En mi columna pasada hablé de algunos datos que confirman que la violencia con armas de fuego es una crisis de salud pública en Estados Unidos. Hasta ahora, el país ha logrado pocos avances significativos en la lucha contra la epidemia de suicidios con armas de fuego y de muertes por armas de fuego. En lo que se logran esos avances, en esta columna hablaré acerca de la relación entre la violencia por armas y la enfermedad mental; cómo hablar con los niños acerca de la violencia por armas; qué signos sugieren que tu hijo tiene problemas para manejar la situación; y cómo puedes proteger tu salud mental en estos tiempos.
¿Qué relación hay entre la violencia por armas y la enfermedad mental?
El primer estudio que se realizó por el National Institute of Mental Health’s Epidemiological Catchment Area, que se publicó en 1990, seguido por un segundo análisis en 1994, reveló que las personas con enfermedades mentales no son violentas en general, pero que los que tienen enfermedades psiquiátricas tienden a ser más violentos que los que no las tienen. Durante un año, alrededor del 12% de todas las personas con esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión mayor eran violentos, comparado con el 2% de las personas sin trastornos mentales o problemas de abuso de sustancias. La tasa de violencia se redujo al 7% al considerar sólo a las personas con esas enfermedades mentales que no tenían un problema de abuso de sustancias. Específicamente, los factores de riesgo de violencia incluyeron la edad joven, el sexo masculino, el nivel socioeconómico bajo y el abuso de drogas o alcohol. Estos factores eran predictivos independientemente de si alguien tenía una enfermedad mental. Los resultados sugieren que la enfermedad mental por sí sola triplica aproximadamente el riesgo de alguna forma de violencia, aunque el riesgo absoluto sigue siendo bajo.
El estudio también calculó el riesgo atribuible, o cuánto de toda la violencia se debió a tener una condición mental, y encontró que sólo entre el 3% y el 5% de toda la violencia se debió únicamente a la enfermedad mental. O, como explicó el National Council For Behavioral Health (Consejo Nacional para la Salud del Comportamiento) en su informe de agosto de 2019, “Esto significa que si pudiéramos eliminar el riesgo elevado de violencia que se atribuye directamente a tener esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión mayor, la tasa general de violencia en la sociedad bajaría sólo un 4 por ciento; el 96 por ciento de los eventos violentos seguirían ocurriendo, porque son causados por factores distintos a la enfermedad mental”.
El Dr. Paul Applebaum, psiquiatra de Columbia University, dice que “En última instancia, las personas son las que aprietan el gatillo, y las personas son amalgamas complejas de una gran cantidad de cogniciones, emociones y motivaciones. Pero es importante recordar que si no hay un gatillo que apretar, es mucho menos probable que muera un gran número de personas”.
¿Cómo hablar con los niños acerca de la violencia por armas?
Los expertos dicen que depende muchos de la edad y de su desarrollo ya que su comprensión y su respuesta serán diferentes. Muchas veces si son muy jóvenes, podrían no saber lo que está sucediendo, especialmente si no tienen hermanos mayores y no están expuestos a las noticias. Por otro lado, especialmente si el niño menciona algo al respecto, es importante dejar que exprese sus emociones. El Dr. Steven Meyers, profesor de psicología de la Roosevelt University en Illinois, sugiere que si el pequeño dice que se siente mal, le preguntes si se siente triste, enojado o asustado. Y que le asegures que tú y varios adultos están allí para apoyarlo(a) y protegerlo(a).
Para los niños de primaria, es bueno preguntarles si han escuchado algo y si es así qué han escuchado. Algunos niños no reaccionan, otros podrían tener muchas preguntas. A esa edad es bueno darles información, pero no con lujo de detalles. Es importante tranquilizarlos y decirles que, aunque es una situación horrible, es algo que ocurre muy rara vez. Podrías preguntarles si saben qué precauciones han tomado en su escuela.
En los preadolescentes, puedes suponer que han escuchado lo que sucedió y lo que quieres es entender qué es lo que sienten y cómo lo están manejando. En importante escuchar a tus hijos. Es común que en esta etapa se quiera apoyar emocionalmente en ti, pero se sientan en conflicto simultáneamente. Asegúrales que está bien obtener el apoyo de otros en momentos difíciles y que hacerlo no significa que están sacrificando su independencia.
En los adolescentes, los expertos recomiendan empezar por hacerles algunas preguntas y escuchar activamente. Pero con ellos puedes sentirte cómodo expresando tus emociones y tu respuesta a las noticias. Estás enseñándoles cómo manejas tus emociones, idealmente quieres ponerle el ejemplo de una forma positiva de manejar esas emociones, aunque estés enojado, alterado o decepcionado. Si ellos eligen no entablar una conversación, no los fuerces. Diles que cuando quieran tú estarás disponible para hablar de ese o cualquier tema.
Y tanto para los adolescentes como para los más jóvenes, si expresan sentimientos de impotencia, hay formas en que pueden participar: escribiendo cartas, participando como voluntarios, donando dinero, o simplemente aprendiendo más sobre el tema. Esa puede ser una forma de actuar.
Otra cosa importante, evita que los niños jóvenes estén expuestos a las noticias y a las imágenes y sonidos que aparecen en la televisión, los medios sociales, etc. Con los mayores es más difícil monitorear lo que ven en sus celulares, en los medios sociales. Si tienes oportunidad de ver algunas de esas imágenes o reportes junto con ellos, puedes hablar con ellos y guiarlos.
¿Qué signos o síntomas sugieren que tu hijo tiene problemas para manejar la situación?
De acuerdo con la American Academy of Pediatrics (AAP), algunos síntomas o signos que sugieren que tu hijo podría estar teniendo problemas para manejar la situación incluyen:
- Trastornos para dormir: dificultad para dormirse o para permanecer dormido; pesadillas, etc.
- Molestias físicas: cansancio, dolores de cabeza, etc. Come más o menos de lo habitual.
- Cambios en el comportamiento: se porta más inmaduro que antes, más impaciente, y más demandante. Cuando ya se había empezado a independizar, de pronto se empieza a apegar más a los padres. Los adolescentes pueden iniciar o cambiar sus patrones de uso del tabaco, de bebidas alcohólicas u de otras sustancias.
- Problemas emocionales: los niños pueden experimentar tristeza excesiva, depresión, ansiedad o miedos.
La AAP recomienda que no te esperes a que aparezcan estos signos, que hables con ellos temprano y que mantengas el diálogo regularmente. Si persisten o tienes dudas, consulta a su pediatra.
¿Cómo puedes proteger tu propia salud mental en estos tiempos, cuando los tiroteos masivos se repiten constantemente?
La Dra. Allison Young, una profesora adjunta de psiquiatría en el New York University Grossman School of Medicine, dice que mientras es importante mantenerse informado de lo que sucede, debes controlar la cantidad de noticias que consumes. Y que, aunque mantenernos seguros es importante, necesitamos recordar que a pesar de que los tiroteos masivos van en aumento, no han sucedido en la mayoría de las escuelas. La mayoría de los niños pueden ir a la escuela sin peligro. Además, el cuidarte a ti mismo es importante en estos momentos. Cualquier actividad que te tranquilice y te haga sentir bien (trotar, salir a caminar con tu perro, tomar un té en silencio o leer un libro), pueden ayudar a contrarrestar el estrés y las emociones negativas que estás experimentando.
Dice que es importante tener en cuenta que todos procesan el trauma a su manera. Algunas personas pasarán tiempo pensando en el tiroteo y practicando la gratitud por lo que tienen en sus vidas. Algunas personas pueden sentirse llamadas a donar a las personas que perdieron a sus hijos, y otras pueden sentirse llamadas a hacer algo para influir en su gobierno para que tenga un control más estricto sobre el uso de armas. Y para otros, simplemente continuar y vivir su vida diaria es la forma en que procesan estos eventos.
El Dr. Joel Dvoskin, profesor adjunto clínico de psiquiatría en la University of Arizona College of Medicine, dice que “Lo más peligroso que hacemos actualmente es viajar en automóvil y, de hecho, lo hemos hecho más seguro”.
Pero Beverly Kingston, directora del Center for Study and Prevention of Violence at the University of Colorado, dice que la sociedad apenas está empezando a preguntar “¿Cómo curamos el trauma colectivo? ¿Cómo reconocemos que nuestra sociedad está construida sobre capas de trauma? Me preocupa que nuestro trauma colectivo se interponga en el camino de lo que podríamos estar haciendo para crear una mejor sociedad”.
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