El miedo es uno de nuestros mecanismos de defensa. Se trata de una respuesta natural y compartida del ser humano frente a situaciones desconocidas. Gracias al miedo evitamos exponernos a determinados peligros. Sin embargo, este mecanismo también puede jugar en nuestra contra. Cuando nos impide desarrollar nuestra vida de forma normal, por ejemplo, al hacer que sintamos un miedo desproporcionado y no justificado ante situaciones habituales. Una de estas situaciones puede ser ir al médico.
La responsable del Servicio de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center de Madrid, España, Fátima Castaño, explica cómo puede llegar a producirse este miedo. “El problema es cuando percibimos como peligroso o amenazante algo que en realidad debe protegernos. Es recomendable afrontar este mecanismo de protección, analizarlo de una manera mucho más racional, para tratar que interfiera lo menos posible en los procesos médicos”.
Retraso en los diagnósticos
En cualquier enfermedad, poder disponer de un diagnóstico precoz es de gran importancia. Su retraso puede agravar la enfermedad y en algunos casos puede incluso suponer un gran riesgo de muerte. Eso sin contar con todas las complicaciones derivadas de una enfermedad no tratada. Y es que, aunque no vayamos al médico, la enfermedad está presente y el no conocerla no supone más que inconvenientes.
“A corto plazo, podemos pensar que nos protegemos evitando la fuente del temor, que es acudir al médico. Pero esta decisión tiene unas consecuencias importantísimas. Es lo opuesto a un diagnóstico precoz. Es fundamental detectar a tiempo cualquier enfermedad y abordar cualquier síntoma para mejorar la supervivencia, la calidad en la recuperación y la mejoría”, añade Fátima Castaño.
No todos sentimos miedo de igual forma
Aunque todas las personas experimentan miedo, la respuesta va a variar según se tenga más tendencia a interpretaciones, a una visión catastrofista o a sentir ansiedad por la salud (lo que antes se conocía como hipocondría). “La clave está en cómo se afronta el miedo. Lo ideal sería obtener recursos que ayuden a afrontar la situación activamente dando un paso hacia adelante y yendo al médico, de esa forma disminuiremos esa falsa sensación de protección que produce no acudir al médico”, afirma Castaño, quien añade como el miedo se puede afrontar de forma activa. “Debemos afrontar el miedo centrándonos en la búsqueda de soluciones y en el beneficio que supondrá realizar la correspondiente revisión médica”.
Una vez que la persona da ese paso de acudir al médico, los profesionales sanitarios deben ser también una ‘mano amiga’ que ayude a que se sienta cómoda, que reduzca el miedo ante el diagnóstico y a normalizar su estado emocional, especialmente en algunas enfermedades como pueden ser los procesos oncológicos. “Lo más importante es que les proporcionemos información, soporte emocional y ayuda ante cualquier duda o dificultad que pueda surgir. La incertidumbre es lo que más malestar y ansiedad genera. La información aporta tranquilidad a la persona, tenga tanto buenas como malas noticias, y ayuda muchísimo a desmontar creencias erróneas y pensamientos inadecuados relacionados con la sintomatología o el tratamiento”, continúa Castaño.
Tres consejos importantes ante el miedo a ir al médico
Ante el miedo a ir al médico, estos son los consejos que propone la psicooncóloga:
- Identificar la emoción y el miedo, y permitirnos sentirla y expresarla
- Preguntarnos qué es lo que el miedo quiere que hagamos (evitar la visita) y preguntarnos si en realidad nos beneficia
- Buscar ayudas o recursos que nos permitan lograr nuestro propósito
“Es importante hablarse con cariño y facilitar la tarea, darnos tiempo y motivarnos a la acción. Dejarse llevar por el miedo puede llegar a paralizar y muchas veces puede hacernos no tomar buenas decisiones”, concluye.
La telemedicina, un nuevo aliado
El auge de la telemedicina puede favorecer los cuidados médicos entre las personas más reticentes. “Muchas veces caemos en autojustificaciones cuando tenemos ese miedo. Nos decimos que no tenemos tiempo o que el centro médico está muy lejano y eso puede suponer un problema, porque se quedan los procesos a medias”, explica Fátima Castaño. Para afrontar excusas mentales de ese estilo, la telemedicina ayuda, puesto que permite mayor flexibilidad de horarios y no tener que desplazarse al lugar, incluso tener la consulta en un entorno familiar, que haga que la persona se sienta más segura.
“En el momento en el que la persona tiene el primer contacto, con la ayuda de los profesionales sanitarios se podrá generar una buena relación terapéutica que ayude a los pacientes a sentirse seguros y a rebatir muchas de esas creencias iniciales que le generaban inseguridad y le paralizaban, y animarlo a seguir con unas conductas de cuidado que incluyan consultas presenciales, en caso de ser necesarias” concluye Castaño.
Por Miguel Ramudo
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