La hipertensión es una de las condiciones más comunes, sobre todo después de cierta edad, y hay medicamentos que la controlan con efectividad. Pero si tú eres hipertensa(o), ¿no te gustaría complementar el tratamiento médico con uno de los ejercicios más completos y divertidos que existen?
La presión arterial no es más que la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Cuando el corazón late, bombea y expulsa la sangre a las arterias, y entonces la presión arterial se encuentra en su nivel más alto. Esto se conoce como presión sistólica. Cuando el corazón reposa entre latido y latido, la presión arterial disminuye, y se llama presión diastólica. La presión normal es de 120/80 mm Hg (120 la sistólica y 80 la diastólica); 140/90 mm Hg o más indican hipertensión; entre 120 y 139 mm Hg en la sistólica, y entre 80 y 89 mm Hg en la diastólica, se considera pre-hipertensión.
Por lo regular la hipertensión no da síntomas, pero puede causar problemas de salud serios, como derrames cerebrales (apoplejías o accidentes cerebrovasculares), insuficiencia cardíaca, infarto e insuficiencia renal. Por suerte, puedes combatirla llevando una vida sana, haciendo ejercicios y tomando los medicamentos apropiados.
Pero al parecer hay otra manera muy agradable de ayudar a controlarla. Un estudio publicado en el American Journal of Cardiology sugiere que nadar ayuda a controlar la presión sistólica de los adultos mayores. Unas investigaciones anteriores habían sugerido que el ejercicio moderado, como caminar, montar en bicicleta o nadar es seguro para las personas con la presión sistólica alta. Pero este estudio es el primero que parece demostrar que nadar en particular mejora la función vascular de los adultos mayores y reduce la presión arterial.
El estudio se realizó en 43 hombres y mujeres que tenían alrededor de los 60 años, que sólo padecían de hipertensión o pre-hipertensión. Los investigadores les indicaron a algunos de los participantes que tomaran clases de natación supervisadas de 45 minutos, y a otros que aprendieran ejercicios de relajación. Durante 12 semanas, los primeros tomaron tres o cuatro clases por semana, hasta lograr nadar 45 minutos por clase.
Al comenzar el estudio, los nadadores tenían un valor máximo promedio de 131 mm Hg. Al final del estudio, el valor había bajado a 122 mm Hg, o sea, nueve puntos menos en su presión sistólica, lo que no ocurrió con los participantes que habían hecho ejercicios de relajación.
Los resultados se repitieron cuando se les pidió a los participantes que utilizaran monitores portátiles para medir la presión arterial durante 24 horas. En ese período, los participantes que nadaron mantuvieron un valor promedio en su presión sistólica de 119 mm Hg (al inicio del estudio el valor era de 128 mm Hg).
En el estudio también se utilizaron exámenes de ultrasonido para determinar la dilatación vascular debido a los cambios del flujo de la sangre. También en esta prueba, los nadadores obtuvieron mejores resultados que los otros.
Aunque se necesitan más estudios para determinar si la disminución de la presión arterial es duradera y si se reduce el riesgo de desarrollar un infarto o un derrame cerebral, los resultados coinciden con las indicaciones de los especialistas, que les recomiendan a los adultos mayores que hagan ejercicio moderado para mantener la salud del corazón.
Y hay algo más. Como la flotación en el agua contrarresta el peso del cuerpo, nadar no afecta las articulaciones de la rodilla y del tobillo. Claro que no puedes empezar un programa de natación (ni de ningún otro ejercicio) sin consultar antes con tu médico. Pero si padeces de presión arterial alta y tu médico te autoriza a que practiques un ejercicio moderado y quieres participar en una actividad que casi todo el mundo disfruta, busca tu traje de baño, encamínate a la playa o a la piscina más cercana… ¡y al agua!
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