¿Sospechas que tu hijo adolescente está utilizando drogas o abusando del alcohol? ¿Le has preguntado y te lo niega? Probablemente te haya dado un sinfín de excusas y justificaciones. Y a ti, te resulta difícil aceptar que ese niño que has criado con tanto esmero e ilusión haga algo semejante. Mirar hacia otro lado, confiar ciegamente o subestimar el problema es un error muy peligroso que no resuelve nada, solamente permite que la situación siga escalando. Tu hijo necesita ayuda y rápido. Aquí te damos algunas sugerencias para lidiar con la situación.
Tu instinto de padre te lo dice: algo raro le sucede a tu hijo y sospechas que se trata del consumo de alguna sustancia. Las calificaciones escolares han bajado, se aísla, no muestra interés en las actividades habituales y se molesta por cualquier cosa. Hazle caso a tu instinto y confronta la situación: puede estar en juego el futuro y hasta la vida de tu hijo.
La curiosidad, la atracción hacia lo prohibido, la presión de los amigos, el sentirse parte de un grupo o superar sus inhibiciones, pueden ser las razones que motiven a tu hijo, y a otros miles de adolescentes a probar las drogas o el alcohol a edades cada vez más tempranas. Un estudio reciente, publicado en la edición de noviembre de la revista Archives of General Psychiatry, enseña una tendencia alarmante: un tercio de los adolescentes estadounidenses recurren al alcohol o a las drogas, el 32 por ciento afirman beber, 19 por ciento afirman usar drogas, y 15 por ciento declaran usar ambas cosas. El uso y/o el abuso de estas sustancias mientras el cerebro está en desarrollo hace que su consumo sea más peligroso entre los adolescentes que en los adultos. Por esa razón, la Academia Americana de Pediatría ha emitido una nueva recomendación: que los médicos les pregunten a los adolescentes si consumen alcohol y/o drogas en cada consulta y que traten de identificar tienen señales que sugieran una adicción.
Si tienes sospechas, no pierdas tiempo y confronta a tu hijo. De una forma cariñosa, pero firme, pregúntale si ha probado las drogas y el alcohol o si los consume habitualmente. A tu hijo, por supuesto, le dará vergüenza admitirlo y, como la mayoría, lo negará o buscará cualquier tipo de excusa para explicar su comportamiento. Tu caso no es un caso aislado. Varios investigadores norteamericanos quisieron detectar cuánto mentían los adolescentes sobre el uso de las drogas ilegales. Y para determinarlo, consultaron a alrededor de 400 participantes. La mayoría lo negó, aun cuando sabían que les harían una prueba que demostraría lo contrario. Las muestras revelaron que el uso de drogas era 52 veces más frecuente de lo que los jóvenes admitieron.
En este caso, la desconfianza va a ser tu aliada. Sigue tu instinto y no aceptes excusas. Para salir de dudas, somete a tu hijo a una prueba casera para detectar la presencia de drogas y de alcohol (se adquieren los kits (equipos) en la farmacia y hay de varios tipos. Consulta con el farmacéutico, o llévalo al médico para que le hagan una prueba.
Las señales de aviso
Como padre, debes enfrentarte al reto de diferenciar entre el comportamiento a veces inestable y volátil de un hijo adolescente, con tendencia a las contradicciones y a cambios bruscos de estado de ánimo y otras señales más serias que reflejan que está pasando otra cosa, como el uso de sustancias ilícitas (ilegales). Estas señales incluyen:
- Tu hijo tiene las pupilas dilatadas y los ojos enrojecidos. El adolescente podría usar gotas para que estos síntomas desaparezcan.
- Tu hijo falta a clase, las calificaciones bajan, empiezas a recibir quejas de la escuela o notas de los profesores.
- Notas que empieza a desaparecer el dinero de tu monedero, o faltan medicamentos recetados de sus envases habituales.
- Tu hijo se muestra deprimido, se aísla y evita el contacto con la familia.
- Tu hijo cambia a sus amigos habituales y mantiene en secreto a los nuevos amigos
- Tu hijo pierde interés en las actividades de siempre (los pasatiempos favoritos o los deportes).
- Tu hijo evita el contacto visual, se encierra en su habitación y exige más privacidad.
Enfrentando el problema
El descubrir que tu hijo usa drogas o abusa del alcohol puede provocarte miedo, confusión y enojo. Pero es muy importante que mantengas la calma y el control, para no llegar a la violencia verbal o física que empeoraría la situación todavía más. Explícale a tu hijo tus sospechas y tus preocupaciones y muéstrate dispuesto a ayudarlo a superar este bache.
Los puntos siguientes pueden ayudarte:
- Pon reglas y fija consecuencias. Aunque debes comunicarte de forma amorosa, tu hijo debe entender que su comportamiento es perjudicial e inaceptable. Deja bien claro cuáles serán las consecuencias si continúa de ese modo. Asegúrate de que tu pareja te apoya.
- Monitorea las actividades de tu hijo. Ahora más que nunca debes saber a dónde va, y con qué amigos se reúne. También debes estar pendiente de los lugares en donde podría estar escondiendo la droga (su habitación, entre los libros, en la bolsa del colegio). Si se queja de la falta de privacidad, explícale que su comportamiento ha ocasionado estas medidas de urgencia y que de él depende que ustedes vuelvan a recuperar la confianza en él.
- Infórmate. A través del Internet, de la biblioteca pública o con el médico de la familia. Debes familiarizarte con las señales de adicción, con los diferentes tipos de droga y con sus efectos. Investiga también acerca de los tratamientos y de los grupos de apoyo disponibles en tu comunidad.
- ¿Ha habido cambios recientes en la vida de tu hijo? El consumo de estas sustancias puede deberse a circunstancias que le causan estrés, como mudarse a otra escuela, el divorcio de los padres, o la enfermedad de un familiar.
- Busca ayuda. Si se te dificulta la comunicación de tu hijo, no te quedes con los brazos cruzados. Quizás responda mejor si interviene otra persona de confianza o un especialista (un maestro, un sacerdote o pastor, el médico de la familia o un psicólogo).
- Inicia un tratamiento para la adicción. Cuando antes se comience, mejor. El médico familiar, el pediatra o el consejero de la escuela, pueden indicarte los programas y/o centros de tratamiento disponibles en tu área.
El enterrar la cabeza en la arena, como la avestruz, no va a resolver el problema, al contrario, lo agrava. Aunque te cause mucho dolor y asombro, acepta que tu hijo está usando drogas y ayúdalo llevándolo a que reciba tratamiento lo antes posible. Busca y utiliza todos los recursos a tu alcance: está en juego la salud, el futuro y hasta la vida de tu hijo.
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