El consumo de alcohol es perjudicial para el cuerpo. Pero es especialmente peligroso en mujeres que desean tener hijos. Por eso está recomendado reducir su consumo a cero tanto si se está embarazada, como si se cree estar embarazada o si está tratando de tener un hijo.
Si la madre ha consumido alcohol durante el embarazo, la hija o hijo que nazca puede sufrir síndrome alcohólico fetal, que causa daños cerebrales y problemas en el crecimiento. Se estima que entre el 1-2% de los niños nacen con el síndrome.
El Dr. Gonzalo Ros es co-coordinador del grupo de trastornos de neurodesarrollo de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica. Como destaca, este síndrome afecta especialmente al sistema nervioso central del recién nacido, que presentan una serie de rasgos:
- Ojos en forma de almendra, muy juntos el uno al otro
- Problemas oculares, como estrabismo (ojos bizcos)
- Cara de pequeño tamaño
- Labios superiores muy finos
- Nariz corta y elevada
- Piel lisa entre la nariz y el labio superior
- Microcefalia (cabeza de pequeño tamaño)
- Dificultades en el crecimiento
- Posibles problemas cardiacos
- Contracturas de articulaciones y vértebras y escoliosis
- Uñas poco desarrolladas
- El quinto dedo (meñique) doblado
- Problemas en el riñón
- Pérdida de oído
En cuanto a la conducta, el Dr. Ros señala que son niños que tienen:
- un coeficiente intelectual más bajo
- problemas de memoria
- dificultades para resolver problemas, para razonar y para adaptarse a los cambios
- hiperactividad y déficit de atención
- cambios en el estado de ánimo
Los niños con síndrome alcohólico fetal precisan de un manejo multidisciplinar que incluyen:
- neuropediatras
- logopedas
- psicólogos
- pedagogos
“Es básico que cuando el niño sea derivado, si este síndrome se sospecha, a un servicio o a un centro de Atención Temprana. Se comenzará un estudio de malformaciones asociadas y se valorará el estado de la vista, del oído y del sistema nervioso central. También es fundamental realizar de manera adecuada la adaptación a la escuela, con un soporte psicopedagógico en red y coordinado entre profesionales sociosanitarios y educativos”, detalla.
Si todo este trabajo se hace desde el principio, insiste el experto, “se puede lograr que el niño aprenda y modifique su conducta para que sea menos disruptivo. Y, si hay un trastorno por déficit de atención, puede tratarse”.
Por Javier Granda Revilla
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