Probablemente esto te tome de sorpresa: según un estudio realizado en Canadá, no son ni los amigos, ni los famosos ni los medios de comunicación los que más influyen en los hijos adolescentes a la hora de adoptar patrones sanos de conducta sexual. Ellos tienden a buscar esas guías y modelos en sus propios padres. Los resultados de este estudio ponen en evidencia la importancia de los padres, el hogar y la familia en la educación de los valores de los hijos y les recuerda a los padres otra más de sus responsabilidades: el dar un buen ejemplo.
Si piensas que tus hijos adolescentes no te toman en cuenta y sólo encuentras diferencias con ellos (la famosa “brecha generacional”), quizás sea el momento de que empieces a cambiar estas ideas y de que le prestes más atención, no sólo a tus hijos sino también a tus actos. ¿Por qué? Porque en esta etapa de su vida, los adolescentes de ambos sexos parecen tomar como referencia a sus padres, incluso hasta en las conductas sexuales.
Estos son los datos que se desprenden de un estudio reciente desarrollado en Canadá entre casi 1.200 adolescentes de 14 a 17 años de edad y más de 1.100 padres, y cuyos resultados se presentaron en la Conferencia Anual de la Sociedad Canadiense de Pediatría, en Quebec.
Según los resultados obtenidos por los investigadores, al ser consultados sobre su sexualidad, el 45 por ciento de los adolescentes consideraban a sus padres como modelo en comparación con el 32 por ciento que se guiaban por las conductas de sus amigos, y apenas un 15 por ciento dijo estar influenciado por celebridades.
Por otro lado, los padres subestimaron el impacto y la influencia que podían tener sobre sus hijos: el 78 por ciento de las madres respondió que pensaba que sus hijos se basaban en lo que hacían sus amigos a la hora de decidir qué comportamientos sexuales adoptar y muchas se quejaron de la falta de participación y compromiso de los padres en la educación sexual de los hijos.
Paralelamente, los investigadores también encontraron que los adolescentes que tomaban a sus padres como modelo a menudo provenían de familias en las cuales se hablaba de la sexualidad de una manera abierta y se les animaba a tener una sana vida sexual.
Esos mismos adolescentes que tenían un diálogo abierto con sus familias sobre el sexo y la sexualidad, demostraron ser los más prevenidos ante los riesgos y las consecuencias de las enfermedades de transmisión sexual.
¿Qué ocurre en tu casa? ¿Cómo es el diálogo con tus hijos adolescentes? ¿Te preocupa que puedan correr riesgos innecesarios? Anímate a hablar con ellos de una manera adulta, respetando sus ideas y tratando de entender sus temores y sus dudas.
Ten en cuenta que la adolescencia es una etapa de cambios continuos, mediante los cuales tus hijos están formando su identidad y van en camino a la adultez. Para ellos puede ser tan difícil pasar por esos cambios como para ti aceptarlos y acostumbrarte a que ya no tienes todo bajo control en sus vidas, porque han comenzado a tener sus propios gustos y sus propias ideas (que probablemente sean diferentes a las que tú quisieras que tengan).
¿Te parece imposible dialogar con ellos, te parecen reservados y silenciosos, sientes que no te cuentan nada ni comparten sus cosas contigo? Aprovecha y da el primer caso en abrir las vías de comunicación:
- No los presiones y aprovecha los momentos en que ellos te proponen que conversen. En general los adolescentes evaden las conversaciones programadas, ellos deciden cuándo y sobre qué temas hablar, quizás porque necesitan animarse a preguntarte acerca de los temas ante los cuales no saben cómo reaccionarás.
- Sé honesto si desconoces la respuesta a alguna de sus preguntas, sobre todo en materia sexual. Puedes usar el tema de una película o de un programa de televisión para comenzar el diálogo: una ruptura de pareja, un embarazo no deseado, las consecuencias de usar drogas ilegales o tener relaciones sexuales sin protección.
- Aprovecha cada momento para reforzar, sin discursos largos, pero de manera firme, las conductas que son aceptables y que no son aceptables dentro del hogar. Establece consecuencias específicas para el comportamiento que no apruebas.
- Si te cuenta algo que te altera, trata de controlar tus emociones y pregúntale por qué ha hecho tal o cual cosa, qué sentido le encuentra y trata de explicarle tu punto de vista o porque no es apropiado su comportamiento. Si te alteras, posiblemente sienta que su honestidad es recompensada con un castigo, y la próxima vez posiblemente evite hablar contigo sobre situaciones similares.
- Si eres tú quien quiere sacar un tema de conversación, muchas veces la clave está en cómo haces la pregunta. Ir directamente al punto puede no dar resultado. Por ejemplo, en vez de preguntarle qué ha hecho en el colegio, toma sus carpetas y busca algo de información. Si descubres que el viernes hay un partido intercolegial, allí tienes un tema para empezar a hablar.
- Recuérdate a ti mismo(a) que la forma en que tratas a tu pareja es el modelo para tus hijos. ¿Se tratan con respeto? ¿Se demuestran cariño? ¿Dedican tiempo para la relación de pareja? ¿Se ven felices?
- Trata de conocer los gustos de tus hijos: su música o sus películas favoritas, los actores que admiran, los videojuegos que más les atraen e incluso la vida que tienen en las redes sociales.
- Programa actividades compartidas con tus hijos: demuéstrale que estás disponible para disfrutar y para participar con ellos. Justamente en esos momentos espontáneos es cuando suelen surgir las mejores conversaciones entre padres e hijos.
El hogar es la primera escuela y los padres son los grandes maestros de toda la vida. Tenlo presente para que puedas transmitirles a tus hijos, no sólo tu amor de padre y tus conocimientos, sino tus valores y tu ejemplo.
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