Un análisis nuevo de los patrones de recetas utilizadas en los asilos de ancianos a nivel nacional en los Estados Unidos, reveló que a más de la mitad de los ancianos con demencia avanzada se les administran medicamentos recetados cuyo beneficio resulta dudoso. En este aspecto el médico debe llevar un control estricto. ¿Sabes si ese ser querido que sufre de demencia está tomando los medicamentos que realmente necesita?
La última etapa de la demencia es sumamente difícil tanto para el paciente como sus cuidadores. El deterioro progresivo de la condición y una mayor exigencia de tiempo y esfuerzo para su cuidado, hace que muchas familias no tengan otra opción que llevar a sus familiares a centros o asilos en los que puedan recibir la atención constante que requieren.
Pero aun cuando el paciente ya no pueda vivir en casa y tenga que ser atendido en un asilo, necesita siempre la supervisión de su médico y el apoyo incondicional de sus familiares, especialmente en la última etapa de la enfermedad en la que se encuentra más vulnerable que nunca. ¿Recibe el familiar un cuidado de calidad? ¿Están cubiertas todas sus necesidades? ¿Ha experimentado descuido o negligencia? ¿Podría estar recibiendo demasiados medicamentos?
En relación a este último punto, un análisis a nivel nacional de los patrones en la administración de medicamentos recetados a los pacientes con demencia avanzada en los asilos de ancianos realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, en Worcester, encontró que a más de la mitad de los pacientes con demencia avanzada se les recetan y administran medicamentos de beneficio, cuando menos, dudoso.
Según la doctora Jennifer Tjia, investigadora líder del estudio, muchos de estos pacientes tienen problemas para comer y para tragar, por lo que si se les dan muchas medicinas en el transcurso del día les puede resultar incómodo. Lo que es más, el uso de muchos de los medicamentos no coincide con los objetivos del cuidado en esta última etapa de la enfermedad, que es básicamente que el paciente se sienta lo más cómodo posible. La doctora Tjia afirma, que en realidad muchos de estas medicinas tienen consecuencias adversas para el paciente, como náuseas, sedación, arritmias (latido irregular del corazón) y retención de la orina. De hecho, el Instituto de Medicina de Estados Unidos (U.S. Institute of Medicine) sugiere que el tratamiento de los pacientes con una enfermedad en su etapa terminal se reduzca a un mínimo.
¿Se cumplen estas recomendaciones en todos los casos? No siempre. Bajo la dirección de la doctora Tjia, su equipo investigó las recetas que recibieron más de 5,400 de residentes en asilos por todo el país del 2009 al 2010. Todos los pacientes tenían un diagnóstico de demencia avanzada y más de 85 años de edad, en su mayoría eran mujeres de la raza blanca. Muchos de los pacientes padecían además de diabetes, presión alta (hipertensión) o depresión.
Entre las conclusiones, publicadas en la edición en línea del mes de septiembre del medio JAMA Internal Medicine, destaca que en cualquier período de tres meses seleccionado durante ese año, aproximadamente 54 por ciento de los pacientes recibieron una receta de al menos una medicina que no es apropiada en los casos de demencia avanzada.
El número de medicamentos recetados innecesarios varió de región en región y obtuvo sus tasas más bajas en aquellos con una orden de “no resucitación” en su historia clínica.
¿Qué puedes hacer tú si un familiar tuyo se encuentra en esta situación? Mantén una comunicación estrecha con el personal del asilo y con el médico que lo supervisa. Es importante que los medicamentos que toma el paciente se sometan a revisiones periódicas para evaluar si son beneficiosos o no, vigilar las interacciones potenciales entre los mismos y si existen demasiados efectos secundarios negativos. Existe la posibilidad de que el paciente haya tomado el medicamento anteriormente con buenos resultados, pero que ya no le resulte conveniente en la actualidad.
Aunque no tengas entrenamiento médico, recuerda que en este momento tú eres la voz de tu familiar que ya no puede cuidarse y hablar por sí mismo. Intercede por él y por su máximo bienestar. Conversa frecuentemente con su médico, discute con él o ella acerca de las posibilidades de los tratamientos disponibles para la demencia avanzada y de cómo ir enfrentando los retos de cada día que se harán progresivamente más difíciles.
Tomar decisiones por otra persona es un asunto delicado, especialmente si el paciente no ha dejado una directiva anticipada para el cuidado médico por la que te puedas guiar. En algunos casos, quizá decidas seguir las orientaciones del médico o del personal del asilo, en otras quizás tengas que tomar la decisión de no hacer nada en caso de una emergencia. Pero si consideras que existe la posibilidad de que esté recibiendo más medicinas de las que necesita, intercede en nombre de tu familiar, con toda la dignidad y el amor que se requieren para su cuidado.
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