Todos tienen derecho a su propia opinión pero no a sus propios datos. Una opinión es una creencia o conclusión que se puede tener con gran convicción pero que no está comprobada o establecida en hechos basados en la realidad. Esa realidad establecida con el conocimiento o las pruebas. A continuación te explico cuál es la diferencia entre la ciencia y las teorías conspirativas para que entiendas la diferencia, selecciones tus fuentes de información correctas y para que no te vendan gato por liebre.
¿Qué es la ciencia y qué requiere el método científico?
La ciencia es una manera sistemática y lógica de abordar y descubrir cómo funcionan las cosas en el universo. La palabra “ciencia” proviene del latín scientia, que significa sabiduría basada en datos que se pueden demostrar y reproducir, de acuerdo con el Diccionario Merriam-Webster. Fiel a su definición, la meta de la ciencia es la de obtener resultados que se puedan medir y analizar. La ciencia se basa en datos, no en opinión ni en preferencias. El proceso de la ciencia se enfoca exclusivamente en el mundo natural, de acuerdo con la Universidad de California. Todo lo que se considera sobrenatural no entra en la definición de ciencia.
Un aspecto importante de la investigación científica es que debe tratar de responder una pregunta. En otras palabras, una investigación no debe tratar de “demostrar” un punto, sino debe ser un intento para obtener conocimientos. Otro aspecto que se debe considerar es que la observación cuidadosa y controlada debe ser la base para recopilar información. Por último, los resultados de una investigación científica deben repetirse: otros investigadores, siguiendo el mismo proceso, deben observar los mismos resultados. Si un resultado no se puede reproducir, las conclusiones originales deben cuestionarse.
Existen varios pasos en el método científico que se inician cuando se hace una observación u observaciones; se hacen preguntas acerca de las observaciones y se reúne la información para formar la hipótesis (que es una descripción tentativa de lo que se ha observado) y se hacen predicciones basadas en ella. Se prueban la hipótesis y las predicciones en un experimento que se pueda reproducir. Se analizan los datos y se obtienen conclusiones (aquí se acepta, se rechaza o se modifica la hipótesis, si es necesario). Finalmente, se reproduce el experimento hasta que no haya discrepancias (diferencias) entre las observaciones y la teoría.
O sea, como dijo Moshe Pritker, un ex investigador que actualmente es Director Ejecutivo de The Journal of Visualized Experiments (JoVE), “La reproducibilidad de los experimentos publicados es la fundación de la ciencia. Si no hay reproducibilidad, no hay ciencia”.
Actualmente, los descubrimientos científicos salen publicados en revistas profesionales que son “peer reviewed”. Eso significa que son revisadas por colegas antes de su publicación.
Teorías conspiratorias
Una investigación realizada en junio del 2020 por el Pew Research Center les preguntó a 9,654 adultos dónde obtenían su información acerca del COVID-19, y acerca de las teorías conspiratorias en los EEUU. Los que obtenían su información del presidente Trump tendían a creer más en las teorías conspiratorias y a pensar que la pandemia se ha exagerado. Y de este grupo, los que han escuchado la teoría conspiratoria que la pandemia fue planeada, el 56% piensa que, o definitivamente o probablemente, es cierta.
Un estudio realizado en línea entre alrededor de 2,500 personas en el Reino Unido, publicado en mayo del 2020 por la Cambridge University Press, encontró que mientras la mitad de las personas no creían en las teorías conspirativas, el 25 por ciento ya mostraban un patrón muy consistente o niveles muy elevados de endosar esas ideas. Y, de hecho, los investigadores encontraron que “Esas ideas no parecían limitadas a los márgenes. Las teorías conspirativas se conectan a otras formas de desconfianza y se asocian con seguir menos las recomendaciones del gobierno y con mayor renuencia de hacerse pruebas o seguir tratamientos en el futuro”.
Desde luego, esto sucede cuando se mezclan la incertidumbre, el miedo, la desesperación económica y las campañas de desinformación.
¿Cuáles son algunas de las teorías conspirativas?
Una fuente de desinformación muy popular fue un video de una viróloga llamada Judy Mikovits que originalmente se publicó en las redes sociales como “Plandemic”, a principios de mayo del 2020. Ella es una científica desacreditada que había trabajado en retroviruses murinos (XMRV) asociados con la fatiga crónica del 2006 al 2001 en el Whittemore Peterson Institute (WPI). Desgraciadamente, debido a su falta de honestidad como científica, la publicación en 2009 sobre sus hallazgos fue criticada ampliamente y, finalmente, la revista Science retractó su publicación el 22 de diciembre del 2011. En noviembre del 2011, Mikovits fue arrestada por robarse una computadora y otra información del WPI. Obviamente, también la despidieron de WPI en 2011.
Desde entonces se ha dedicado a promover teorías conspirativas relacionadas al XMRV (xenotropic murine leukemia related virus), que es lo que estaba estudiando y causó la controversia que la desacreditó y que no le ha permitido trabajar en ninguna organización respetada. Eso no ha prevenido que los siga vinculando a varias enfermedades (cuando otros científicos no encuentran esa asociación) y que encuentre ideas en contra de las vacunas que no existen. El Dr. David Gorski, un profesor de cirugía de la Wayne University School of Medicine y editor del sitio web Science-Based Medicine (Medicina Basada en Ciencia), revisó el video y dijo “la cantidad de disparates, desinformación, mala información y difusión de conspiracías en la respuesta de Minkovits a las preguntas es épica (legendaria)”. PolitiFact (una organización sin fines de lucro del Poynter Institute en St. Petersburg, Florida, con oficinas en Washington, DC) describió el video como “una inmersión en teorías conspirativas sobre el COVID-19, la salud pública y la industria farmacéutica”.
Otra teoría conspirativa es que la pandemia del COVID-19 es parte de una estrategia mundial creada por una minoría selecta, como Bill Gates, con el fin de crear vacunas con chips de rastreo que se puedan activar con el sistema de 5G, que es la tecnología que usan los celulares para poder “seguir” a las personas. Aparentemente una teoría conspirativa requiere que el ingrediente sea solo “convincente”. No tiene que ser real ni, siquiera posible. ¿De dónde pudo haber surgido ésta?
Resulta que, en diciembre, unos investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) publicaron en la revista Science Translational Medicine cómo algo llamado “quantum dots” se podía introducir a través de la piel para documentar una vacuna. Estos “quantum dots” no utilizan chips, lo que hacen es producir una luz que ayuda para saber si se ha recibido una vacuna o no. Es más, sólo se ha probado en ratas, aún o se ha probado en humanos. Y, efectivamente, el proyecto fue patrocinado con fondos de la Fundación de Bill y Melinda Gates – pero no son chips y su propósito es otro.
De acuerdo con Steven Brill, el fundador de una compañía llamada NewsGuard que se dedica a rastrear información falsa, las personas que están en contra de las vacunas decidieron crear esta teoría conspirativa atacando a Bill Gates, cofundador de Microsoft y a la fundación que tiene con su esposa que se dedica, entre otras cosas, a patrocinar investigación de vacunas nuevas. Y no sólo eso, las personas que están en contra de la tecnología se unieron con ellas y agregaron otra teoría conspirativa relacionada a la tecnología 5G que supuestamente iba a ayudar a escanear más rápidamente a toda la gente que tenía el microchip. Obviamente nada de esto es cierto. Pero lo presentan como si fuera y muchos se lo creen.
Estos son sólo dos ejemplos, hay muchos más.
De acuerdo con los expertos, una sociedad divida por desinformación puede llevar a trastornos en el cuidado de salud y en las elecciones, y hasta puede crear falta de confianza en el sistema democrático. Por eso es importante que estemos unidos para identificarla y rechazarla.
La desinformación y las teorías conspirativas abundan y a veces, desgraciadamente, el tratar de corregirlas puede ser contraproducente.
Algunos rumores y algunas teorías conspirativas conectadas con el COVID-19 no tienen fundamento, pero hay comunidades en las redes sociales que están dedicadas a circularlas diariamente, de acuerdo con Joshua Introne, un científico especializado en computación de Syracuse University que se dedica a estudiar la evolución de las teorías conspirativas en línea. Introne dice que “Nos gustan las cosas que apoyan lo que creemos. El aceptar estos cuentos tiende tanto a profundizar nuestras convicciones como a incitarnos a compartirlas con otros que piensan como nosotros. En cierta manera, la desinformación tiene una ventaja incorporada sobre la verdad”.
A veces el esfuerzo de corregir la desinformación incluye repetir la mentira. Al repetir la teoría conspirativa se logra establecer en la memoria de forma más firme que la verdad, haciendo que se recuerde y se crea aún más. En la psicología a esto se le conoce como “el efecto de la verdad ilusoria”. De hecho, de acuerdo con un reporte en el Journal of Experimental Political Science, “Una explicación de la causa de un evento inexplicable es mucho más efectiva que negarlo”.
¿Qué podemos hacer para no caer en teorías conspirativas y estar bien informados?
Es sumamente importante pensar críticamente y no creer ciegamente. Asegurarnos de la fuente o las fuentes de dónde obtenemos nuestra información. Especialmente cuando se trata de la salud.
Si nos dicen que la pandemia no es un problema serio pero en realidad el número de personas que se están enfermando ha sido de millones y sigue aumentando, el número de personas que han fallecido es de cientos de miles y sigue aumentando, los hospitales se están llenando o, incluso, en algunos estados, es necesario llevar pacientes a otros hospitales porque ya no caben, no puede ser cierto que la situación no es grave.
Si te dicen que hay más casos porque estamos haciendo más pruebas, pero hay estados en donde las personas se tienen que formar por horas para que les hagan un examen o se van a la casa sin el examen porque se cansaron de esperar ¿Te parece que el número de casos sólo refleja que estamos haciendo más pruebas? Obviamente, las pruebas no crean casos – sólo identifican los casos que ya existen.
Quizá no hayas escuchado toda esta información. Si es así es porque sólo estás obteniendo la información de una fuente que no quiere que tengas todos los datos completos y puedas actuar sobre ellos.
Lo ideal es obtener tu información de los expertos en salud pública, los científicos o los médicos de los CDC y los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Cuando vas a comprar una casa vas con un experto en bienes raíces no con un mecánico, ¿cierto? Considera también consultar con un experto cuando se trata de tu salud. También considera que no todos los médicos son iguales. Nuevamente, los CDC, los Institutos Nacionales de Salud y la OMS tienen décadas de estar proporcionando información basada en ciencia. También las instituciones afiliadas a Centros Universitarios u Hospitalarios reconocidos (Harvard, Cleveland Clinic, Mayo Clinic, etc.).
Ten cuidado de los sitios que te prometen curas o te tratan de vender algo. Muchos de estos sitios, aunque estén muy bien puestos y muy elegantes, son de charlatanes que están interesados en tu dinero, no en tu salud.
La reciente muerte del Congresista John Lewis me hizo pensar que él dedicó su vida al movimiento de los derechos civiles, siempre pacífico y amable. Si bien él nos recordaba que la función del gobierno es la de proteger a las personas, yo pienso que las personas también debemos cuidarnos los unos a los otros. Eso es lo que nos da la humanidad, los valores exclusivos de ser humanos. Por eso, mi recomendación es la siguiente: La pandemia eventualmente terminará. Necesitamos paciencia (tomará tiempo). Nuestras vidas regresarán a lo normal. Pero nuestras familias, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo y la gente a nuestro alrededor, se recordarán cómo respondimos durante la crisis y cómo los tratamos. Este es un buen momento para construir un legado de comprensión, de compasión y de bondad.
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