Aquellos que se burlan de las siestas no saben de lo que se están perdiendo. El dormir por un tiempo corto durante el día puede mejorar tu ánimo, ayudarte a recuperar tu energía e incluso a mejorar tu memoria y tu desempeño en el trabajo. Si una pequeña siesta te hace sentir mejor, ¿porqué no darle un espacio en tu día?
Probablemente te acuerdas cuando vivías en tu ciudad natal o cuando visitabas a los abuelos en el pueblo. Al medio día las calles se desocupaban, los negocios cerraban, no se escuchaba ningún ruido. ¿En dónde están todos? “Durmiendo la siesta después del almuerzo. Y ahora ¡shhhhh! Que el abuelo también está descansando”, te contestaban en casa con naturalidad.
Esta costumbre empezó a cambiar con el ajetreo de las grandes ciudades. Los negocios ya no cierran al medio día, los horarios de trabajo no permiten ir a la casa a dormir la siesta, y no es bien visto el tratar de dormir 5 minutos sobre el escritorio. Incluso, es común criticar como “pueblerinas” a aquellas ciudades que aún conservan el horario de la siesta (como sucede en muchas ciudades de España o de América Latina).
Desde el punto de vista médico, la salud y el bienestar son siempre lo más importante. Por eso los hábitos de vida no deben clasificarse como “modernos” o “anticuados”, sino como saludables o no saludables. La necesidad de dormir y descansar es natural para el ser humano, y es necesario dedicar tiempo a esto para relajar el cuerpo, para liberar tensiones y pensamientos, y para recargar energías.
Con el tiempo y gracias a varios estudios científicos se ha comprobado que la siesta es un hábito saludable. Nuestro cuerpo no está diseñado para rendir todo el día todos los días sin parar. Y las siestas tienen un poder reparador increíble, tanto físico como mental.
Para tu cuerpo: relajación, descanso, libera tensiones, activa tu sistema inmunológico y ayuda a tu sistema nervioso. Gracias a esto te ayuda a mantenerte saludable y a evitar enfermedades.
Para la mente: De acuerdo con la Fundación del Sueño de Estados Unidos, las siestas recuperan tu estado de alerta, el cual te sirve para pensar más rápidamente, a mejorar tu memoria, a ser más creativo, a solucionar problemas complejos, etc. En su sitio de Internet se menciona un estudio de la NASA, de acuerdo al cual los pilotos militares y los astronautas que dormían una siesta de 40 minutos, mejoraban su desempeño en un 34% y su estado de alerta en un 100%. Además, psicológicamente, el descanso de la siesta genera una sensación de bienestar y de relajación, que ayuda efectivamente a mejorar tu estado de ánimo y a reducir tus niveles de estrés.
Por eso la mayoría de las personas dicen que, después de una siesta, se sienten “como nuevos”, frescos, descansados, listos para enfrentarse con ganas a las actividades del resto del día. Y sus efectos son mucho mejores que tomarte un café concentrado.
Se decía que antes la siesta era común porque las actividades eran diferentes: los hombres y las mujeres se levantaban a trabajar muy temprano ya sea en el campo o en el hogar, y al medio día necesitaban dormir un poco para recuperar sus energías y evitar el calor (especialmente en los lugares tropicales o en los meses de verano). Hoy en día sólo se acepta la siesta para las personas con necesidades especiales como los niños, los adultos mayores o las mujeres embarazadas.
Aunque es cierto que el trabajo en las ciudades ya no es tan agotador físicamente como lo era antes el trabajo del campo, sí lo es mentalmente. Y la siesta sigue siendo muy saludable para que nuestra mente pueda rendir en las largas jornadas de trabajo.
La cuestión no es si dormir o no la siesta, sino ¿cuánto y cuándo dormir?
- Mínimo 10 minutos. Cuando intentas dormir una siesta de 5 minutos, realmente nunca logras llegar a un estado de sueño, es imposible. Aunque descansar en silencio y con los ojos cerrados por pocos minutos es beneficioso, la Fundación Nacional del Sueño recomienda lograr dormir algo para obtener mejores resultados. Por eso lo ideal es que tu siesta dure mínimo 10 minutos.
- Sólo 10 minutos es la fórmula mágica. De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño, un estudio publicado en el diario “Sleep” (Sueño o Dormir) demostró que las siestas de 10 minutos son las que más beneficios traen, pues es el tiempo ideal para calmar el sueño, descansar el cuerpo y la mente, y recargar las energías.
- Máximo 20 a 30 minutos. Si eres de las personas que después de una siesta se levanta de mal genio y con un estado de somnolencia que no te abandona, quiere decir que dormiste demasiado. Las siestas no deben durar más de 20 ó 30 minutos, para que la siesta se quede en un estado ligero de sueño, perfecto para descansar el cuerpo, pero no para perder el estado de alerta que necesitas durante el día. Al dormir profundamente y por un tiempo largo, será muy difícil despertar y exigirle al cerebro que se conecte con la realidad rápidamente.
- No muy tarde. Las horas de las siestas no son caprichos de alguien o malas costumbres de una ciudad. Generalmente la mejor hora de tomar la siesta es después del almuerzo, que es el momento medio entre la mañana y la tarde, y además te permite digerir la comida con tranquilidad. El dormir una siesta más tarde puede afectar tu sueño de la noche, por eso no se recomienda.
Con tantos beneficios, vale la pena considerar abrirle un espacio a las siestas en tu vida diaria. Esos 10 minutos al día dedicados a la siesta podrían obrar milagros en tu salud y en tu estado de ánimo.
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