- Los patógenos son oportunistas. Eso quiere decir que, si hay alguna zona debilitada del organismo, se aprovecharán y generarán una infección. Esto puede llevar a que la persona se enferme simultáneamente, complicando el tratamiento y progresión de cada una. Es lo que se conoce como co-infección.
- Por ejemplo, tener el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, mejor conocido como SIDA, supone una reducción casi total de las defensas contra los patógenos. Es por esta razón que la principal causa de muerte es una co-infección respiratoria, hepática o incluso un cáncer. Haciendo patente la importancia de buscar tratamiento cuanto antes.
- Existen virus que aumentan la posibilidad de la aparición de cáncer, como el VPH, un aumento de la microbiota e incluso una baja diversidad bacteriana intestinal. A su vez, los tratamientos y la misma progresión de la enfermedad aumentan la probabilidad de tener una co-infección.
Imagina estar enfermo, pero al analizar tus síntomas los médicos descubren que estás infectado de dos patógenos diferentes. Esto es lo que se conoce como ‘co-infección’ un proceso en que una enfermedad (incluso no infecciosa, como el cáncer) puede abrir la puerta a una nueva enfermedad. Este fenómeno, poco discutido (pero quizá habrás escuchado que sucede al estar en un hospital), dificulta en muchos casos el diagnóstico, tratamiento y el poder sanar prontamente.
El VIH: el causante de coinfección más común
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta al linfocito T, célula del sistema inmune encargada de coordinar muchos procesos de defensa contra patógenos. Cuándo el nivel de infección lleva al número de linfocitos al mínimo se define la enfermedad como SIDA, es decir: síndrome de inmunodeficiencia (debilitamiento inmune) adquirida. “La inmunodeficiencia causada por la infección crónica del VIH aumenta los riesgos de co-infección a patógenos que normalmente son controlados por los linfocitos”, apunta la Dra. Christina Chang, del departamento de enfermedades infecciosas de la Universidad de Monash, en Melbourne, Australia.
Lo que explica que entre las principales causas de muerte, especialmente si no se trata, destaca la co-infección o la aparición de cáncer. Además, los tratamientos para reducir el SIDA muchas veces no logran recuperar la protección inmune aunque el número de linfocitos se recupere. Por ello es clave iniciar los tratamientos cuanto antes.
Las co-infecciones más comunes son:
- Tuberculosis. “Esta bacteria infecta a un tercio de la población mundial y rápidamente es controlada por el sistema inmune liderado por los linfocitos. Si no están, al tener SIDA, es sencillo que la infección se active”, puntualiza la Dra. Chang.
- Hepatitis: La tipo B y C son las más comunes en los pacientes con SIDA. Aunque se vacunen, al tener pocos linfocitos, 1 de cada 10 pacientes se co-infecta con hepatitis.
- Hongos: La aparición de hongos que usualmente son frenados por el sistema inmune es uno de los primeros signos de infección por VIH. Estos pueden aparecer en la piel además de infectar meninges y pulmones.
Esto significa que, además de trabajar la reducción del virus, se deben adaptar tratamientos a las co-infecciones se pueden estar ocurriendo con el paciente.
El cáncer puede ser una co-infección
Aunque evidentemente el cáncer no es contagioso, es cierto que muchos patógenos, como el virus del papiloma humano (VPH), pueden aumentar el riesgo de cáncer. Entonces, una enfermedad, como es el papiloma, conviviría con otra: el cáncer. Algo muy similar es lo que se observa al tener una microbiota alterada, como en el SIBO, donde aumenta la probabilidad de cáncer colorrectal.
Por otro lado, los tratamientos contra el cáncer como la quimio y radioterapia pueden hacer susceptible el sistema inmune, aumentando los riesgos de co-infección. Por lo que cada día se trabaja en el manejo del cáncer tomando en consideración que pueden aparecer infecciones (como sucedió con el COVID-19). Además, tener co-infecciones ha mostrado de dificulta la misma lucha contra el cáncer, especialmente en las nuevas terapias biológicas.
Todos nos podemos co-infectar
Las enfermedades respiratorias crónicas (asma, EPOC o enfisema) pueden dejar susceptible a una infección viral, e incluso dos diferentes. Algo muy complejo, especialmente porque los síntomas pueden ser similares, dificultando el tratamiento. Una infección, como puede ser el SARS-CoV-II, facilita el desarrollo de una neumonía bacterial, algún otro virus respiratorio secundario e incluso hongos. Lo que en su momento fue un gran obstáculo para su tratamiento.
Cualquier infección que debilite algún órgano o zona corporal va a permitir que aparezca otro patógeno oportunista. Esto se hace patente especialmente cuando no se accede a cuidado médico formal. Por lo que es necesario tomar medidas de higiene similares a las usadas durante la pandemia (ventilación, desinfección de aparatos usados por el enfermo, uso de mascarilla por parte de los acompañantes, etc).
Las co-infecciones representan una gran dificultad para los tratamientos médicos, especialmente en la actualidad donde la resistencia a antibióticos hace muy difícil poder atacar a dos bacterias a la vez, especialmente donde una resistente y la otra no. O al estar luchando contra un virus también.
Por Carlos Diego Ibáñez
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