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Advertencia de un experto de la Mayo Clinic

A pesar de que los médicos e investigadores de Mayo Clinic no tengan una respuesta definitiva respecto a por qué se suscitan los defectos congénitos de espina bífida, lograron identificar unos factores de riesgo importantes y dos alternativas quirúrgicas diferentes. Entre los factores de riesgo identificados están la raza, los antecedentes familiares, la diabetes, la obesidad, la mayor temperatura corporal y la deficiencia de folato.

Un reciente estudio de March of Dimes sobre el riesgo de afección del tubo neural en los embarazos, publicado en la American Journal of Public Health (Revista Americana de la Salud Pública), dice lo siguiente: “las mujeres de origen hispano corren especial riesgo de tener recién nacidos con graves defectos congénitos”. Según este informe, “en Estados Unidos, nacen más bebés prematuros de madres de origen hispano que de mujeres de otras etnias, convirtiendo a ese grupo étnico en el de mayor crecimiento a nivel nacional”. A fin de evitar defectos congénitos, la misma publicación menciona que en las mujeres de ascendencia mexicana “fortificar la masa de las tortillas con el ácido fólico de la vitamina B puede prevenir más defectos congénitos graves del cerebro y columna vertebral”.

Según los médicos de Mayo Clinic, el tratamiento de la espina bífida depende de la gravedad de la afección. Realizar la cirugía pronto puede minimizar el riesgo de infección vinculado con la exposición de los nervios, además de ayudar a proteger la médula espinal de más traumatismos.

El tubo neural se desarrolla al principio del embarazo y se cierra aproximadamente 28 días después de la concepción. En los bebés con espina bífida, una parte del tubo neural no se desarrolla o no se cierra adecuadamente, lo que provoca defectos de la médula espinal y de los huesos de la columna vertebral. Existen dos alternativas quirúrgicas para tales casos: la primera opción se realiza normalmente dentro de las primeras 24 a 48 horas posteriores al nacimiento con el fin de colocar las meninges nuevamente en su lugar y cerrar las vértebras abiertas; la segunda opción se realiza en la semana número 26 del embarazo y es un procedimiento más bien complejo que implica la participación de un equipo de especialistas expertos de Mayo Clinic y se conoce como cirugía intrauterina de la espina bífida. En este procedimiento, los cirujanos exponen quirúrgicamente el útero de la madre embarazada y luego lo abren para reparar la médula espinal del bebé.

Los médicos de Mayo Clinic piensan que la función nerviosa de los bebés con espina bífida parece empeorar rápidamente después del nacimiento, por lo que sería mejor reparar los defectos de la espina bífida cuando el bebé todavía se encuentra dentro del útero (intrauterino).

“La cirugía intrauterina de la espina bífida tiene el potencial de reducir las complicaciones del sistema nervioso en los niños con ese problema. Por lo tanto, es importante remitir pronto a la paciente a un centro especializado que ofrezca cirugía fetal para determinar si la madre y el bebé son aptos para el procedimiento”, explica el Dr. Nicholas Wetjen, neurocirujano del Centro Pediátrico de Mayo Clinic.

Con el afán de prevenir los defectos congénitos, la Academia Americana de Pediatría coincide con el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos en que “todas las mujeres capaces de embarazarse deben consumir 400 microgramos (mcg) diarios de ácido fólico (vitamina B)”. El artículo también menciona que “el ácido fólico sirve para prevenir los defectos del tubo neural, entre ellos la espina bífida”. Respecto a esta aseveración, el Dr. Norman Davies, especialista en medicina materno-fetal en Mayo Clinic, dice que “la genética claramente desempeña una función importante en estos casos, de manera que las parejas que han tenido un hijo con defecto del tubo neural tienen un riesgo ligeramente mayor de tener otro hijo con el mismo defecto. La atención prenatal, una alimentación sana y las vitaminas prenatales que contienen ácido fólico son fundamentales para el desarrollo del bebé”.

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