- El diagnóstico de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es complejo debido a la variedad de síntomas y a la posibilidad que se relacionen con otras complicaciones.
- Cerca de la mitad de los pacientes con acidez no presentan reflujo al examinarse. Si se utilizan ciertos medicamentos previos a un diagnóstico, es posible que interfiera con lograrlo correctamente y puede llevar a necesitar exámenes adicionales.
- Lograr diagnosticar la enfermedad por reflujo gastroesofágico se hace cada vez más fácil con las nuevas tecnologías, como las que permiten realizar monitoreos del reflujo esofágico durante 24-96 horas. También se pueden estudiar las alteraciones de la mucosa del esófago y tomar biopsias de tejido que permiten precisar mayor cantidad de desregulaciones, o hacer una endoscopía.
- Tratar la enfermedad por reflujo gastroesofágico no solo se trata de automedicarse con un fármaco de la farmacia que le funcionó a un amigo o conocido. Es necesario hacer cambios en la dieta, en los hábitos al dormir y manejar nuestra salud psicológica.
- El uso de tratamientos farmacológicos debe siempre ser indicado por un profesional. Estos incluyen el uso de antiácidos, que no curan, pero si ayudan a reducir los síntomas en el corto plazo y bloqueadores de la producción de jugo gástrico; estos últimos pueden generar acostumbramiento o tolerancia y efectos secundarios si no son utilizados correctamente.
“Diagnosticar la enfermedad por reflujo gastroesofágico es muy complejo, principalmente porque a solo la mitad de los pacientes con acidez les detectamos reflujo o regurgitación al examinarlos. Además, estos síntomas pueden deberse a otras complicaciones”, explica el Dr. Ronnie Fass, experto en gastroenterología de la Universidad de la Reserva Este, en Cleveland. En algunos casos los pacientes pueden precipitarse en el autodiagnóstico, lo que puede llevar al consumo inapropiado de ciertos medicamentos que supuestamente ‘protegerían’ o ‘recubrirían’ el estómago, pero que eventualmente podrían agravar la situación o resultar ineficaces. En esta segunda entrega, exploraremos métodos de diagnóstico y diversas opciones de tratamiento, desmintiendo algunos conceptos erróneos en el camino.
El desafío del diagnóstico
El Dr. Ronnie Fass sugiere que es factible reducir los síntomas mencionados en el artículo anterior, como reflujo, acidez, tos crónica y dolor en el pecho, con la enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE o GERD, por sus siglas en inglés) al utilizar terapias que inhiben la producción de jugo gástrico. Sin embargo, en muchos casos, el uso de estos medicamentos previos a la consulta médica puede llevar a necesitad de realizar otros exámenes:
- Endoscopía: Es el examen básico en trastornos gastroesofágicos, similar a la colonoscopía para evaluar al intestino grueso. En el caso de la sospecha de ERGE se indica en pacientes con sintomatología crónica y con riesgo de daño irreversible en el esófago, o en aquellos que no responden a tratamiento estándar.
- Monitoreo del reflujo ambulatorio: Si la endoscopía no revela anomalías, pero los tratamientos no surten efecto, se procede a un monitoreo durante 24 a 96 horas. En este procedimiento, se introduce un tubo delgado a lo largo del esófago para medir la acidez del reflujo y la cantidad de material regurgitado.
- Nuevas técnicas: Actualmente, las pruebas de tejidos se hacen cada vez más de forma más precisa y permiten reconocer cambios más leves que antes. En esa línea se pueden investigar las alteraciones en la mucosa esofágica, facilitando el diagnóstico preciso de ERGE. También se puede medir la presencia de enzimas digestivas en la saliva, llamadas pepsina, que deberían estar confinadas al estómago, indicando presencia de reflujo. Finalmente, la precisión permite reconocer pequeños cambios que indican si los tratamientos están logrando mejoras.
Estrategia de tratamiento
Aunque el Peptobismol, antiácidos efervescentes, o fármacos como él (es)omeprazol, lansoprasol y famotidina puedan parecer opciones para tratar el reflujo o la acidez, en general no producirán resultados reales y duraderos debido a “la temporalidad del uso, la gravedad de los síntomas y la falta de tratamientos a las causas de fondo”, señala el Dr. Ronnie. Es por esto, que además de un tratamiento farmacológico adaptado a cada paciente, es necesario realizar cambios en los estilos de vida.
- Cambios en la alimentación: Con la asesoría de médicos y nutricionistas, se pueden evaluar las comidas que desencadenan el reflujo, ajustar las porciones y seleccionar los alimentos adecuados para evitar deficiencias nutricionales.
- Tiempo de comida y postura: Evitar comer hasta 3 horas antes de acostarse para reducir el riesgo de reflujo nocturno. Asimismo, elevar la cabeza con almohadas al dormir y evitar la posición de lado derecho puede minimizar las posibilidades de reflujo.
- Otros cambios: Intentar dejar de fumar y gestionar el estrés pueden contribuir a la disminución de los síntomas, aunque no son tratamientos curativos.
En cuanto a los tratamientos farmacológicos, es fundamental comprender que la mayoría, exceptuando los antiácidos, buscan reducir o frenar la producción de jugo gástrico, por lo que deben tomarse antes de las comidas, no después. Además, es importante destacar que no existen medicamentos, en estos tratamientos, que ‘protejan el estómago’. Además, la gastritis (inflamación estomacal) no es un síntoma del reflujo y el estómago no necesita protección del reflujo. En su lugar, se busca prevenir el ascenso del ácido al esófago y su consecuente daño.
- Antiácido: Han sido utilizados durante mucho tiempo para reducir la acidez del jugo gástrico, no disminuir su cantidad, y se promocionan como acompañantes ideales para comidas pesadas. Aunque tienen un escaso efecto real en la ERGE, se recomienda en casos de reflujo esporádico. En algunas personas, sus componentes pueden causar una leve diarrea o estreñimiento.
- Bloqueadores de la producción de ácido: Para contrarrestar el exceso de jugo gástrico, se utilizan medicamentos que bloquean pasos cruciales en la producción de esta. Los bloqueadores del receptor de histamina (como famotidina y cimetidina) son una opción, aunque su efectividad es inferior a la de los inhibidores de la bomba de protones (como omeprazol, esomeprazol y lansoprasol).
“Los inhibidores de la bomba de protones no son protectores estomacales o de ninguna estructura; simplemente alteran la acidez de los eventos de reflujo. Por esa razón se deben tomar 45 minutos antes de las comidas, preferentemente en las mañanas”, señala el Dr. Ronnie Fass.
Además, el uso crónico de estos medicamentos además de generar resistencia por parte del estómago, desencadenando una mayor producción de jugo gástrico, también se han relacionado con SIBO, infecciones de Clostridium difficile, entre otras complicaciones. Por eso es clave trabajar junto a un especialista de la salud todos sus inquietudes gastroesofágicas.
Por Carlos Diego Ibáñez
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