¿Sabías que el oído puede relacionarse con el olfato y el gusto? Un estudio reciente al respecto encontró que la otitis crónica, que es un problema en los oídos frecuente en los niños, puede causar cambios en el gusto que se asocian con la obesidad infantil. Aquí te contamos más detalles sobre este descubrimiento y cómo puedes prevenir que tus niños tengan otitis crónica.
Muchos bebés y niños pequeños tienen problemas de infecciones en los oídos. En general, la infección afecta el oído medio, justo detrás del tímpano, y se denomina otitis media. Esto hace que unos tubos que tenemos dentro de los oídos, que se llaman trompas de Eustaquio, que son los que nos permiten oír, se tapen con líquido y moco. Esto puede hacer que los niños no escuchen bien, ya que el sonido no puede pasar a través de todo ese líquido.
En general, las infecciones del oído desaparecen solas, pero cuando este problema se repite con frecuencia o se hace permanente se denomina otitis crónica. Una infección crónica y prolongada del oído puede tener síntomas menos severos que una infección aguda y muchas veces puede pasar inadvertida y sin tratamiento por un largo tiempo. Por eso es muy importante que prestes atención luego de que tus niños se hayan curado de una infección en los oídos.
Los síntomas de la otitis pueden darse en forma continua o intermitente, en un oído o en los dos. Entre ellos, por ejemplo, el niño puede tener:
- Dolor o molestias en el oído.
- Fiebre.
- Secreción del oído purulenta o con pus.
- Hipoacusia o dificultades para escuchar.
Pero ¿qué tiene que ver la otitis con la obesidad infantil?
Teniendo en cuenta que las trompas de Eustaquio llegan hasta la garganta, un grupo de investigadores de Corea realizó un estudio en busca de determinar si existe alguna relación entre la obesidad y la otitis crónica supurativa (que es una frase que los médicos emplean cuando una inflamación en el oído medio no desaparece). Así, encontraron que los niños que sufrían estas infecciones del oído tenían menor capacidad de detectar el gusto en la parte delantera de la lengua en particular, que es la que permite detectar los sabores dulces y salados. Lo mismo ocurría con los sabores ácidos y amargos, aunque en menor medida.
Estos niños, además, tendían a tener mayor peso que los que no tenían infección auditiva (o infección del oído). Por eso, se cree que esa disminución en el sentido del gusto puede hacer que los niños necesiten agregar más azúcar y más sal a sus comidas, así como a consumir más alimentos para sentir el sabor, lo que incrementa sus posibilidades de ser obesos.
De todos modos, los especialistas advierten que estos hallazgos son una referencia que pueden ayudar a combatir la obesidad infantil pero no significa que una cosa sea causa de la otra. Por el contrario, existen varios factores que pueden promover la obesidad infantil, muchas veces relacionados con las costumbres, el modo en que se alimentan y la cantidad de ejercicio que hacen. Por eso, hacen falta más estudios para determinar si la otitis crónica del oído medio realmente afecta a la obesidad. De ser así, este sería otro motivo para combatir esta enfermedad auditiva.
Mientras tanto, para prevenir el desarrollo de una infección crónica en el oído medio y las complicaciones que de por sí causa, es importante que el niño cuente con un tratamiento oportuno y apropiado. Por eso, no te olvides de llevarlo a controles con el médico después del tratamiento de una infección aguda del oído, para verificar que esté completamente curado.
Recuerda que la infección aguda del oído es la que se va sola y dura poco tiempo, que da síntomas más fuertes. La crónica, en cambio, es la que se extiende y tiene síntomas más leves, tanto que, incluso, muchas veces puede pasar desapercibida.
Con un tratamiento a tiempo puedes ayudar a que tus niños no sufran complicaciones posteriores y puedan seguir disfrutando no sólo de una buena audición (que oigan bien) sino también de sus comidas favoritas.
Imágen © iStockphoto.com / Loretta Hostettler