Si tu hija, esposo o hermano está regresando de las guerras de Irak o Afganistán en estos días, es muy normal que esté estresado por todo lo que ha vivido. Pero hay que tener cuidado, para que su estrés no se convierta en un Trastorno de Estrés Post-Traumático. ¿Qué puedes hacer? La familia es una de las mejores ayudas que puede recibir alguien que regresa de la guerra. En Vida y Salud te damos algunos consejos para pasar de la mejor manera esta difícil etapa para toda la familia.
La guerra no es fácil. Te enfrentas a la muerte día a día, pierdes a tus compañeros y te preguntas constantemente “¿cuándo será mi turno?”. Es imposible que esto no tenga un impacto en ti. Es normal que tu familiar sienta ansiedad, desasosiego, impaciencia, insomnio, irritabilidad y hasta mal genio con frecuencia. O, al contrario, puede estar retraído, deprimido e indiferente.
Muchos veteranos de guerra tardan varias semanas o meses asimilando lo que han vivido y reponiéndose, y aunque la mayoría logra superar el trauma sin mayores problemas, algunos no pueden. Cuando los efectos duran más de un mes y la persona que tú quieres tiene dificultades para olvidar lo sucedido, aceptarlo y adaptarse, probablemente sufre de un Trastorno de Estrés Post-Traumático (TEPT).
¿Cómo sabes si tu familiar tiene TEPT? No es sencillo, pues algunos veteranos suelen tener síntomas inmediatamente, pero a otros no se les presentan sino meses o años después. Si los síntomas se mantienen por mucho tiempo e incluso se intensifican, es probable que el estrés se esté complicando. Incluso, es muy probable que tenga síntomas físicos recurrentes como taquicardia, náuseas, diarrea, dolor de cabeza, fiebre, mareo o desmayos. En ese caso es necesario que busquen ayuda psicológica de inmediato.
Sin embargo, no esperes a que le diagnostiquen TEPT a tu hijo, esposo o hermano para ayudarle a recuperarse después de la guerra. Los estudios dicen que los veteranos que reciben el apoyo de su familia tan pronto regresan a casa, pueden sobreponerse al estrés inicial rápidamente y tienen menos posibilidades de sufrir TEPT.
¿Cómo puedes ayudar?
Comprende. Amor y comprensión, es lo que más necesita tu familiar. Entiende que tardará en asimilar el regreso, volver a la vida cotidiana, olvidar las cosas que vio. En fin, dale un tiempo de tranquilidad y descanso.
Escucha. Generalmente, hablar de lo sucedido con un familiar, amigo o consejero espiritual, y expresar los sentimientos de miedo, nerviosismo, rabia o culpa, ayudan a asimilar lo sucedido y a recuperarse del impacto y del trauma.
Dale espacio. Algunos veteranos sienten que no pueden hablar de lo que vivieron en la guerra con cualquier persona (así tu seas el amor de su vida), pues sienten que no los van a entender. Por eso muchos mantienen un fuerte vínculo con sus compañeros de escuadrón, y es una decisión muy saludable.
No te desesperes, busca ayuda. Sí, sabemos que esta situación también es difícil para ti. Pero de cualquier manera, no logras nada desesperándote, sólo empeorar la situación. Si las cosas se ponen difíciles entre los dos, lo mejor es buscar ayuda externa. Averigua a través de los Centros del Veterano donde les pueden brindar asesoría individual o incluso familiar. Él podrá hablar con otros veteranos y a ti te servirá conocer a otros familiares también viviendo y aprendiendo de esta situación.
Efectivamente, la guerra no es fácil, lo que viene después tampoco. Es una batalla que tiene que dar toda la familia unida. No lo dejes solo en este momento, ayúdalo.
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