- El aumento de las temperaturas y la humedad hace que los ecosistemas cambien y se vuelvan propicios para la proliferación de mosquitos y garrapatas que transmiten enfermedades infecciosas
- Diversos modelos matemáticos señalan que más de 8.000 millones de personas podrían verse afectadas por enfermedades emergentes si se mantiene el cambio climático
- El virus del Nilo Occidental, el zika o la enfermedad de Lyme son algunos ejemplos de cómo el cambio climático influye en las enfermedades emergentes
La salud humana, la animal y la ambiental están interconectadas de una forma muy significativa en lo que se conoce como One Health o Una Salud, lo que hace necesario abordarlas de manera conjunta para promover la salud y el bienestar de todos los seres vivos. Una de las cuestiones en las que esta relación se percibe de forma muy clara es en cómo el cambio climático que estamos viviendo -y que representa uno de los mayores desafíos que enfrenta el mundo en la actualidad- afecta a nuestra salud.
El cambio climático tiene el potencial de afectar la salud humana de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, el aumento de la temperatura global puede provocar un mayor número de olas de calor, lo que aumenta el riesgo de deshidratación, golpe de calor y otros problemas de salud relacionados con el calor. Además, el aumento del nivel del mar puede provocar inundaciones, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y el contacto con aguas contaminadas.
Cambio climático y enfermedades emergentes
Además, el cambio climático también puede tener un impacto en la salud pública a través de la aparición de enfermedades emergentes. Estas enfermedades son las que aparecen por primera vez en una población o que están aumentando rápidamente ya sea en frecuencia o en alcance geográfico. El cambio climático puede influir en la aparición y propagación de estas enfermedades de varias maneras.
Una forma en que el cambio climático puede influir en las enfermedades emergentes es a través de su impacto en los ecosistemas naturales. Por ejemplo, el cambio climático puede provocar cambios en los patrones de lluvia y en la temperatura, lo que puede afectar la distribución de plantas y animales en un área determinada. Esto, a su vez, puede afectar la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como los mosquitos, que dependen de ciertos tipos de plantas y de las condiciones climáticas para reproducirse.
Además, el cambio climático también puede influir en la propagación de enfermedades a través de su impacto en la salud humana y animal. Por ejemplo, el aumento de la temperatura puede favorecer la propagación de enfermedades infecciosas, ya que algunos microorganismos pueden crecer más rápidamente en condiciones cálidas y húmedas. Además, puede aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos y agua contaminados, ya que las inundaciones y otros eventos climáticos extremos pueden contaminar las fuentes de agua potable y los cultivos.
Más zonas afectadas y durante más tiempo
Felipe Colón, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, nos explica cómo ya se ha intentado prever que impacto pueden tener todos estos condicionantes en la salud humana. A través de modelos matemáticos y estadísticos, se han desarrollado diferentes escenarios de salud en función de los cambios climáticos.
“Los resultados fueron alarmantes. Hemos encontrado que dos factores serían modificados fundamentalmente. Uno sería la longitud de la estacionalidad o meses de transmisión de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue o la malaria. Y el otro la población de riesgo de contraer alguna de estas enfermedades”, apunta Colón.
De esta forma, los estudios realizados mostraron que en el caso de la malaria, esta podría incrementar hasta en 1,6 meses el tiempo en que se podría contagiar. En el caso del dengue, el incremento podría llegar a ser de hasta cuatro meses, habiendo zonas que pasaría de los seis meses de posibilidad de contagio hasta los diez meses en el 2040. “Encontramos también que estas enfermedades llegarían a zonas donde normalmente no se encuentran y que podrían convertirse en zonas endémicas. En estas zonas no hay inmunidad en la población para poder contrarrestarlas y sus efectos podrían llegar a ser catastróficos”, añade este experto.
Por lo que respecta al número de personas que podrían estar en riesgo de contraer alguna de estas enfermedades, las cifras también son muy llamativas. En la actualidad se estima que 4.300 millones de personas están expuestas a enfermedades transmitidas por vectores, pero si el cambio climático continúa a los niveles actuales, las estimaciones de los expertos sitúan esta cifra en los 8.000 millones.
Estados Unidos no es una excepción
El problema de las enfermedades emergentes provocadas por el cambio climático es ya una realidad en muchos países, como en Estados Unidos. Es el caso por ejemplo del virus del Nilo Occidental, una enfermedad transmitida principalmente por el mosquito Culex que se originó en África y se propagó a Norteamérica en la década de 1990. El primer caso en Estados Unidos fue en 1999 en la ciudad de Nueva York y desde entonces se ha ido propagando hasta la actualidad, en la que todos los 48 estados de la parte continental han notificado casos.
En el 2018, se notificaron a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) más de 2.647 casos de personas afectadas por este virus. El aumento de las temperaturas y la humedad debidos al cambio climático puede estar contribuyendo a su propagación, ya que los mosquitos que lo transmiten prefieren climas cálidos y húmedos.
El Zika, transmitido por mosquitos, se convirtió en una preocupación de salud pública en Estados Unidos después de un brote en América Latina en 2015. Aunque el Zika no es nativo de Estados Unidos, el cambio climático ha creado condiciones más favorables para la propagación del mosquito Aedes aegypti, el principal vector del virus. El Aedes aegypti se encuentra ahora en partes de Estados Unidos donde antes no existía, como Florida y Texas y los expertos apuntan a que el cambio climático ha favorecido, entre otros factores, esta expansión.
Otra enfermedad emergente relacionada con el cambio climático en Estados Unidos es la enfermedad de Lyme. Esta enfermedad es causada por una bacteria que se transmite a través de las garrapatas. Los síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza y erupción cutánea. La enfermedad de Lyme se ha convertido en un problema cada vez más importante en Estados Unidos en las últimas décadas. Tanto es así que ya se ha convertido en la enfermedad transmitida por garrapatas más común en este país, ocasionando unas 300.000 infecciones al año, habiéndose casi duplicado su incidencia desde el año 1991, pasando de 3,74 casos notificados por cada 100.000 personas hasta los actuales 7,21 casos.
El ciclo de vida y la prevalencia de las garrapatas están fuertemente influídos por la temperatura. Por lo tanto, se prevé que el aumento de las temperaturas asociado con el cambio climático aumente el rango de hábitat adecuado para las garrapatas. Los inviernos más cortos y los otoños suaves también podrían extender el período en que las garrapatas están activas cada año, aumentando el tiempo que los humanos podrían estar expuestos a la enfermedad de Lyme. Cada vez hay más pruebas de que la distribución geográfica de las especies de garrapatas está cambiando.
Además de estas enfermedades, el cambio climático también puede estar contribuyendo a la aparición de nuevas enfermedades. Por ejemplo, se ha descubierto recientemente una nueva especie de bacteria que causa una enfermedad similar a la enfermedad de Lyme en California. Se cree que esta bacteria se ha expandido debido al aumento de la temperatura y la sequía en la región.
Por Miguel Ramudo
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