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En una época, las grasas trans parecía que eran una bendición: mejoraban el sabor y la textura de los alimentos, y alargaban la vida de muchas comidas procesadas. Pero actualmente se sabe que son riesgosas para la salud, especialmente para la salud del corazón.  Por eso, la FDA ha pasado una advertencia de frenarlas, y pronto se espera su decisión de prohibir definitivamente que se añadan artificialmente este tipo de grasas a los productos que las familias consumen a diario, como las palomitas o rosetas de maíz, los pasteles, las galletas y las barras de margarina.

La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) anunció recientemente que está tomando medidas para eliminar a las grasas trans de los alimentos, ya que bloquean a las arterias y se asocian con enfermedades cardíacas. Además, la agencia propone que se añada una etiqueta a los alimentos que contengan aceite parcialmente hidrogenado (la fuente principal de las grasas trans) en la que se advierta que su consumo es dañino.

La prohibición del FDA se refiere sólo a las grasas trans artificiales (que se forman añadiendo hidrógeno al aceite vegetal para hacerlo sólido), no a las que se encuentran de manera natural, en pequeñas cantidades, en la mantequilla o en algunas carnes, como en la de cordero o de res, y en otros alimentos.

Los fabricantes de los alimentos empezaron a usar las grasas parcialmente hidrogenadas (la fuente principal de las grasas trans) como sustituto de la mantequilla, debido a los problemas que se asocian con las grasas saturadas y la salud. Pronto creció el uso de las grasas trans porque mejoran el sabor y la textura de los alimentos, y permiten conservarlos más tiempo en los estantes del supermercado sin deteriorarse. Pero todo eso viene con un riesgo elevado para tu salud.

Aunque necesitamos incluir grasa en nuestra dieta, no todas las grasas son iguales, ni igualmente beneficiosas. Las grasas saturadas, por ejemplo, se consideran perjudiciales porque aumentan el colesterol “malo” (LDL), que puede producir placas que obstruyen las arterias. Las no saturadas, en cambio, aumentan el nivel de colesterol “bueno” (HDL), lo que ayuda a eliminar el colesterol “malo”.

Pero las grasas trans son las peores, porque simultáneamente aumentan el colesterol malo, y disminuyen el bueno. También aumentan la inflamación, que muchos expertos consideran es el origen no sólo de las enfermedades cardíacas, sino también de otras enfermedades crónicas.

Ya en 2006, la FDA les exigió a los fabricantes de los alimentos que pusieran a las grasas trans en la lista de los ingredientes de las etiquetas. Y a medida que se fueron conociendo sus efectos dañinos para el organismo, los consumidores estadounidenses han ido disminuyendo su uso. El consumo de grasas trans por persona se redujo de 4.6 gramos al día en 2006 a 1 gramo aproximadamente al día en 2012 en los Estados Unidos, de acuerdo a la agencia.

Pero aunque desde hace tiempo muchos fabricantes de alimentos empezaron a eliminar las grasas trans de sus productos, todavía se encuentran en varios alimentos procesados, entre ellos: galletas dulces y saladas, tortas, pasteles y pizzas congeladas, glaseados de torta listos para usar, manteca vegetal, barras de margarina, masas refrigeradas de panecillos y palomitas o rosetas de maíz para poner en el microondas.

La eliminación de las cantidades de grasas trans que todavía existen en los alimentos es, sin duda, un buen paso, ya que representan un riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas. Dice la Dra. Margaret A. Hamburg, de la FDA, que a pesar de que el consumo de las grasas trans ha disminuido en los últimos años, sigue siendo una preocupación en relación con la salud pública. Según ella, eliminar del todo las grasas trans podría prevenir 20,000 ataques al corazón adicionales, y 7,000 muertes a causa de problemas cardíacos cada año.

Hay cierta preocupación con respecto a los productos que usarán ahora los fabricantes, como que sustituyan las grasas trans por grasas saturadas de bajo costo, otra causa de las enfermedades cardíacas. Pero la industria alimenticia ha progresado mucho, y pueden encontrarse opciones saludables, que no afecten negativamente el sabor ni la textura de los alimentos.

¿Qué puedes hacer para proteger tu salud y la de tu familia? Lo primero, es seguir las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón, e incluir en tu dieta una amplia variedad de frutas, vegetales, granos (sobre todo integrales), leche y productos lácteos sin grasa, legumbres, pollo y carnes magras. Y pescado, preferiblemente el graso como salmón, al menos dos veces a la semana.

Después, cuando compres un alimento, fíjate si la etiqueta dice “0 grasas trans“. Y asegúrate de que entre los ingredientes no figure el aceite parcialmente hidrogenado. Eso significa grasa trans. Cuando compres alimentos sin grasas trans, evalúa el contenido de grasa total que contienen, incluyendo la grasa saturada, y selecciona el que tenga menor cantidad de ella. Elige los que contienen grasas sanas, como el aceite de canola.

Y trata de evaluar los alimentos que consumes en forma general, no sólo por su contenido de grasa. Una galleta de azúcar, por ejemplo, aunque no contenga nada de grasas trans, tampoco te conviene, porque solamente aportaría a tu dieta calorías vacías, sin valor nutritivo. De nuevo, lo importante es que aprendas a estudiar las etiquetas, el contenido de los alimentos que compras y que cada día tomes los pasos adecuados para mejorar tu alimentación y la de tu familia.

Imagen © iStockphoto.com / paisan191

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