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  • No solo todos los contaminantes tienen un origen humano y las sustancias generadas por volcanes o incendios también afectan a nuestra salud de forma importante
  • Las grandes ciudades son uno de los principales focos de contaminación actualmente, generando hasta el 60 % de los gases de efecto invernadero cuando solo suponen el 2 % de la superficie del planeta
  • Los microplásticos o partículas de plástico de menos de 5mm de diámetro pueden acumularse en nuestro organismo a lo largo del tiempo generando importantes problemas de salud

La relación entre el medio ambiente y la salud humana siempre ha sido una dinámica en constante evolución con repercusiones significativas en nuestra calidad de vida. Un área de interés creciente en este diálogo es el impacto de la contaminación ambiental en la salud respiratoria. 

La Dra. Cristina Martínez, neumóloga en la Clínica Asturias de España y coordinadora del Área de enfermedades ocupacionales y medioambientales de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Toracica (SEPAR), enfatiza que “el cambio climático es una de las principales amenazas para la salud, afectando directamente la calidad del aire que respiramos. Como especialistas en enfermedades respiratorias, el cuidado de la salud respiratoria del ciudadano nos afecta de forma transversal”. En este artículo, analizamos las formas principales de contaminación que nos afectan.

Contaminantes ambientales de incendios y volcanes

La Dra. Cristina Candal, neumóloga y profesora en la Universidad de Barcelona en España, dedicada a la investigación de los efectos de los contaminantes ambientales sobre la salud respiratoria, explica que “aunque los contaminantes generados por actividades humanas suelen ser los más preocupantes, los de origen natural, aunque menos visibles, siguen siendo dañinos”. Estos incluyen los compuestos producidos por erupciones volcánicas e incendios, así como los microorganismos tóxicos, sustancias químicas y elementos radioactivos, como el gas radón.

En cuanto a las erupciones volcánicas, la Dra. Candal señala que “generan grandes cantidades de contaminantes naturales, como CO2, dióxido de azufre, ácido clorhídrico y CO. Estos gases no solo se inhalan, sino que también pueden ser ingeridos, causando daños gastrointestinales y abrasión en las membranas mucosas”. Además, enfatizó la amenaza que representa el smog volcánico, una combinación de gases volcánicos, oxígeno y vapor de agua que puede afectar a las personas con enfermedades respiratorias preexistentes.

Con respecto a los incendios, la Dra. Candal mencionó que, debido al cambio climático, la frecuencia e intensidad de los incendios está en aumento, lo que está exacerbando la contaminación del aire por el humo. “No hay suficientes estudios, pero se estima que cada año mueren 400.000 personas por la inhalación de humo procedente de los incendios. Esta exposición al humo ha sido relacionada con exacerbaciones de asma y EPOC, así como con una mayor incidencia de cáncer de pulmón”.

Para finalizar, la Dra. Candal enfatiza la necesidad de estar conscientes de los diferentes contaminantes, no solo los antropogénicos, y de tomar las medidas de protección adecuadas. “Es esencial que los profesionales sanitarios estén bien informados para poder tratar adecuadamente a los pacientes, especialmente durante eventos de contaminantes naturales. Se requerirá fortalecer nuestros sistemas de salud para garantizar una respuesta adecuada a una demanda sanitaria cada vez mayor”.

Contaminación en grandes ciudades

La Dra. María Luisa Torres, profesora titular del Departamento de Neumología en la Universidad de Valencia en España y líder de un equipo de investigación sobre la contaminación del aire en áreas urbanas, señala que “la exposición a la materia particulada fue responsable de más de 123 millones de años de vida perdidos en calidad en 2015 y es el quinto factor de mortalidad, siendo responsable del 7,6% de la mortalidad a nivel mundial. Las enfermedades cardio y cerebrovasculares son las principales asociadas, pero también se encuentran la EPOC, infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón”.

Explica además que “la exposición y el riesgo siguen una relación lineal; no existe un valor seguro. Nuestro objetivo debe ser reducir tanto como sea posible la exposición”. Esta situación, según la Dra. Torres, se ve exacerbada por el crecimiento y la industrialización en las ciudades, así como el cambio climático. “Las grandes ciudades producen más del 60% de los gases de efecto invernadero cuando solo ocupan el 2% de la superficie del planeta”. Además, la creciente urbanización mundial está agravando este problema, con más tráfico rodado, mayor industrialización y mayor consumo de energía.

La Dra. Torres enfatiza que “la contaminación ambiental es un riesgo evitable para la salud humana y existe una verdadera urgencia en la adopción de medidas para reducir la emisión de contaminantes” y destaca la necesidad de instar a la adopción de las recomendaciones de la OMS, recordando que reducir la contaminación genera grandes beneficios para la salud humana.

Contaminantes y su medición

El Dr. Carlos Baeza, experto en salud ambiental del Hospital General Universitario de Elche, en España, señala la amplia variedad de agentes contaminantes que nos podemos encontrar en nuestra atmósfera, que abarcan desde productos químicos hasta microplásticos. Estos agentes pueden ser invisibles al ojo humano, pero sus efectos en la salud pueden ser considerables, como ya comentamos en un artículo anterior.

Según Baeza, “existen aproximadamente 350.000 productos químicos registrados, y cada día se crean 3 nuevos potenciales tóxicos”. Estos productos químicos pueden encontrarse en una variedad de fuentes, desde productos de consumo cotidiano hasta desechos industriales. Sin embargo, lo que resulta preocupante es que “menos de la mitad de estos han sido sometidos a pruebas para determinar su seguridad”. Esto indica un área de potencial negligencia en nuestra comprensión y regulación de los productos químicos en nuestro entorno.

Los microplásticos, en particular, se han convertido en objeto de interés debido a su omnipresencia y a la creciente evidencia de su impacto en la salud humana y el medio ambiente. Los microplásticos, pequeñas partículas de plástico de menos de 5 mm de tamaño, pueden ser ingeridos o inhalados por los humanos, acumulándose en nuestro organismo a lo largo del tiempo. “Estos pequeños fragmentos de plástico, menores a 5 mm, representan una amenaza insidiosa a la salud humana y al medio ambiente” destaca el experto.

El doctor Baeza explica que los microplásticos son productos de la degradación de objetos plásticos, que no son biodegradables, y tienden a acumularse en el medio ambiente. En lugar de descomponerse, los plásticos se fragmentan en partículas cada vez más pequeñas, que pueden llegar a ser tan pequeñas como una micra. “Estos microplásticos son particularmente preocupantes debido a su capacidad para ingresar al cuerpo humano, ya sea a través de la ingestión o la inhalación. Una vez dentro del cuerpo, los microplásticos pueden causar una serie de problemas de salud, incluyendo inflamación y posibles alteraciones genéticas” añade el Dr. Baeza.

Además, los microplásticos pueden actuar como vectores para otros contaminantes, como los tintes, los cuales pueden adherirse a su superficie y ser transportados a diferentes partes del cuerpo. Esto hace que los microplásticos sean un vehículo efectivo para la introducción de otras sustancias potencialmente dañinas en el cuerpo humano.

Los microplásticos inhiben mecanismos de defensa respiratorios y provocan inflamaciones y alteraciones genéticas. Su inhalación está vinculada con alteraciones pulmonares, cambios intersticiales y es más frecuente en pacientes respiratorios, especialmente en mujeres mayores de 60 años y fumadores. Estos contaminantes representan uno de los mayores desafíos de salud actuales.

En términos de medición, los microplásticos representan un desafío significativo. Debido a su pequeño tamaño son difíciles de detectar y medir. Sin embargo, es crucial desarrollar técnicas y herramientas más efectivas para monitorear y medir la presencia de microplásticos en nuestro ambiente. “Esta información es fundamental para entender la magnitud del problema y desarrollar estrategias efectivas para minimizar la exposición a los microplásticos”, explica el neumólogo.

 

Por Miguel Ramudo
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