obtener el perfil de nutrientes que contienen estos alimentos. Como el calcio, la vitamina D, la proteína, el potasio y otros componentes que son importantísimos para la salud de los huesos, por ejemplo.

También puede ser que tu problema con los lácteos no sea deficiencia de lactasa, sino que tengas por ejemplo el síndrome del colon irritable o la enfermedad celíaca.

Y si tienes intolerancia a lactosa, ¿debes evitar todos los lácteos?

No siempre, todo depende de qué tan severos sean los síntomas. Hay muchas formas de no perderte de los beneficios de los lácteos:

  • Puedes tomar pastillas que ayudan a digerir la lactosa
  • Toma leche libre de lactosa (“lactose free” como se dice en inglés)
  • Prueba algunos productos lácteos que tienen concentraciones más bajas de lactosa como el yogurt o los quesos duros, especialmente el queso provolone, mozarella o cheddar.
  • Intenta incluir pequeñas cantidades de lácteos en tu dieta diaria en combinación con otros alimentos, para que no sean tan difíciles para tu digestión. Tomar un café con un poco de leche es mejor que tomarte un vaso entero. Los estudios sugieren que la mayoría de las personas con intolerancia a la lactosa pueden tolerar por lo menos 12 gramos de lactosa (la cantidad aproximada que hay en un vaso de leche) sin tener síntomas o con síntomas mínimos.

Inténtalo, de esa manera puedes seguir recibiendo los nutrientes que tu cuerpo necesita.

 

Imagen © iStock / Nastia11

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