La toxina botulínica o Botox®, como se le conoce, además de eliminar las arrugas y las líneas de expresión, tiene otros usos, como combatir el exceso de sudoración en las axilas y hasta las migrañas. Pero, ¿podría resultar eficaz para tratar la depresión? Es muy probable. Por lo menos así lo demuestra un estudio nuevo en el que los pacientes que recibieron bótox tuvieron una mejoría significativa en sus síntomas de depresión. Al parecer, inhibir los músculos del entrecejo sería la clave para sentirse mejor anímicamente.
Aunque suene increíble, el botox, además de servir para quitar líneas de expresión de manera temporal y lucir más joven, puede ser el antídoto para la depresión.
Un estudio al respecto realizado en Estados Unidos, encontró que más de la mitad de los 74 participantes deprimidos, tuvieron una mejoría significativa en sus síntomas de depresión equivalente o mayor a un 50 por ciento, luego de haber recibido un tratamiento con botox.
El estudio realizado por un dermatólogo especializado en cirugía cosmética y un psiquiatra, reclutó a 74 personas deprimidas y les inyectó una dosis de botox (toxina botulínica tipo A) y un placebo (inyección salina) en el entrecejo. Luego de seis semanas de tratamiento, el grupo que recibió la inyección de botox disminuyó sus síntomas de depresión en un 47 por ciento, en comparación con el grupo que recibió el placebo que sólo disminuyó sus síntomas en un 21 por ciento.
Aunque podría pensarse que los pacientes pudieron diferenciar entre si estaban recibiendo una inyección de botox o una inyección salina, en realidad no fue tan obvio. Sólo la mitad de los participantes que recibieron botox acertaron en adivinar. Pero aún más importante, el saber qué tratamiento recibieron no tuvo ningún efecto en la respuesta al tratamiento.
En resumidas cuentas, este estudio es revolucionario porque plantea por primera vez, que inhibir los músculos del entrecejo (aquellos que permiten fruncir el ceño cuando se está triste o enojado) puede aliviar los síntomas de la depresión. Esto quiere decir que aquél viejo consejo de sonreír cuando se está triste, después de todo, puede tener su lógica.
Tradicionalmente se piensa que si estamos felices sonreímos, si estamos tristes lloramos, y si estamos enojados fruncimos el ceño. Pero una teoría que viene desde Darwin, y que se confirma con este estudio, sugiere lo contrario.
Concretamente, la teoría de Darwin fue acerca de que el control de las expresiones faciales causa un efecto similar en las emociones. Es decir, que en lugar de que el cerebro responda con expresiones faciales a una emoción, podría existir una comunicación entre el cerebro y los músculos faciales que hace que el cerebro identifique una muestra emocional en la cara y responda generando un sentimiento acorde.
No obstante, que el botox sea un antidepresivo efectivo aún está por confirmarse. Sin embargo, si llegara a serlo, desencadenaría nuevas preguntas y respuestas en cuanto a que si las personas que usan botox por razones cosméticas, de alguna manera también estarían previniendo su depresión.
Todavía está por verse, pero no puede negarse que este estudio es muy interesante y abre la puerta a nuevas alternativas en cuanto al tratamiento de la depresión y también, a comprender el complejo mundo de las emociones y su relación con las expresiones faciales.
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