- Utilizar hielo directamente sobre la piel puede ocasionar importantes problemas, como quemaduras y ampollas.
- Para obtener beneficios, es fundamental el uso indirecto del hielo, con un paño o tela.
- No existen evidencias científicas de que el hielo sea bueno para la piel, aunque sí el frío por su capacidad para estrechar los vasos sanguíneos.
El deseo de lucir una piel radiante y fresca ha llevado a explorar diversas técnicas y tratamientos a lo largo del tiempo y en este sentido el frío ha sido durante mucho tiempo un aliado en el mundo de la estética facial. Desde compresas frías hasta tratamientos criogénicos avanzados, el frío se ha utilizado para una variedad de propósitos en el cuidado de la piel.
Sus beneficios son variados y bien documentados: descongestiona, calma, reduce rojeces y sensibilidad. En la estética moderna, se han desarrollado diversas técnicas para aprovechar estos beneficios sin comprometer la salud de la piel. Una de estas técnicas, conocida como “icing facial“, ha ganado popularidad en los últimos tiempos como un método efectivo para mejorar la apariencia y salud de la piel. Sin embargo, ¿es realmente efectivo? ¿Cuáles son sus beneficios y precauciones?
¿Qué es el icing facial?
El icing facial, o “hielo facial”, es una técnica que implica el uso de hielo sobre la piel para obtener diversos efectos estéticos. Este método se ha popularizado gracias a su supuesta capacidad para descongestionar, calmar, reducir rojeces y sensibilidad en la piel. Se argumenta que el frío ayuda a cerrar los capilares y actúa como vasoconstrictor, lo que puede mejorar la apariencia de la piel.
La Dra. Paloma Borregón, dermatóloga miembro del Grupo Español de Dermatología Estética de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (ADV), advierte, no obstante, de la falta de estudios que respalden el uso del hielo. “No hay ninguna evidencia científica de que el hielo sea bueno para la piel”. Aunque la experta señala que el frío sí es bueno, porque cierra capilares, es vasoconstrictora, y eso descongestiona y es bueno para reducir rojeces. “Pero siempre usado de manera controlada, ya que si lo aplicamos sin control en forma de hielo directamente sobre el cutis podríamos provocar quemaduras y por tanto ampollas”.
De esta forma, el uso controlado del frío puede proporcionar ciertos beneficios a la piel:
- El frío tiene la capacidad de descongestionar la piel, lo que puede reducir la hinchazón y la apariencia de bolsas debajo de los ojos, así como mejorar la circulación sanguínea.
- Reducción de rojeces: La aplicación de frío puede ayudar a disminuir la apariencia de rojeces en la piel, especialmente en personas con piel sensible o propensa a la irritación.
- Sensación de frescura: El contacto con el hielo puede proporcionar una sensación refrescante y revitalizante en la piel, lo que puede resultar especialmente beneficioso después de un largo día o durante el verano.
¿Cómo aplicar el frío a la piel?
Si queremos sacarle todo lo bueno al frío sin sufrir las consecuencias, “lo ideal es aplicar el hielo de forma indirecta, es decir, con un paño, tela o tisú, de ahí que los dispositivos como roller helados o bolas huecas que se pueden llenar de agua para congelarla no sean la mejor idea”, opina la Dra. Paloma Borregón.
Meter la cabeza en un recipiente como cubo o cubeta con hielo se considera una aplicación directa y, por tanto, es agresiva y puede producir los efectos mencionados. “La única forma de que eso no suceda sería envolver el rostro con un paño antes de meterlo en el cubo”, sugiere la dermatóloga en el caso extremo de querer meter la cabeza sí o sí en un barreño con hielos.
Y nunca, jamás, la Dra. Borregón recomendaría la aplicación tópica de un cubito sobre el rostro. En el caso de querer sacarle todo el partido al frío para descongestionar el rostro, algunos expertos sugieren usar un utensilio refrigerado, como una cuchara (y nunca durante mucho tiempo, máximo de dos minutos), para realizar un ligero masaje drenante en la zona del contorno del ojo, desde la zona más próxima a las sienes, hacia el lagrimal.
Es importante procurar no detener el movimiento para que ninguna zona se sobre exponga al frío. En la zona superior del rostro, se recomienda hacerlo con movimientos ascendentes desde las cejas hasta la línea del nacimiento del pelo, y en el tercio inferior, movimientos ascendentes que recorran la mandíbula inferior y suban hasta las sienes.
Por Miguel Ramudo
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