- Los latinos estamos migrando más que nadie en el mundo. Esto supone muchos desafíos para las familias y los países de acogida. Las diferencias de idioma y cultura generan una gran carga mental y física en aquellos que se encuentran fuera de su país, especialmente para los que lo hicieron por inseguridad o necesidad.
- La migración latinoamericana en los últimos tiempos ha visto como miles de personas cada año deben cruzar por pasos inseguros con el fin de cumplir sus objetivos de alcanzar una vida mejor. Esto ha generado muchos traumas, peligros y daños psicológicos. Es muy importante buscar ayuda, especialmente para recuperar las dinámicas familiares y poder normalizar el estado mental y físico.
- Actualmente se ha acuñado para describir la sintomatología de los migrantes el término ‘Síndrome de Ulises’ como un paralelismo a toda la sintomatología que sufrió el personaje literario durante años, antes de poder volver a su hogar. Este trastorno se caracteriza por una sensación de estar siempre inseguros, con incertidumbres y con la sensación que algo negativo puede suceder. Hace muy difícil el arraigo. Por eso las amistades y mantener la cultura de origen puede ayudar en la transición.
Aunque toda la historia de la humanidad está centrada en el movimiento de personas y la migración, actualmente hay el mayor número de migrantes de toda la historia: 1 de cada 95 personas en el mundo (281 millones) está dejando su lugar de origen para comenzar, en muchos casos, desde cero. Países como Colombia, Venezuela, Haití, y otros de Centroamérica han visto como muchos de sus ciudadanos abandonan su país buscando una oportunidad en el norte o sur de nuestro continente. Abandonar el país supone una carga física y mental. Por eso, en este artículo hablaremos de la carga mental que una familia tiene cuando llega a un país nuevo.
América Latina se mueve
De acuerdo a la ONU, la región de América Latina es la que tiene mayor movilidad humana en todo el mundo, con 15 millones de migrantes en 2020. De acuerdo a la Psicóloga Ruth Álvarez Ramírez, responsable de atención Psicosocial en el Centro de Apoyo Marista al Migrante en Querétaro, México (CAMMI), las personas principalmente llegan como refugiadas; “salen de sus países, en muchos casos sin nada, es como que decidieron irse de su país porque ya no tenían ninguna seguridad, incluso sin tiempo de traer sus papeles e identificación”.
Panamá y el Darién
Un punto de inflexión para los migrantes que vienen desde Sudamérica, África y Asia, que buscan viajar a Norteamérica, es el bosque de Darién; una selva sin carreteras que comparten Colombia y Panamá, haciendo un cuello de botella de 109 kilómetros con más de 130 mil migrantes que lo cruzan cada año.
El Dr. Justo Pinzón-Espinosa, psiquiatra panameño que se encuentra actualmente recabando el perfil psicológico y físico de los que transitan por el Darién señala que “lo que se conoce sobre el contexto humano de ese paso viene desde los reportes periodísticos y las anécdotas: es necesario entender como se encuentran estas personas que deben cruzar por una o dos semanas por la llamada la jungla más peligrosa e inhóspita del mundo”.
Entendiendo y sanando
Este mismo experto ha mostrado que los migrantes tienen una gran dificultad para poder acoplarse a su nuevo país/hogar; algunas de las consecuencias observadas son:
- Los niños refugiados y migrantes tienen una mayor prevalencia de desórdenes ansiosos y psicóticos al compararlo con niños nativos.
- Es común que aquellas personas movilizadas se sientan traumatizados y sufran por esto. Al no tener dinero o apoyo raramente buscan ayuda, lo que les dificulta identificar su condición.
- El poco acceso a la información o las barreras de idiomas les hace muy difícil poder tener un sentimiento de avance. En el mismo sentido, la salud mental se ve deteriorada al encontrarse con barreras socioculturales y religiosas.
De la misma forma, Ruth Álvarez coincide en que la salud mental se ve afectada al igual que la física: “Muchas enfermedades se agravan, o les aparecen nuevas. Es común escuchar a pacientes que dicen ‘esto en mi país no lo tenía’”, agrega. Junto a eso aparecen otros síntomas:
- Aislamiento
- Les cuesta mucho poder organizar sus horarios y dinámicas, principalmente porque ya no tienen familiares que les ayuden a criar a los más pequeños. Eso erosiona la carga mental.
- Les dificulta sentir arraigo, siempre sienten que tendrán que moverse. Eso genera inseguridad, incertidumbre y sensación constante que algo puede suceder.
“El duelo, la pérdida de no estar en tu país, hace que sientas que siempre estás en un viaje afrontando muchos peligros, igual que Ulises [protagonista de la Odisea de Homero] quien estuvo siempre en un viaje tratando de volver a casa”, subraya
¿Cómo ganarle a Ulises?
El síndrome de Ulises (o del emigrante con estrés crónico y múltiple) para Ruth no es una patología, es una experiencia que ahora podemos ponerle nombre. Hay una alerta constante. Por eso:
- Hay que hacerse de amistades que permitan y ayuden a entender la nueva sociedad en la que viven ahora.
- No perder tus propias costumbres. “Bailar lo que escuchaban en su país, cocinar tus propios platos y mantener la religión ayuda a sentir un poco de identidad y solidez”, propone la experta.
Si estás en una situación como la descrita acá, es importante que busques ayuda psicológica. En Vida y Salud podemos ayudarte hablando gratis con un psicólogo.
Por Carlos Diego Ibáñez
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