Los roles tradicionales de mamá y papá dentro de las familias han ido cambiando con los años. Del padre proveedor y disciplinario al papá que comparte la crianza y las labores del hogar va un gran trecho que, según los expertos, contribuye al fortalecimiento de los lazos familiares. ¿Cómo funcionan las cosas en tu familia?
Un estudio realizado en la Universidad de Missouri, en Columbia, Estados Unidos, y publicado en una edición reciente de la revista Journal of Family Issues, parece revelar algo que ya muchos sospechaban: cuando los papás se involucran más con los hijos y toman parte en las tareas del hogar, el matrimonio es más estable y feliz. Actualmente esos dos factores tienen una importancia extraordinaria. Que el papá lleve al niño al cine o a jugar fútbol ya no es suficiente.
Por suerte, hoy en día muchos padres se involucran como nunca en el cuidado de los hijos, con frecuencia están presentes en su nacimiento y algunos son verdaderos expertos en cambiarles los pañales, darles el biberón… y mil otras cosas. Porque ser un buen padre es mucho más que participar en el cuidado básico de los hijos. Del mismo modo, muchos hombres participan, como cosa de rutina, en las tareas caseras.
Según Adam Galovan, líder del estudio, las esposas pensaban que la colaboración y la involucración de los papás con los hijos y su participación en las labores del hogar están interrelacionados, y que funcionan en conjunto para mejorar la calidad del matrimonio. Y aunque se sentían más amadas por sus esposos cuando éstos compartían con los niños, también era importante que las ayudaran en las tareas domésticas.
A Galovan le sorprendió encontrar que la manera particular en que la pareja dividía el trabajo casero no era importante. Tanto los hombres como las mujeres se sentían más felices si compartían el cuidado y la crianza de los hijos y las responsabilidades del hogar, pero las tareas no tenían que dividirse exactamente del mismo modo. Lo que era realmente importante es que los dos participaran activamente en ambas cosas. En el estudio se utilizaron datos de un estudio anterior, de 2005. Se tomaron licencias de matrimonio de parejas que habían estado casadas menos de un año. A partir de los datos encontrados, se hizo una encuesta a 160 parejas entre los 21 y los 55 años, que estaban en su primer matrimonio y que todavía estaban casados. El 73 por ciento de los participantes estaba entre los 25 y los 30 años. El 98 por ciento de los esposos y el 16 por ciento de las esposas trabajaban de tiempo completo, y el 24% lo hacía de tiempo parcial. La pareja promedio había estado casada por unos cinco años.
Se les preguntó a los participantes cuál cónyuge era responsable de realizar 20 tareas caseras corrientes, o si ninguno era responsable o lo eran ambos. Los papás debían calificar cuánto se involucraban en el cuidado y la vida de sus hijos, y las mamás debían anotar cuán involucrados creían que estaban sus esposos con sus hijos. Tanto ellos como ellas relacionaban su felicidad con la forma en que se dividían las tareas del hogar y con el matrimonio.
Pero los hombres y las mujeres difirieron en la forma en que reportaron la calidad del matrimonio. Para ellas, la relación entre los esposos y los hijos y la participación del papá era lo más importante, y ponían en segundo lugar la satisfacción que les proporcionaba la manera en que dividían las tareas domésticas.
Para ellos, la satisfacción con la división de las tareas del hogar era lo primero, seguido por los sentimientos de sus esposas por la relación entre papá e hijos, y después el grado de involucración que tenían con los hijos.
Pero según un estudio publicado a principios de año en la revista American Sociological Review, los hombres casados que pasan más tiempo realizando labores del hogar tradicionales suelen tener sexo con menos frecuencia que los que se limitan más bien a trabajos “masculinos”, como las reparaciones en la casa y la jardinería. Así que hay que tener cuidado de que el esposo sin darse cuenta se convierta en un compañero más que en un amante.
¿Lo mejor entonces? Olvídate un poco de los estereotipos y de los trabajos que se supone que haga un sexo o el otro. Siéntate a conversar con tu pareja y hablen sobre lo que ambos prefieren hacer en relación con los hijos y con el hogar, y basado en eso, decidan cuáles responsabilidades le tocarán a cada uno. Lo más importante es que se apoyen entre sí y que trabajen en equipo para que el matrimonio sea más feliz y que los lazos familiares sean más sólidos.
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