El maltrato podría dejar marcas en el ADN. Así lo ha detectado un estudio reciente según el cual los niños que son víctimas de acoso y violencia tienen un desgaste en el ADN que se asocia normalmente con el envejecimiento.
Mientras que muchos desearían volver a ser niños otra vez, otros tantos prefieren no recordar esos años en los que el juego se mezclaba con el llanto y el miedo. El maltrato familiar y la violencia infantil son preocupaciones sociales que parecen estar presentes en todas partes del mundo.
Tan sólo en los Estados Unidos, según datos de los CDC, en el año 2009, el Servicio de Protección Infantil confirmó que en 2009, más de 700 mil niños habían sido víctimas de abusos o descuidos, aunque en realidad la mayoría de los casos no son reportados. Incluso, algunos estudios estiman que uno de cada 8 niños en ese país es víctima de algún tipo de maltrato. En otros países el problema podría ser aún peor.
La violencia es un gran problema en sí misma, y lo peor de todo es que no sólo queda en el recuerdo. Por el contrario, las cicatrices físicas y emocionales que provoca esta situación pueden perdurar toda la vida y, según un hallazgo reciente, hasta quedarían marcadas en el ADN de los niños que sufren el maltrato, no sólo en el hogar sino también por parte de sus compañeros de la escuela.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, encontró que los niños que están expuestos a la violencia y al acoso tienden a envejecer más rápido.
Y para descubrir cómo la violencia afecta al envejecimiento, los autores se concentraron en estudiar lo que se conoce como telómero, que es una secuencia especial del ADN que se halla en las puntas de los cromosomas. Los telómeros son como unas diminutas cintas de material genético, algo así como la tapa o el sello en los extremos de un cordón de zapatillas.
Los telómeros son importantes porque evitan que el ADN se deshaga. Se acortan cada vez que las células se dividen, lo que limita el número de veces en que pueden dividirse, e indican por tanto el envejecimiento a nivel celular o biológico, que puede ir o no acorde con el envejecimiento cronológico (o sea, la edad de la persona).
¿Pero qué hicieron los investigadores? Analizaron muestras del ADN de gemelos de más de mil familias, que habían sido tomadas a los 5 y 10 años de edad, y compararon la longitud (el largo) de los telómeros según tres tipos de violencia: entre la madre y su pareja, en los niños que son molestados por sus compañeros de edad similar, y en los que son maltratados por un adulto. Además, entrevistaron a las madres cuando los niños tenían 5, 7 y 10 años de edad, para crear un registro acumulativo de exposición a la violencia.
Así, los científicos detectaron que los niños con antecedentes de dos o más tipos de exposición a la violencia tenían significativamente más pérdida en los telómeros que otros niños de su misma edad.
Lo que no se pudo determinar en este estudio, que aparece en la edición del 25 de abril de la revista Molecular Psychiatry, es si esos cambios en el ADN pueden volver a la forma anterior o no.
Lo que sí ha dejado en claro es que, por primera vez, se ha demostrado que los telómeros pueden recortarse a una tasa más rápida a una edad verdaderamente temprana, mientras los niños aún experimentan estrés.
La violencia familiar y el maltrato infantil es un problema que puede dejar marcas de por vida. Si crees que algún niño sufre maltratos, alerta a las autoridades (a la policía, a emergencia), o busca ayuda en alguna organización local para el bienestar infantil.
Y si la violencia ocurre dentro de tu hogar, recuerda que la vida no tiene porque ser así y que eres tú quién más puede hacer para cambiar esa situación. No dejes de pedir ayuda profesional. Seguramente en la guía de tu ciudad encontrarás los datos de alguna asociación de protección familiar o a favor de los derechos de la mujer, que pueda ayudarte a terminar con la violencia y el maltrato domésticos, tan perjudicial para todos, pero especialmente los niños. Defiende su futuro y su salud mental y física.
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