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La obesidad clínica no es solo un tema de “tener unos kilos de más”. Es una enfermedad compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo y que, durante años, se ha evaluado con métodos que no reflejan la realidad completa. Por suerte, eso está cambiando. Un equipo de expertos internacionales ha trabajado en una nueva definición y criterios para diagnosticar la obesidad clínica, dejando atrás las limitaciones del famoso índice de masa corporal (IMC). ¿Por qué es esto tan importante? Porque no solo hablamos de peso, sino de cómo el exceso de grasa afecta directamente la salud y la calidad de vida.

La obesidad es una condición ampliamente discutida pero aún mal comprendida. Ahora, un equipo multidisciplinario de investigadores de este campo ha presentado una nueva definición y criterios diagnósticos que prometen cambiar el enfoque hacia esta enfermedad crónica, que va mucho más allá del famoso índice de masa corporal (IMC). Este avance ofrece una visión más integral de lo que implica en nuestra salud tener un exceso de tejido adiposo o grasa en nuestro cuerpo, al mismo tiempo que impulsa estrategias terapéuticas y políticas públicas más efectivas.

¿Qué es la nueva definición de obesidad clínica?

La nueva definición de obesidad clínica da un giro importante. Ya no se trata solo de calcular cuánto peso tienes en relación con tu altura. Ahora, se busca evaluar cómo la grasa acumulada en el cuerpo está afectando el funcionamiento de órganos como el hígado, el corazón o los riñones. Como explica el Dr. Francesco Rubino, uno de los autores del estudio: “La obesidad debe entenderse como una enfermedad que causa daño directo a los tejidos y órganos, y no simplemente como un riesgo de otras enfermedades.”

Esto significa que, más allá de mirar un número en la balanza o un cálculo basado en tu altura, se prioriza analizar el impacto real que tiene el exceso de grasa en tu salud.

¿Por qué el IMC no es suficiente?

El IMC ha sido la herramienta estándar para medir la obesidad durante décadas. Sin embargo, es una fórmula demasiado simple que no tiene en cuenta varios factores importantes.

Por ejemplo:

  • No mide la distribución de la grasa corporal. Puedes tener un IMC dentro del rango “normal”, pero acumular grasa en áreas peligrosas como el abdomen (grasa visceral).
  • No considera la composición corporal. Una persona musculosa puede tener un IMC alto sin ser obesa, mientras que alguien con poca musculatura pero más grasa puede tener un IMC bajo.
  • No evalúa el impacto en la salud. Un número no explica si la grasa está afectando tu corazón, tu hígado o tus arterias.

Por estas razones, los especialistas están pidiendo una revisión completa de cómo entendemos y diagnosticamos la obesidad.

Un enfoque más completo para diagnosticar la obesidad clínica

La propuesta de los expertos es ir mucho más allá del peso y la altura. Ahora se busca medir y evaluar aspectos más específicos como:

  • Grasa visceral: Este tipo de grasa, que rodea los órganos internos, es la más peligrosa. Para medirla, se pueden usar herramientas avanzadas como resonancias magnéticas.
  • Daños funcionales: Se evalúa si el exceso de grasa está afectando el funcionamiento de órganos como el hígado o el corazón.
  • Pruebas metabólicas: Se analizan marcadores como la resistencia a la insulina, la inflamación y el metabolismo de las grasas.

Con este enfoque más integral, los médicos podrán tomar decisiones mucho más informadas sobre los tratamientos necesarios para cada paciente.

Impacto del cambio en la salud pública

Adoptar esta nueva definición no solo beneficia a los pacientes, sino que también podría revolucionar el sistema de salud. Estas son algunas de las principales ventajas:

  • Acceso a tratamientos efectivos: Los pacientes tendrán más opciones, incluyendo medicamentos, cambios en el estilo de vida y, en casos necesarios, cirugía bariátrica.
  • Reducción del estigma: La obesidad dejará de ser vista como una cuestión de falta de fuerza de voluntad y será reconocida como una enfermedad crónica que requiere atención médica.
  • Políticas públicas inclusivas: Gobiernos y sistemas de salud podrán diseñar estrategias específicas para prevenir y tratar la obesidad, mejorando el acceso a recursos como asesoramiento nutricional y programas de ejercicio.

Además, al tratar la obesidad como una enfermedad real, se puede abrir la puerta a mayores inversiones en investigación y desarrollo de tratamientos innovadores.

Criterios diagnósticos de la obesidad clínica: ¿Qué cambia?

Con los nuevos criterios diagnósticos, el foco está en entender cómo la obesidad afecta directamente la salud del paciente. Estos son algunos ejemplos:

  • Problemas cardiovasculares: El exceso de grasa puede aumentar la presión arterial y dañar el corazón.
  • Daño hepático: Muchas personas con obesidad desarrollan hígado graso no alcohólico, una enfermedad que puede avanzar a cirrosis si no se trata.
  • Enfermedades metabólicas: Como la diabetes tipo 2, estrechamente relacionada con el exceso de grasa visceral.
  • Dolor y daño articular: Debido a la carga adicional que el peso pone en las articulaciones, especialmente en las rodillas.

Este enfoque más completo permite identificar problemas específicos y tratarlos de forma adecuada, mejorando la calidad de vida del paciente.

Cómo los médicos pueden aplicar esta nueva visión

Los médicos juegan un papel clave en la implementación de estos cambios. Necesitan familiarizarse con las nuevas herramientas diagnósticas y recibir capacitación para evaluar correctamente el impacto de la grasa en la salud. Pero lo más importante es adoptar un enfoque centrado en el paciente, tratando la obesidad con empatía y sin prejuicios.

Como comenta el Dr. Rubino: “No se trata solo de números, sino de entender cómo la obesidad afecta a cada persona de manera única y ofrecer soluciones personalizadas.”

Preguntas frecuentes

¿En qué se diferencia esta nueva definición de la anterior?
La nueva definición no se enfoca solo en el peso o el IMC, sino en cómo el exceso de grasa afecta directamente la salud de órganos clave.

¿El IMC dejará de usarse?
No completamente, pero será complementado con métodos más avanzados que evalúan la grasa visceral y otros indicadores de salud.

¿Cómo beneficia este cambio a los pacientes?
Con diagnósticos más precisos, los tratamientos serán más efectivos y personalizados, además de reducirse el estigma asociado con la obesidad.

¿Qué tipo de pruebas se utilizarán ahora?
Se usarán herramientas como resonancias magnéticas, tomografías y pruebas metabólicas para medir el impacto de la grasa en la salud.

¿Cuándo se implementarán estos cambios?
Esto dependerá de cada país y sistema de salud, pero los expertos ya están promoviendo su adopción a nivel global.

¿Qué papel juega la salud pública en esto?
La salud pública debe liderar el cambio, creando campañas inclusivas y promoviendo investigaciones que respalden esta nueva definición.

Por Karla Islas Pieck
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Imagen: ©Shutterstock / New Africa

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