- Uno de cada tres estadounidenses sufre dolor crónico.
- El dolor es la primera causa de discapacidad.
- La edad media de aparición del dolor crónico es de 50 años.
- La investigación del dolor es un gran reto.
El dolor es la sensación más temida por el ser humano. Los cálculos del National Institute of Drug Abuse (NIDA) estiman que uno de cada tres estadounidenses sufre dolor crónico, es decir, un dolor que se repite durante meses o años y que incapacita para realizar muchas actividades del día a día. De hecho, el dolor es la primera causa de discapacidad.
El Día Mundial del Dolor, que se conmemora el 17 de octubre, tiene objetivo animar a los gobiernos de todo el mundo a que pongan en marcha iniciativas y políticas que impulsen la investigación, el diagnóstico y el tratamiento en este campo.
La Dra. María Madariaga, presidenta de la Sociedad Española del Dolor explica que el tratamiento del dolor se debe hacer con un abordaje bio-psico-social basado en tres pilares:
- Tratamiento con fármacos.
- Terapia rehabilitadora y fisioterapia.
- Tratamiento psicológico y psiquiátrico del dolor.
La edad media de los pacientes suele rondar los 50 años. Para la Dra. Madariaga, el acceso a los tratamientos multidisciplinares es uno de los grandes retos, junto a la educación en salud de todos los profesionales sanitarios:
- Médicos
- Enfermería
- Fisioterapeutas
- Psicólogos
- Trabajadores sociales
“Otro reto fundamental es en investigación: pese ha aumentado el número de publicaciones y de nuevos tratamientos, la epidemia de opioides que hemos sufrido en los últimos años, especialmente en Estados Unidos y Canadá, ha dañado mucho la investigación en dolor, con muchas limitaciones al potencial adictivo de los opioides y de otras sustancias relacionadas con el alivio del dolor”, advierte.
¿Por qué es difícil investigar el dolor?
La investigación en dolor es compleja porque los ensayos clínicos en este campo deben tener en cuenta la reducción de la respuesta del efecto placebo. Este efecto consiste en la mejora de los síntomas al recibir un tratamiento sin actividad farmacológica. “El efecto placebo genera que los datos sean variables, con falsos negativos en los ensayos clínicos en dolor”, señala la experta.
Entre las líneas más prometedoras de nuevos tratamientos, destacan las que están centradas a nivel genético para desarrollar nuevas dianas farmacológicas que permitan tratar la fisio-patología del dolor crónico, es decir, por qué el sistema nervioso cambia en respuesta a estímulos y cómo bloquearlos.
Por ejemplo, estrategias para bloquear el desarrollo del dolor inflamatorio a través de la inmunidad sobre los receptores. O sobre la expresión genética, bloqueando el desarrollo de las neuropatías periféricas dolorosas, que son muy frecuentes en pacientes diabéticos de larga evolución o en pacientes que reciben quimioterapia.
Otra vía de investigación se centra en el sensor de las terminaciones nerviosas en la piel y que responden al calor. El estadounidense David Julius, fisiólogo de la Universidad de California, los identificó utilizando capsaicina, un compuesto de los chiles picantes y recibió por ello el premio Nobel de Medicina en 2022.
En cuanto a los cannabinoides, también han demostrado su eficacia en ensayos preclínicos. Y, en ensayos clínicos, parecen ser efectivos en algunos tipos de dolor neuropático y otros síntomas relacionados con el cáncer, con la ventaja de que no tienen el potencial de adicción y dependencia de los opioides.
Una última línea de trabajo es el desarrollo de unos fármacos denominados agonistas opioides endógenos, que potencian las vías opioides endógenas sin provocar los efectos adversos de los opioides clásicos.
Por Javier Granda Revilla
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