El glioblastoma es un tipo de cáncer muy agresivo que se genera en el cerebro o en la médula espinal. Es el cáncer cerebral más frecuente y puede aparecer a cualquier edad, aunque es más habitual que afecte a personas mayores, según se explicó en una mesa redonda organizada en el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) con motivo del Día de concienciación Glioblastoma Awareness Day, que en Estados Unidos es el 20 de julio.
Se trata de un cáncer muy difícil de tratar y uno de sus principales problemas son las recaídas ya que en prácticamente en todos los casos, a pesar de que el tratamiento inicial surta cierto efecto, al cabo de unos meses aparecen nuevos tumores.
Entre los síntomas más frecuentes del glioblastoma están:
- Dolores de cabeza que empeoran por la noche
- Náuseas
- Vómitos
- Convulsiones
- Desorientación
- Alteraciones visuales
- Problemas motrices en las extremidades
Actualmente el tratamiento contra el glioblastoma incluye las siguientes opciones:
- Cirugía: es lo primero que se intenta en todos los pacientes pero, dependiendo de la zona del cerebro en la que esté el tumor, a veces no es posible operar. Además, aunque el objetivo es extirpar la mayor cantidad posible del tumor, esto a veces resulta complicado ya que si se afecta el tejido cerebral normal, en ocasiones pueden quedar secuelas importantes.
- Radioterapia: En la mayoría de los pacientes se suele indicar radioterapia después de la cirugía y se puede combinar con quimioterapia. Para las personas que no se pueden someter a una cirugía, la radioterapia y la quimioterapia en combinación se utilizan como tratamiento principal.
- Quimioterapia: lo más habitual en esta enfermedad es la quimioterapia oral, en pastillas, aunque en algunas ocasiones se recurre también a algunos tipos de quimioterapia intravenosa.
- Terapia con medicamentos dirigidos: en algunos casos los tumores presentan unas características concretas que hacen que algunos medicamentos que se usan para otros tumores puedan funcionar. Aunque este campo está aún en fases muy iniciales, hay algunos pacientes que pueden beneficiarse de este tipo de tratamientos.
Panorama de futuro
En la mesa redonda celebrada en el COMB se discutieron las tendencias en estudios clínicos, su financiación, las alternativas de tratamientos, así como la perspectiva de pacientes y familiares. Participaron la Dra. Carmen Balañá, investigadora del Instituto Catalán de Oncología (ICO); la Dra. María Vieito, investigadora del Vall d’Hebrón-Instituto de Oncología (VHIO); Daniel Oliver, director de Capital Cell; el Dr. Adrián McNicholl, director de Operaciones Clínicas, Laminar Pharma y Karla Islas, periodista de salud y representante de pacientes y familiares. El debate estuvo moderado por el Dr. Pablo V. Escribá, investigador de la Universidad de las Islas Baleares.
La Dra. Carmen Balañá indicó que uno de los principales objetivos actuales de los tratamientos es que “aporten calidad de vida al paciente, no tiene sentido tener un paciente tratado hecho un vegetal”. Todos los participantes coincidieron en que son necesarios más ensayos clínicos para poder avanzar en la investigación y mejorar las opciones para estos pacientes. La Dra. Vieito señaló que “si no hay ensayos, no hay fármacos y no hay inversión para investigación ni desarrollo, lo que es muy limitante también desde el punto de vista clínico”.
El Dr. McNicholl añadió que una de las limitaciones en este sentido es que el glioblastoma “es una patología complicada, con una progresión muy rápida, por lo que las grandes farmacéuticas no suelen entrar en ella y normalmente son las pequeñas biotecnológicas las que hacen la investigación”.
Además, otra de las limitaciones es que existen pocas asociaciones de pacientes ya que se trata de una enfermedad que suele progresar muy rápidamente y muchas veces las familias se enfrenta al reto de ir adaptando su día a día a las necesidades del enfermo.
Una de las conclusiones de la mesa redonda fue que “poco a poco está habiendo avances que van mejorando el curso de la enfermedad, alargando la vida en condiciones cada vez un poco mejores. Los pacientes y sus familiares han de estar acompañados por la sociedad y por los médicos y los investigadores”.
Por Karla Islas Pieck
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