Luego de sufrir un ataque cardíaco, muchas personas sienten depresión y presentan otros síntomas asociados a lo que se conoce como síndrome postraumático, que incluye ansiedad y pesadillas. Ahora, un nuevo estudio ha detectado que esto sucede con más frecuencia de lo que se cree y que, incluso, puede aumentar el riesgo de que la persona vuelva a tener un infarto en el futuro.
Los primeros meses luego del infarto fueron los peores para Raquel. Por un lado, sentía que había renacido luego de una situación tan riesgosa, pero no podía evitar sentir tristeza por lo que le había ocurrido. También la perturbaban tanto todos los cuidados y cambios de hábitos que tendría que tener a partir de ahora para evitar una recurrencia que comenzó a soñar continuamente con situaciones de emergencia, se angustiaba muy seguido, comenzaba a llorar sin razón aparente y se le ponían los pelos de punta.
La depresión es frecuente en las personas que sufren un infarto o ataque cardíaco. También es común que quienes han pasado por esta situación experimenten señales de lo que se denomina trastorno o síndrome de estrés postraumático (TEPT), como miedo, ansiedad, pesadillas o recordar continuamente escenas o imágenes traumáticas, lo que además puede aumentar la presión arterial y/o el ritmo cardíaco.
Un infarto se produce cuando, por algún motivo, la sangre no puede llegar al corazón (o a una parte del corazón). Puede ser porque uno o más vasos sanguíneos se encuentran obstruidos (tapados). Al no recibir la sangre que necesita, el corazón se daña.
Si el infarto es muy severo puede provocar un paro cardíaco, es decir, puede hacer que el corazón deje de latir, lo que también le produce una lesión a este músculo y puede llevar a la muerte. Por eso, ambas situaciones, la de un infarto y la de un paro cardíaco, son muy riesgosas y pueden resultar traumáticas para quienes las sufren.
El síndrome por estrés postraumático es un grupo de síntomas angustiantes que se manifiestan después de un incidente aterrador, ya sea porque la persona lo experimentó directamente o fue testigo de una situación que ha incluido una lesión física seria o una amenaza de lesión o muerte, como un accidente automovilístico o en el trabajo, robos o asaltos callejeros y estar presente durante tornados, terremotos u otros desastres naturales.
Un nuevo estudio que aparece publicado en la edición en línea del 20 de junio de la revista especializada PLoS ONE -que ha sido financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Los Estados Unidos- brinda nuevos datos sobre la relación entre el infarto y los síntomas del trastorno o síndrome de estrés postraumático (TEPT).
Según encontraron los investigadores, se estima que uno de cada ocho supervivientes de un infarto experimenta señales del TEPT y que el desarrollo de esos síntomas duplica el riesgo de que los pacientes cardiacos sufran un segundo infarto o mueran en un plazo de tres años.
Para llegar a tales hallazgos, los investigadores consideraron los resultados de 24 estudios publicados de casi 2.400 pacientes cardiacos. Encontraron que el 12 por ciento de los pacientes mostró síntomas significativos del trastorno o síndrome de estrés postraumático (TEPT) y alrededor del 4 por ciento cumplía con los criterios para un diagnóstico completo del TEPT (considerando que los síntomas deben durar por lo menos un mes tras el evento, antes de que se pueda hacer un diagnóstico del TEPT)
Además, tres estudios que siguieron a más de 600 pacientes con TEPT tras un ataque cardiaco mostraron que esos pacientes tenían casi el doble posibilidades de volver a sufrir otro ataque cardiaco o morir.
Estos hallazgos brindan nuevos datos para que los profesionales de la salud puedan ayudar a quienes sufren del síndrome del estrés postraumático. Algunas personas se recuperan solas luego de un infarto y se adaptan al tratamiento sin mayores complicaciones, pero a otras no les resulta tan fácil. Es en esos casos que se debe buscar ayuda profesional, para que recibir la terapia y el tratamiento necesarios para que el paciente pueda llevar de nuevo una vida sin miedo y sin angustia.
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