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  • Un estudio finlandés, publicado en la revista científica JAMA Psychiatry, revela que los adolescentes que comparten clases con compañeros diagnosticados con trastornos mentales tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales ellos mismos.
  • Este riesgo es más alto en el primer año de seguimiento, con un aumento del 9% si hay un compañero diagnosticado y del 18% si hay más de uno.
  • La investigación, que analizó datos de más de 700.000 adolescentes, encontró que los trastornos más afectados por este efecto ‘contagio’ son los del estado de ánimo, ansiedad y alimenticios.
  • Los investigadores sugieren que la normalización y sensibilización hacia los trastornos mentales dentro de las redes de jóvenes de la misma edad pueden explicar este fenómeno. La convivencia y la interacción diaria en el entorno escolar juegan un papel crucial en este proceso de transmisión.

Cuando pensamos en salud mental o en los trastornos que pueden afectar a nuestra mente no es habitual que pensemos en que puede ser algo que se contagia. Y, de hecho, no se trata de un contagio como tal, como el que podría ocurrir con una enfermedad infecciosa como las respiratorias o incluso las de transmisión sexual. Pero un estudio realizado en Finlandia ha encontrado cierto riesgo de “transmisión” o efecto “contagio” de algunos trastornos mentales entre compañeros de clase. Los resultados se publican en la revista JAMA Psychiatry.

El estudio, liderado por el Dr. Jussi Alho, y su equipo de la Universidad de Helsinki, analiza datos de más de 700.000 adolescentes desde el momento en que completaron el noveno grado hasta una media de 11.4 años después. Los investigadores descubrieron que aquellos que compartían clases con compañeros diagnosticados con trastornos mentales tenían un riesgo mayor de desarrollar trastornos mentales ellos mismos, particularmente en el primer año de seguimiento.

En concreto, los resultados indicaron que la presencia de uno o más compañeros de clase con trastornos mentales incrementa significativamente la probabilidad de recibir un diagnóstico de trastorno mental en el futuro. Específicamente, se observó un aumento del 5% en el riesgo cuando había más de un compañero diagnosticado. Este riesgo era aún más elevado en el primer año tras la exposición, con un incremento del 9% con un compañero diagnosticado y del 18% con más de uno.

Los trastornos más afectados por esta transmisión fueron los trastornos del estado de ánimo, de ansiedad y alimenticios. Estos hallazgos persistieron incluso después de ajustar los resultados por diversos factores como el nivel socioeconómico, la educación y la salud mental de los padres, y las características del área de residencia.

El estudio sugiere que los trastornos mentales pueden ser socialmente contagiosos, posiblemente debido a la normalización y sensibilización hacia estos problemas dentro de las redes de jóvenes de la misma edad. La convivencia y la interacción diaria en el entorno escolar pueden jugar un papel crucial en este proceso de transmisión.

Los investigadores subrayan la importancia de este fenómeno durante la adolescencia, una etapa crítica para el desarrollo de la salud mental. La identificación temprana de estos riesgos puede ser fundamental para diseñar estrategias de prevención e intervención más efectivas, reduciendo así la carga de los trastornos mentales en la sociedad.

Implicaciones y futuras investigaciones

Aunque este estudio es uno de los más completos hasta la fecha sobre el tema, los autores reconocen ciertas limitaciones, como la posible subestimación de los trastornos mentales no diagnosticados y la naturaleza específica del sistema educativo finlandés, que puede no ser directamente aplicable a otros contextos internacionales.

No obstante, los hallazgos aportan una valiosa perspectiva sobre la influencia de los compañeros y amigos en la salud mental en esta etapa, destacando la necesidad de políticas educativas y de salud pública que consideren estas dinámicas sociales.

El Dr. Joaquim Raduà, psiquiatra y responsable del grupo de investigación Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad de IDIBAPS, dice en declaraciones al Science Media Center de España que “es importante destacar que este resultado no implica necesariamente un deterioro en la salud mental, sino que podría incluso tratarse de un efecto positivo. Por ejemplo, podría ser que tener compañeros de clase con diagnósticos de trastorno mental contribuya a reducir el estigma asociado a estos trastornos. Como resultado, es posible que los alumnos que posteriormente desarrollaron trastornos mentales se sintieron más cómodos buscando ayuda en el sistema de salud. Este efecto sería muy positivo, teniendo en cuenta que retrasar la búsqueda de ayuda empeora el pronóstico a largo plazo”.

Por su parte, el Dr. Alberto Ortiz Lobo, doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III – Hospital Universitario La Paz (Madrid), añade que

“La influencia del contexto social en la expresión del sufrimiento mental es un aspecto especialmente importante en la adolescencia, cuando las identificaciones y diferencias con las personas del entorno son clave en el desarrollo personal de los jóvenes. Esta investigación lo pone de relieve en el caso de los compañeros de clase y justo acaba en 2019, antes del confinamiento por la pandemia de covid-19 y de la popularización de algunas redes como TikTok. Desde entonces y en el marco de estos cambios sociales, los adolescentes dan testimonio de su malestar mediante conductas que se adscriben con más facilidad como ‘trastornos mentales’, un asunto que nos tiene que hacer pensar en qué medidas educativas, familiares y ambientales podemos tomar, más allá de las puramente psicológicas o psiquiátricas”.

Por Karla Islas Pieck
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