Si bien hay causas genéticas que promueven la obesidad, también hay otros factores, como tus costumbres alimenticias y tu estilo de vida que impiden que llegues a tu peso ideal. Según un estudio reciente, el ejercicio físico realizado de manera regular podría vencer al gen de la obesidad en esta lucha por bajar de peso.
Muchas personas se preguntan si la obesidad se adquiere por costumbre o por hábito o si se trata de una cuestión genética. Y la respuesta no es tan sencilla.
Es cierto que hay características heredadas en nuestro cuerpo que no podemos modificar, por más kilos o libras que perdamos (hombros o caderas más anchos o estrechos, por ejemplo). También es cierto que hay otros factores genéticos que influyen en el peso, como el ejemplo que ya te explicamos en otro artículo, en el que hablamos de la existencia de un gen “ahorrativo” que les permitía a los antepasados del hombre acumular energía para las épocas de escasez de alimentos.
Básicamente, estos genes hacen que las células no consuman la grasa tan rápidamente, sino que la almacenen para tener reservas (y que nunca falte energía).
Por eso, este gen “ahorrativo” sería uno de los responsables de la obesidad de las personas en las sociedades actuales, en las que abundan los alimentos, sobre todo aquellos con muchas grasas, azúcares y carbohidratos.
¿Significa esto que de nada vale tu esfuerzo por mantener el peso ideal? Pues no, ¡y definitivamente no! Frente a esta postura genética, otros especialistas han planteado que esto es sólo una parte de las condiciones que favorecen la obesidad.
El alimentarse en exceso (y no poder parar de comer), el tener un estilo de vida sedentario y el hacer poco o no hacer ejercicio físico también son factores que ayudan a que las grasas se acumulen en el cuerpo y, con ellas, a que aparezcan el sobrepeso y el riesgo de sufrir enfermedades más o menos graves relacionadas con él.
Si bien varias investigaciones han encontrado que la obesidad se asocia a factores genéticos, la dificultad consiste en determinar cuáles son esos factores genéticos y cómo actúan en el cuerpo. A la par de éstas, hay otras investigaciones que demuestran que la actividad física puede invertir cierta tendencia genética a engordar y a combatir la obesidad.
Así, por ejemplo, un estudio que fue publicado en la edición en línea del 1 de noviembre de la revista especializada PLoS Medicine detectó que un gen conocido como gen “asociado con la masa grasa y la obesidad” (FTO, por sus siglas en inglés), que se sabe aumenta el riesgo de obesidad, tiene un efecto 27 por ciento menos potente sobre los adultos físicamente activos, en comparación con los sedentarios.
Para llegar a esta conclusión, un grupo internacional de investigadores hizo lo que se denomina un meta análisis, es decir que analizó las conclusiones de muchas otras investigaciones. En total, tomaron en cuenta 45 estudios previos que en total consideraban datos de más de 218 mil participantes.
Una de las conclusiones más importante de este hallazgo es que no hace falta que el ejercicio sea un deporte profesional ni que tampoco es necesario instalarse en el gimnasio. Por el contrario, actividades como sacar a pasear al perro, ir al trabajo en bicicleta o subir por las escaleras, que mantengan activa a la persona aproximadamente una hora al día, es suficiente para vencer al gen de la obesidad.
Por supuesto que la dieta también cuenta y es de gran ayuda, pero tampoco hace falta que dejes de comer para verte mejor. Por el contrario, una dieta saludable debe ser variada y nutritiva.
No dejes que los genes ganen esta batalla que te conviene y puedes ganar. Comienza un plan de ejercicios lo antes posible para decirle adiós a la obesidad, al sobrepeso y a sus consecuencias en tu salud.
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