Las amígdalas y las adenoides son un tema recurrente en la salud de los niños. Que si duelen, que si se inflaman, que si hay que operarlas. ¿De qué se trata todo esto? Sigue leyendo para que aprendas más sobre las amígdalas y las adenoides y te enteres de cuándo y por qué hay que sacarlas.
Cuando Luisa oye la palabra amigdalitis, la asocia con una pesadilla. Su hijito de 7 años tiene infecciones recurrentes en las amígdalas (anginas) y ahora el médico le ha recomendado operarlo para sacárselas, pues todos los tratamientos para evitar que tenga infecciones no han sido efectivos.
De tantas infecciones que ha tenido, Luisa se interesó mucho en aprender sobre las amígdalas. ¿Para qué sirven? ¿Qué es la amigdalitis? ¿Cuándo se tienen que extirpar o sacar? ¿Cuál es la diferencia entre amígdalas y adenoides? Apuesto a que tienes las mismas preguntas rondando por tu cabeza.
¿Qué son las amígdalas y las adenoides?
Para empezar, las amígdalas son una masa de tejido linfático que se encuentran detrás de la lengua, a ambos lados de la garganta o faringe (cuando abres la boca y haces “aaa” las puedes ver justo en la entrada de la garganta). Las adenoides, por su parte, cumplen la misma función pero se encuentran en la parte superior de la garganta, detrás de la nariz, por encima del paladar blando. Sirven para retener las bacterias y los virus que entran a la garganta y las vías respiratorias. Además producen anticuerpos para combatir las infecciones. Parece irónico entonces, que ellas, que están destinadas a proteger al cuerpo de ciertas enfermedades, terminen siendo víctimas de esas mismas infecciones. Son como un soldado herido que queda entonces fuera de combate.
La inflamación de las amígdalas o la amigdalitis, la cual se presenta con frecuencia, es causada por una infección que puede solucionarse por sí misma o puede tratarse con antibióticos. En algunas ocasiones, las amígdalas y las adenoides se pueden inflamar sin que el niño(a) tenga ningún síntomas y así como se inflaman (hinchan), vuelven rápidamente a su normalidad.
Sin embargo, no todos los niños tienen igual suerte y algunos padecen de síntomas e infecciones recurrentes, que requieren antibióticos y que hacen que la única solución sea la cirugía para extraer las amígdalas, las adenoides o ambas. Generalmente hay ciertas razones por las cuales el especialista puede recomendar una operación.
¿Cuándo se require cirugía para extraer las amígdalas o las adenoides?
El médico puede recomendar cirugía de las amígdalas, de las adenoides o de ambas en el caso de que el niño o niña sufra de:
- Problemas para tragar debido a la inflamación (hinchazón) de las amígdalas
- Dificultad para respirar normalmente (es decir, que lo hace a través de la boca y no de la nariz)
- Interrupción en el sueño que incluye ronquidos y dificultad para respirar (en ocasiones les causa apnea del sueño)
- Infecciones recurrentes en las amígdalas (mínimo 7 episodios en un año, o mínimo 5 episodios cada año por dos años, o tres episodios cada año por dos años)
- Infecciones recurrentes en el oído y sinusitis que no responden al tratamiento con medicamentos
- Ganglios linfáticos inflamados debajo de la mandíbula que duren por lo menos 6 meses y no se desinflamen con antibióticos
- Adenoides que crecen al punto de afectar el habla e interfieren con el crecimiento normal de la cara.
A pesar de que la amigdalectomía (que es la operación en la que se quitan las amígdalas) es la segunda cirugía que se realiza con mayor frecuencia en los niños después de la cirugía para colocar los tubos en los oídos para la prevención de las infecciones en los oídos, actualmente se operan menos niños que en el pasado en todo el mundo. El criterio para operar es más estricto. Sin embargo, si tu hijo(a) necesita la operación, los beneficios son enormes. El sacar las amígdalas no significa que tu hijo(a) no podría tener dolor de garganta en el futuro, todavía puede contraer catarros o gripes con dolor de garganta, pero será diferente.
La cirugía para extraer las amígdalas (amigdalectomía) y/o las adenoides (adenoidectomía) es corta, por lo general dura alrededor de 30 minutos a 1 hora, pero requiere anestesia general. La recuperación tardará una semana o más y estará acompañada de molestias para comer y beber. Sin embargo con algunos medicamentos para el dolor que te recomendará el médico, mucha paciencia y amor, tu hijo(a) se recuperará pronto y podrá regresar a sus actividades y a sus juegos.
Ultima revisión: 2019
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