Por más cuidado que tengas y precauciones que tomes, los niños corren, juegan, saltan, practican deportes y en el proceso pueden sufrir accidentes que van desde un golpe en la cabeza, a sufrir una herida, un raspón o una quemadura. Para poder ayudar a tu hijo en un caso así, tienes que saber cómo actuar. Para eso te traemos esta pequeña guía de primeros auxilios para varias de las situaciones más comunes. Mantén esta información a mano y compártela con las demás personas al cuidado de tus hijos.
“¡Mamá, mamá! ¡Me aplasté un dedo!” (o: “Me raspé la rodilla”, “Me sangra la nariz”). Cualquiera que sea el accidente que ha sufrido el niño, lo primero es (aunque resulte difícil), tratar de mantener la calma. El niño ya está lo suficientemente asustado o adolorido, así que si reaccionas con ecuanimidad, lo ayudarás a recuperarse y a tranquilizarse. Lo segundo es: actuar de inmediato.
1. Un dedo de la mano o del pie aplastado (por una puerta, un pisotón accidental o por un objeto pesado). Si el dedo está deformado, ha perdido la uña o ves sangre bajo la uña, debes acudir cuanto antes a un doctor para que confirme si hay fractura y cure la herida. No intentes estirar o manipular un dedo fracturado, porque puedes empeorar las cosas. Si puede moverlo y solamente está adolorido, lava el área y aplica una bolsa con hielo o coloca el dedo bajo el chorro de agua fría para reducir la inflamación. Si además del golpe se ha roto la piel y sangra, lava bien el dedo con agua y jabón y cubre con una bandita adhesiva. Durante los siguientes 2 o 3 días, debes estar atento(a) por si se presenta inflamación, enrojecimiento, supuración (si sale pus) o si desarrolla fiebre. Estos síntomas indican que hay infección y debes acudir al médico.
2. Sangre por la nariz. Si además del sangrado, el niño está vomitando, está muy pálido o sudoroso, llama al médico. Pero si el sangrado es el único síntoma, pídele que incline la cabeza ligeramente hacia delante y aprieta las ventanas de la nariz para contener la sangre mientras el niño respira por la boca. No dejes que incline la cabeza hacia atrás ni lo acuestes para que no se trague la sangre. Tampoco insertes trocitos de papel dentro de la nariz para absorber la sangre ya que al retirarlos podrías irritar la mucosa de la nariz y provocar más sangrado. Busca ayuda médica si existe la posibilidad de que la nariz se haya fracturado (partido o roto), si el sangrado no se para después de 20 minutos de aplicar presión, si el niño tiene dificultad para respirar, si además comienza a sangrar por las orejas o las encías o si el niño tiene un objeto alojado dentro de la nariz.
3. Una quemadura (tocó una vela o el chorro de agua demasiado caliente, por ejemplo). Para comenzar, deja correr agua fresca sobre el área afectada durante unos minutos. Sécala delicadamente con una toalla limpia, dando palmaditas, sin frotar. Para aliviar el dolor inicial, aplica una compresa fría (no hielo que puede empeorar la quemadura). Cubre el área con un vendaje estéril. No apliques ni ungüentos ni pomadas antibióticas que puedan atrapar el calor y empeorar la quemadura. Si ésta se ampolla, supura (sale pus), o si el enrojecimiento y el dolor persisten después de varias horas, busca ayuda médica.
4. Una herida o raspón. Si el área afectada está sangrando, cubre con una toalla limpia y aplica presión. El sangrado debe detenerse en unos 5 o 10 minutos. Si no se detiene, busca ayuda médica. Si hay un objeto alojado en la herida, como un trozo de vidrio, trata de sacarlo con unas pinzas esterilizadas con alcohol. Limpia la herida con agua tibia y jabón, sécala con cuidado y aplica una pomada con antibiótico. Cubre con un vendaje estéril y cámbialo a diario. Si la herida es demasiado grande o profunda, entonces debes buscar atención médica para que suturen (pongan unos puntos) la herida. Consulta con el pediatra si se necesita reactivar la vacuna contra el tétano.
5. Un golpe en la cabeza. Si el niño pierde el conocimiento (se desmaya) a causa del golpe, llama al 911 o al teléfono de emergencias de tu país. Si el niño está consciente y responde bien, aplica una bolsa de hielo sobre el golpe para reducir la inflamación. Comienza a monitorear el estado del niño con frecuencia durante las próximas 24 horas. Debes estar atenta a los siguientes síntomas: si notas un cambio en las pupilas (una parece más grande que la otra), si éstas no reaccionan con la luz, si el niño vomita a menudo o si se siente mareado. Cuando cualquiera de estos síntomas o signos sucedan, llama al médico enseguida. Aunque todo parezca normal, hazlo que descanse y no dejes que realice un esfuerzo físico o que practique un deporte ese día.
Si es un niño pequeño y se encuentra muy asustado, trata de tranquilizarlo. Asegúrale que muchos niños han pasado por lo mismo. O mientras le curas, cuéntale algún episodio de tu infancia en el que tú u otra persona de la familia experimentó una situación similar. Controla tu propio temor y mantén tu ecuanimidad para brindarle seguridad y apoyo mientras pasa por ese mal rato. Con la atención adecuada y mucho amor de tu parte, sanará en poco tiempo. Pero recuerda que si tienes dudas siempre es mejor consultar al médico.
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