Hasta uno de cada cuatro hombres a partir de los 40 años sufrirá algún tipo de incontinencia urinaria, es decir, una pérdida involuntaria de orina, a lo largo de su vida. Esta incidencia ha aumentado en las últimas décadas debido sobre todo al manejo quirúrgico temprano del cáncer de próstata. Aunque no amenaza a la vida de las personas, es un problema que provoca incomodidad, humillación, vergüenza y limitación importante de la actividad laboral, educacional, familiar e individual.
Todos estos síntomas de carácter psicológico acarrean problemas de autoestima para quienes lo sufren y, cuando se trata de los hombres, el tabú generalizado en la sociedad ante la fragilidad de la salud masculina puede agravar la propia patología. El varón incontinente, a diferencia de la mujer, jamás consideró la pérdida involuntaria de orina como un evento que pudiese ocurrir a lo largo de su vida y difícilmente aceptará el hecho de tener que utilizar absorbentes de cualquier tipo así como reconocer su problema.
En este contexto, El Dr. Jaiver Quintero, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en España, explica que “cuando una persona empieza a sentirse insegura es fácil que evite el contacto social y situaciones donde sus síntomas se pueden ver más expuestos. No es infrecuente que un varón incontinente acabe evitando encuentros sociales donde no tenga la garantía de poder estar cómodo con sus síntomas”.
Por este motivo, muchos hombres se aíslan y evitan hablar del problema que padecen, lo cual contribuye a que sus inseguridades se reproduzcan hasta poder afectar a sus relaciones diarias. Además, hay que tener en cuenta que “todo lo que afecta a nuestro sistema genitourinario es especialmente sensible y, por tanto, es más frecuente que cueste hablar de ello cuando algo no funciona como debería y que resulte más complicado buscar ayuda, más aún si se trata del varón”, añade el especialista.
En este sentido, un síntoma que preocupa especialmente a los varones incontinentes es el olor. “La ansiedad que provoca puede convertirse en un problema importante, sobre todo en la incontinencia de urgencia, en la que puede originarse una pérdida involuntaria”, desarrolla el experto. De hecho, la incertidumbre ante el mal olor puede llegar a convertirse en crónica y mermar la calidad de vida de forma inesperada. “El temor al mal olor afecta a los hombres a nivel emocional de forma severa, ya que acaba menoscabando su autoestima y seguridad, de forma que evitan situaciones sociales en las que puedan sentirse juzgados”, añade.
La importancia de asistir al urólogo desde los primeros síntomas
Según los expertos el 40% de los hombres tardan más de un año en acudir al especialista para consultar sus síntomas. En parte, porque existe una relación problemática entre el cuidado de la salud y la masculinidad. Esto provoca, en palabras del Dr. Quintero, “que muchos hombres no sientan la consulta del urólogo como un espacio seguro y, por lo tanto, eviten hablar sobre las implicaciones emociones de la incontinencia urinaria”.
Por este motivo, el especialista enfatiza que la relación médico-paciente depende en gran medida de la seguridad que el profesional sanitario transmite al paciente y sostiene que “todos deberíamos tener un médico de confianza al que poder expresarle nuestras dudas sobre salud”.
Normalizar la incontinencia
“Todo problema que no se afronta tiende a crecer y complicarse, lo cual implica que tendrá mayor impacto en la salud mental de la persona”, explica el Dr. Quintero. Para contrarrestar este efecto, el especialista promueve la conversación como herramienta indispensable para mejorar el pronóstico de multitud de patologías.
Hablar del problema en cuestión con el entorno más cercano y buscar a personas de referencia que hayan atravesado situaciones similares proporcionará a la persona la empatía y confianza necesarias para querer buscar soluciones. Para lograr este tipo de gestión es fundamental “ofrecer una educación emocional completa desde la infancia. Buena parte de los prejuicios y estereotipos de las personas se conforman durante la niñez y la adolescencia, por lo que ahí se encuentra la clave para abordar los temas de salud con naturalidad, por muy íntimos que parezcan”, concluye el Dr. Quintero.
Por Miguel Ramudo
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