- Se han utilizado como medicamento desde hace miles de años
- Podrían estar disponibles como medicamento en 2025
- Otras sustancias, como la ayahuasca o el éxtasis, pueden ser útiles también
- Todas estas sustancias tienen propiedades medicinales, pero no son inocuas
El uso de los hongos como medicamentos es ancestral. Otzi, el hombre de hielo que murió hace más de 5.000 años en los Alpes italianos, los llevaba encima. El frío de las montañas ha permitido preservarlos y estudiarlos.
Hace más de 50 años, se sintetizó la psilocibina -un derivado de los hongos alucinógenos-, con fines curativos. “Las primeras pruebas de su uso fueron en pacientes con cáncer y síntomas de depresión. Los resultados fueron muy buenos, porque con una dosis única la depresión mejoró durante semanas y, en algunos casos, hasta en meses”, explica el doctor Víctor Pérez, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
De los pacientes oncológicos, se pasó a estudiar su utilidad en depresión y dependencia al alcohol, con estudios que están en marcha y en los que está participando el doctor Pérez. “Los resultados están siendo espectaculares, especialmente a dosis altas y están a punto de comenzar estudios avanzados que podrían lograr que el fármaco estuviera disponible en 2025”, anuncia.
Desde hace años, se ha popularizado el consumo de microdosis de hongos y algunos estados de Estados Unidos se están planteando legalizar su uso. Pero el experto alerta que no hay estudios científicos que avalen su uso y su eficacia. Con frecuencia, además, no se toman en las dosis adecuadas. “Se han utilizado en muchas patologías en los últimos años y pueden adquirirse por canales oficiales y no oficiales”, señala el doctor Pérez.
Es muy importante recalcar que el consumo de microdosis de hongos tiene riesgos. Entre otros, puede causar:
- aumento de la ansiedad
- fatiga
- malestar en el estómago
- ganas de vomitar
- aumento de síntomas en algunas enfermedades psiquiátricas
- alucinaciones
- dolor de cabeza
En resumen, las microdosis de hongos no son inocuas pese a tener propiedades medicinales. Por este motivo, es importante que sean indicadas por un profesional sanitario que pueda prescribirlas. Y que se adquieran en canales oficiales y se tomen en las dosis adecuadas.
Otro producto que se ha utilizado en este campo, derivado de la ayahuasca, es el DMT. Es una sustancia alucinógena que se administra por vía intranasal (por la nariz) y que cuenta con algún estudio que demuestra su utilidad.
Al igual que las microdosis de hongos, la ayahuasca puede causar crisis en pacientes con algunas enfermedades psiquiátricas si se combina con otros medicamentos o sustancias o si se toma a altas dosis.
Un tercer fármaco que se está probando es el MDMA (o ‘éxtasis’), con estudios en depresión, aunque todavía se cuenta con pocos datos y se piensa que podría ser útil en estrés post-traumático.
El MDMA, tomado sin pauta médica, puede tener muchos efectos adversos para la salud:
- Ganas de vomitar
- Escalofríos
- Sudoración
- Visión borrosa
- Contracción involuntaria de los músculos de la mandíbula
- Muerte, en caso de consumo de dosis excesiva
Todos los fármacos antidepresivos pueden inducir la neuroplasticidad, que es la capacidad de nuestro cerebro para cambiar y adaptarse en respuesta a nuevas conductas o experiencias, con nuevas conexiones neuronales. Así lo han demostrado las pruebas de neuroimagen. “Cuando un paciente tiene depresión, hay determinadas del cerebro que se ‘atrofian’, como el hipocampo. Y los fármacos antidepresivos pueden lograr cambios plásticos en estas estructuras del cerebro en pacientes con depresiones crónicas. Y, probablemente, la psilocibina lo logra también”, apunta el doctor Pérez.
Por Javier Granda Revilla
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