Como hemos podido conocer en el artículo anterior, el sida es una enfermedad causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Actualmente hay cerca de 40 millones de personas en el mundo que viven infectadas por el VIH. Esta infección se puede prevenir y actualmente existen tratamientos que la pueden controlar de forma más o menos efectiva, aunque sólo el 75% de los afectados pueden acceder a ellos.
A finales del siglo pasado, tras identificarse la causa de la enfermedad y a la vista de los estragos que esta causaba en todo el mundo, se inició un gran esfuerzo colectivo de investigación para poder desarrollar tanto vacunas como curas y tratamientos. Los primeros antirretrovirales se aprobaron en 1987 y supusieron un importante cambio de paradigma en una enfermedad que hasta entonces era mortal en poco tiempo y que gracias a ellos logró cronificarse. No hubo tanta fortuna y la vacuna todavía no se ha encontrado. Aunque hay algunas esperanzas con respecto a la posibilidad de curar la enfermedad y no solo controlarla.
Hasta ahora se conocían tres casos en el mundo de personas curadas de sida gracias a trasplantes de células madre, que son un tipo de célula con la capacidad de generar diversos tipos celulares que constituyen el organismo humano. Al margen de estos casos, este año se ha revelado el caso de curación funcional de VIH de una mujer sin necesidad de trasplante. Se habla de curación funcional cuando el virus no está totalmente eliminado del cuerpo, pero el sistema inmunitario de la persona es capaz de controlarlo sin fármacos antirretrovirales.
La prestigiosa revista científica The Lancet publicó un artículo que explica los detalles de este caso excepcional. El artículo, coordinado por Josep M. Miró, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona de España y Sonsoles Sánchez-Palomino, investigadora del grupo Sida e infección por VIH del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), también de Barcelona, explica cómo una mujer portadora del virus, tras la supresión del tratamiento antirretroviral, ha conseguido un control absoluto de la replicación del VIH durante más de quince años. En este período en el que no ha tomado medicación contra el virus, la carga viral ha sido indetectable, por lo que se podría decir que está curada.
La paciente fue diagnosticada en el estadio de infección aguda por el VIH y fue incluida en un ensayo clínico con tratamiento antirretroviral durante 9 meses y diversas intervenciones inmunomoduladoras con la ciclosporina A, un inmunosupresor. “La paciente no tenía factores genéticos clásicos asociados con el control del VIH, no era una controladora de élite de la enfermedad y aún más, presentó una primoinfección grave, algo que no es habitual tampoco en los controladores postratamiento”, señala Josep M. Miró. Esto significa que no tenía el perfil clásico de otros pacientes que evolucionan positivamente ante esta infección.
Por otra parte, se ha comprobado que la paciente no está infectada por virus defectivos, es decir, su virus era viable porque pudo ser aislado y cultivado en el laboratorio. “A lo largo de estos años hemos encontrado una caída pronunciada y progresiva del número de virus en el reservorio, lo que sugiere un control por parte de la respuesta inmune”, explica Sonsoles Sanchez-Palomino, lo que significa que, con el paso del tiempo, esta paciente tenía cada vez menos cantidad de virus en su organismo.
Los investigadores vieron que las células de la sangre de esta mujer eran altamente resistentes a ser infectadas por el virus del VIH en cultivos in-vitro, pero que sus linfocitos T CD4+ purificados, un tipo de células de “defensa” del organismo, eran susceptibles a la infección por el VIH. Esto sugiere que otras poblaciones de células de la sangre bloqueaban la infección y podrían contribuir al control o “curación” del VIH en esta paciente.
Este caso de curación funcional da nuevas esperanzas en este campo de la investigación, ya que estudiar qué estrategia ha usado el organismo de esta mujer que ha logrado controlar la enfermedad abre la puerta al desarrollo de nuevas estrategias potenciales de tratamiento para aumentar la actividad de las células implicadas en la respuesta innata de la paciente frente al virus y, quizá, en algunos años encontrar mejores tratamientos que permitan controlar mejor o curar esta infección.
Por Miguel Ramudo
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