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Aunque pueda parecer extraño, a veces  el mejor tratamiento puede ser, simplemente, observar el desarrollo de una condición. Tal parece ser el caso del cáncer de próstata de grado bajo, según un estudio nuevo. Sigue leyendo y descubre cómo la observación de los síntomas y los controles periódicos pueden ser armas poderosas para proteger tu salud.

La observación y el seguimiento han sentado las bases del conocimiento. Los pensadores antiguos observaban los eventos naturales y los seguían de manera rutinaria para desarrollar hipótesis y encontrar respuestas a los fenómenos que desconocían. Aun hoy, estas prácticas son fundamentales en la investigación científica. Y no sólo eso: la medicina se vale de estas herramientas para tratar enfermedades.  A éstas podría agregarse el cáncer de la próstata de grado bajo.

Con seguridad más de un médico te habrá indicado un tratamiento y te habrá dicho que lo visites nuevamente después de un periodo breve de tiempo, justamente para ver cómo evoluciona la enfermedad (o su curación).  Aquí se combinan la observación (porque han visto tus síntomas) y el seguimiento (porque te han pedido que vuelvas a ver qué ocurre con esas señales luego de un período determinado).

La detección de un cáncer resulta un descubrimiento penoso y muy preocupante. Es probable que entre las primeras reacciones la persona desee “que lo eliminen como sea y cuanto antes, mejor”. Sin embargo, en el caso de un cáncer de próstata de grado bajo, el tratamiento más adecuado parece ser, justamente, la observación y el seguimiento, pues según un estudio reciente, la agresividad de este tipo de tumor no parece cambiar con el tiempo.

Estas son las conclusiones de una investigación realizada en la Facultad de Medicina de la Universidad Harvard, en Boston, Estados Unidos, después de evaluar los datos de más de 1,200 hombres que habían participado en dos estudios diferentes (el de la salud de los médicos y el del seguimiento de profesionales de la salud). Los participantes evaluados fueron diagnosticados con cáncer de la próstata entre 1982 y 2004 y a todos se les extirpó la próstata.

Una vez que se diagnostica el cáncer de la próstata, se utiliza una medida conocida como la puntuación de Gleason -un análisis microscópico del tejido extraído mediante una biopsia-  para ayudar a predecir la agresividad del tumor.  Antes de realizar el estudio, no estaba claro si un cáncer de bajo riesgo podría convertirse, eventualmente, en un cáncer de alto riesgo. Los investigadores de Harvard han encontrado que, por lo general, la transición a un cáncer agresivo no ocurre.

Durante las dos últimas décadas, la evaluación del antígeno específico de la próstata (APE por sus siglas en inglés) ha llevado a más diagnósticos de cáncer de la próstata. Recuerda que el APE es una sustancia que produce la próstata, y esta prueba mide sus niveles en la sangre, que suelen elevarse por arriba del rango normal cuando hay cáncer (pero también otras condiciones que lo elevan como: próstata agrandada, inflamación, infección o simplemente la edad).

Sin embargo, la doctora Kathryn Penny, la investigadora líder del estudio explica que, a pesar del aumento de los diagnósticos de cáncer de la próstata, la proporción de la enfermedad con una puntuación de Gleason alta no ha cambiado drásticamente, lo que sugiere que la medida Gleason no ha avanzado a un grado más alto con el tiempo.

¿Qué sugiere esto? Que los hombres que tienen un cáncer con una puntuación de Gleason baja podrían elegir tener una vigilancia más activa por su médico en lugar de someterse a una cirugía en la que se les extirpe (quite) la próstata o de recibir tratamiento de radiación, añade la doctora Kenny, evitando por lo tanto secuelas (consecuencias) como la incontinencia o la disfunción eréctil.

De todos modos, los expertos aclaran que observar no quiere decir que el hombre al que se le ha detectado este tipo de cáncer deba volver tranquilo a casa y olvidarse del tema. Por el contrario, es muy importante que vuelva a hacerse chequeos y controles regulares, para comprobar justamente que el tumor no crece ni pasa a otro estadio más peligroso.

Aprovechamos para recordarte las síntomas y las señales del cáncer de la próstata, para que estés atento y puedas visitar a tu doctor (o a un especialista, el urólogo) en caso de que se presenten. Entre ellas se encuentran:

  • Dificultad para orinar.
  • Flujo débil o interrumpido de la orina.
  • Deseos frecuentes de orinar, sobre todo de noche.
  • Dificultad para vaciar completamente la vejiga.
  • Dolor o sensación de ardor al orinar.
  • Sangre o semen en la orina.
  • Dolor persistente de espalda, caderas o pelvis.
  • Eyaculación dolorosa.

Recuerda que estos síntomas también pueden ser señal de alguna otra condición que no tienen nada que ver con el cáncer de la próstata. Pero siempre es importante ir al médico si tienes cualquiera de estas señales.

Por otro lado, si ya te han detectado un cáncer de próstata y es de grado bajo, debes considerar todas tus opciones con tu médico. Una posibilidad, como la que sugiere la investigación de Harvard es observar y seguir muy de cerca el desarrollo del tumor sin tener que recurrir a tratamientos drásticos y agresivos como la cirugía o la radioterapia.

Imagen © iStockphoto.com / Kent Weakley

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