¿Te imaginas el intenso dolor que pueden producir unos diminutos cristales, tan punzantes como una aguja, que se acumulan en las articulaciones? Es el típico dolor de la gota, una compleja forma de artritis que es más común entre los hombres que las mujeres. Le hizo la vida imposible al mismísimo Enrique VIII, rey de Inglaterra, pero desde luego, ya hoy no hay por qué resignarse ni al dolor ni a las molestias. Con medicamentos y ajustes en tu estilo de vida puedes evitar que se repitan.
La gota es una de las formas de artritis más dolorosas. Ocurre cuando el exceso de ácido úrico, un producto de desecho que el cuerpo produce, se deposita en una articulación y forma cristales, que irritan el revestimiento de la misma y causan dolor. El ácido úrico se forma cuando el cuerpo descompone ciertos químicos, llamados purinas, que el cuerpo produce normalmente y que a la vez obtiene de ciertos alimentos (como la carne y los mariscos, por ejemplo). Cuando el exceso de ácido úrico se acumula en la sangre, se conoce como hiperuricemia.
Normalmente, el ácido úrico se disuelve en la sangre, pasa por los riñones y se elimina del cuerpo a través de la orina. Este proceso mantiene los niveles de ácido úrico en niveles saludable. Pero cuando la persona padece de gota, el cuerpo produce demasiado ácido úrico, o — lo que sucede con mayor frecuencia — no puede eliminarlo tan eficientemente como debería. Por lo tanto, a medida que las concentraciones de ácido úrico aumentan, se incrementa el riesgo de desarrollar gota.
La acumulación excesiva de ácido úrico puede manifestarse de varias formas:
- Se forman depósitos de cristales en las articulaciones (frecuentemente en la base del dedo gordo del pie)
- Los depósitos de ácido úrico van formando bultos bajo la piel que médicamente se denominan tofos gotosos
- Cálculos (o piedras) renales debido a la concentración de cristales de ácido úrico en los riñones
Un primer encuentro doloroso con la gota
¿Recuerdas tu primer episodio o ataque de gota? Probablemente se presentó de pronto y de noche, con un dolor intenso en el dedo gordo de uno de tus pies y se prolongó de 3 a 10 días. Este suele ser el “estreno” favorito de la gota. Además del dolor, también se pueden tener otros síntomas o signos con la gota, como: inflamación, enrojecimiento, calor y rigidez en la articulación.
El dedo gordo de los pies no es la única área que se puede ver afectada. La gota también puede presentarse en el arco del pie, los tobillos, los talones, las rodillas, las muñecas, los dedos de la mano y los codos. Si la inflamación es muy severa puede llegar a causar fiebre, dolores musculares y otros síntomas parecidos a una gripe, flu o influenza.
¿Por qué yo?
Es más probable que padezcas de gota si tienes algunos de los siguientes factores de riesgo:
- Si alguien más en tu familia la padece
- Eres hombre
- Eres mujer y ya pasaste la menopausia
- Tienes sobrepeso
- Bebes mucho alcohol, especialmente cerveza
- Comes demasiados alimentos que contengan purinas, como carne roja o mariscos
- Padeces de hipertensión, colesterol alto, diabetes o enfermedad renal (del riñón)
- Tomas algunas medicinas, como diuréticos, niacina, aspirina, ciclosporina o levodopa
- Te han trasplantado un órgano
- Estás expuesto(a) al plomo en el medio ambiente
Conocer tus factores de riesgo te ayudará a entender por qué tienes ataques de gota, pero además te ayudará a reducir las probabilidades de que te ocurra otro ataque. Si por ejemplo: reduces tu consumo de alcohol, tu peso, o el médico te cambia alguna medicina que estés tomando.
Trata la gota lo antes posible
Aunque el primer ataque por lo general se resuelve por si solo entre 3 a 10 días, es importante buscar ayuda médica y tratamiento lo antes posible. No lo tomes a la ligera, los ataques de gota tienen a durar más y a ocurrir con más frecuencia mientras mayor sea el tiempo que la hayas padecido, así que el control de los ataques es sumamente importante. Además, si has tenido gota durante varios años, podrían aparecer los abultamientos bajo la piel (tofos gotosos) por la acumulación de cristales de ácido úrico, podría aumentar tu riesgo de desarrollar artritis crónica con inflamación y daño permanente en la articulación o de que desarrolles cálculos renales (piedras en el riñón).
Seguramente tu médico te recomendará algunos medicamentos para tratar el ataque de gota, entre los que se incluyen:
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) para aliviar el dolor
- Corticosteroides (como la prednisona) o la colchicina, para reducir la inflamación. Esta última funciona mejor cuando se toma dentro de las primeras 12 horas de un ataque agudo
Una vez superado el ataque, el doctor podría recomendarte que sigas tomando otros medicamentos para prevenir ataques en el futuro, además de algunas modificaciones en la dieta.
Una parte importante del tratamiento es la reducción de los niveles del ácido úrico en el cuerpo para evitar el daño que le produce a las articulaciones, entre otras funciones y para eso, el médico te recomendará algunas medicinas que tienen como objetivo lograr que tu cuerpo produzca menos ácido úrico y ayudar a tus riñones a eliminarlo más eficientemente.
Por lo general estos medicamentos se comienzan a tomar después del ataque, no durante, porque pueden empeorarlo. Una vez que comiences el tratamiento, el doctor revisará periódicamente tus niveles de ácido úrico. Pregúntale cuál es tu meta (probablemente menos de 6 mg/dL), pero él o ella podrán darte una mejor idea del número ideal según tu caso.
Pregúntale además, si hay otros factores que puedan desencadenar los ataques, como estrés, el alcohol o ciertas enfermedades. Y no te saltes las visitas de seguimiento para que tu doctor pueda ir ajustando el tratamiento de manera adecuada al progreso de la condición.
La gota no se cura, pero con el tratamiento adecuado y ciertos ajustes en tu estilo de vida, puedes mantenerla bajo control. A continuación hay cinco recomendaciones que te podrían ayudar:
1. Reduce tu peso
Cuando tienes sobrepeso aumentan tus probabilidades de tener más ácido úrico en sangre. Esto sucede porque mientras más cantidad de tejido tengas, más ácido úrico producirá tu cuerpo. Comienza por llevar una dieta más saludable, a base de granos integrales, frutas y vegetales. Evita las dietas bajas en carbohidratos y no pierdas peso demasiado rápido (no más de 2 libras a la semana) ya que esto eleva las probabilidades de sufrir un ataque de gota.
2. Limita la carne roja y los mariscos
Estos alimentos son ricos en purinas. La carne roja, de cerdo o cordero, el hígado y otros órganos, los mariscos (como la langosta y los camarones) además de las ostras, las sardinas y las anchoas, pueden aumentar tu riesgo de gota. Se recomienda que reduzcas tu consumo de carne a 4 a 6 onzas (113 a 170 gramos, que equivale a una porción igual al puño de la mano), al día. Pero asegúrate de consumir suficiente proteína de otras fuentes como legumbres, o productos lácteos bajos en grasa, como la leche descremada, el yogurt o el requesón. Una señal de alerta: los frijoles o habichuelas, las arvejas o chícharos y las lentejas que normalmente son una fuente estupenda de proteínas, son altos en purinas y elevan el ácido úrico, por lo cual también se deben evitar. Aquí tienes una lista de los alimentos altos en purinas que debes evitar:
– Carnes rojas (res, puerco, cordero) y pollo
– Hígados y otros órganos
– Mariscos (incluyendo atún, camarón, langosta, macarela, sardinas y anchoas)
– Frijoles o habichuelas, lentejas, arvejas o chícharos
– Coliflor
– Espinaca
– Alcohol (especialmente cerveza que contiene levadura)
– Espárragos
– Hongos o champiñones
– Bebidas endulzadas con fructosa
3. Evita el alcohol
Muchas personas desarrollan un ataque de gota después de beber alcohol, ya que este es rico en purinas. Evita totalmente el alcohol durante un ataque de gota y luego, cuando éste pase, resérvalo para ocasiones especiales, en particular la cerveza porque contiene levadura. Pero si bebes, hazlo moderadamente (no más de dos bebidas al día en el caso de los hombres y una en las mujeres).
4. Bebe suficiente líquido, de preferencia, agua
Esto ayuda a eliminar el ácido úrico del cuerpo y evita que se acumule en las articulaciones. Consulta con tu médico en relación a cuánto líquido debes beber al día y trata de que al menos la mitad de esa cantidad sea agua. Evita los refrescos y las bebidas azucaradas.
5. Infórmale a tu médico sobre todas las medicinas que tomas
Haz una lista de todos los medicamentos que tomas, por receta o por venta libre, incluyendo las vitaminas y suplementos. Es posible que una de ellas pueda empeorar los ataques de gota, como la aspirina de baja dosis, por ejemplo.
Si además haces ejercicio con frecuencia, tomas los medicamentos recetados por tu doctor exactamente como te lo indicó y mantienes tus visitas de seguimiento, con seguridad lograrás espaciar cada vez más los ataques de gota o, incluso, eliminarlos. Es cuestión de disciplina, ¡inténtalo!
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